En cualquier lugar del mundo, un ministro de Economía que tiene más de 8% de inflación mensual sería expulsado automáticamente del cargo. En Argentina, el funcionario responsable de semejante desastre se convierte en jefe del Poder Ejecutivo de facto y candidato a presidente por el oficialismo. Lo más cómico que en peronismo kirchnerista reconocen que era “el mejor candidato” que tenían.
El 8,3% de octubre, que es vendido por los portales nacionales de nula objetividad (e incluso seriedad) antes del balotaje, advierten que se trata de una mejora. Es que el mes pasado, el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, había dicho que el mensual de septiembre fue del 12,7%. Sin embargo, nadie que haga las compras todos los días puede creerse ningunas de estas cifras. En las compras usuales y reiteradas, queda en evidencia la mentira.
Como para ejemplificar la cuestión, yo tengo dos precios de referencia para dos mismos productos: las piedras y los alimentos de mis gatos. Antes del 12,7% de septiembre, en agosto, las piedras estaban en 800 pesos y el alimento (suelto, el cerrado ya pasó a ser un lujo) 2500 el kilo. De agosto a septiembre el INDEC registró una suba del 12,4% al 12,7% que mencionamos. Sin embargo, las piedras pasaron a 1100 y el alimento a 3200. Lo curioso, que la “desaceleración” de octubre llevó a las piedritas a 1500 y el alimento a 4250 pesos. Como a los jubilados en la cola del supermercado, los números no me cierran en lo más mínimo.
Claro que el lector puede considerar que mi índice es poco serio para un medio periodístico y para un periodista profesional. Puede que tenga razón. Ahora, en mi defensa, puedo argumentar que al menos es más serio que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, que financian los contribuyentes argentinos, que tiene a su director en las reuniones del ministerio de Economía del ministro/candidato Massa.
En julio, realizamos un relevamiento a un supermercado de descuento para ver qué se podía comprar con el billete de máxima denominación en Argentina. El archivo ya se tornó muy lejano, ya que hoy la realidad es todavía más dolorosa. El kilo de yerba de la marca que le gusta al canciller Santiago Cafiero, ya duplicó su precio.
María Eugenia Vidal, exgobernadora de la provincia de Buenos Aires, fue una de las voces que manifestó la discordancia entre los índices oficiales y las góndolas del supermercado.
A pesar del “dibujo”, el 8,3% oficial ya confirma un 142,7% interanual. Si tomamos solamente los 10 meses de este 2023, ya estamos en un 120%. Todo esto sin contar las tarifas subsidiadas, los “precios acordados”, los “congelamientos” y todas las distorsiones que le dejan al gobierno números bajos para relevar en sus índices, pero espacios vacíos en las góndolas donde tendrían que encontrarse, o el desabastecimiento de combustible de hace unos días.
El dudosísimo 8,3% de octubre (que superó por segundo mes consecutivo a la inflación venezolana) arroja en un desagregado incrementos del 12,6% en comunicaciones, 11% en prendas de vestir y calzado, un 10% en productos de limpieza y un insólito 7,7% en alimentos y bebidas que no se cree absolutamente nadie que haga las compras, al menos una vez por semana.
De esta manera, Sergio Massa, a pesar de contar con números “maquillados” enfrentará los comicios del fin de semana con dos fantasmas que lo asocian aún más con el kirchnerismo. La altísima y descontrolada inflación, que obedece a un déficit fiscal populista y a una emisión monetaria desbocada, pero también los datos oficiales amañados por el INDEC. O por el “INDEK”, como se le decía cuando lo comandaba Guillermo Moreno.