domingo, noviembre 24, 2024
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Puigdemont o muerte

IVÁN VÉLEZ,

Unas veces de manera subliminal y otras de un modo crudo. Entre esos dos estilos oscila la sistemática distribución de propaganda gubernamental y secesionista que La Sexta lleva a cabo diariamente bajo diferentes formatos. A los programas de investigación, a menudo dedicados a cultivar un antifranquismo necesariamente post mortem, se añaden numerosos debates desarrollados bajo la dirección de un supuesto moderador. Los invitados, entre los cuales figura cierta cuota de discrepantes con el discurso oficial que ofrecen apariencia de pluralismo, suelen debatir sobre lo divino —la religión, pero también los arcanos de la autopercepción— y lo humano.

En ocasiones, abriéndose paso entre los argumentarios desgranados por los tertulianos habituales, aparecen figuras aparentemente diletantes que no son sino rapsodas del sistema, pues ningún gobernante, menos aún nuestro doctor, tolera críticas que puedan erosionarle realmente. Así fue siempre. Si, en su momento, por El Pardo desfilaban artistas, creadores y deportistas, en los actuales prados televisivos pastan personajes dedicados a cantar las bondades del sistema del que dependen. El último meritorio que se ha asomado al púlpito catódico para esparcir la doctrina oficial ha sido Benjamín Prado, que se ha acogido, como a gubernamental sagrado, a la falaz disyuntiva que emplea Sánchez para justificar la confección de su gobierno. Estas han sido las palabras del dylaniano Prado, habitual escudero de un Sabina, acaso ya convertido en facha, que hace tiempo tomó distancia respecto a eso que se da en llamar izquierda: «La disyuntiva era la siguiente: O Puigdemont o VOX. Puigdemont… ehhhh, no ha matado a nadie. No nos gusta lo que ha hecho, estamos de acuerdo en que ha cometido delitos. No soy de los que piensa que no ha hecho nada, pero no ha matado a nadie. Algunas de las políticas que propone y que impone VOX sí matan a la gente». O lo que es lo mismo: Puigdemont o muerte.

Como era de esperar, las palabras de Prado han desatado una tormenta en las redes sociales. Sin embargo, conociendo la fractura existente en la sociedad española, su desahogo le puede procurar beneficios añadidos a los que ya disfruta gracias a una pluma siempre alineada con la ideología dominante. No ha de olvidarse, y en ello radica parte de su éxito, que el PSOE es especialista, véase el caso de Iceta, convertido en diplomático sin mérito profesional alguno, en no dejar a nadie —a nadie que sea útil al partido, se entiende— atrás. Por ello, no sería de extrañar que los servicios que don Benjamín presta a la causa desde las telepantallas amigas fueran debidamente recompensados, si no con la colocación de su nombre en el frontispicio de una estación ferroviaria, con la concesión de alguna canonjía. Laica, por supuesto. Al cabo, en España, escribir, dependiendo de a favor de quién se haga, no es, contrariamente a lo que afirmó Larra, necesariamente, llorar.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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