Francisco Espinel,
Hoy estoy escribiendo como padre de familia, colombiano orgulloso de un país que lleva en su bandera un amarillo representante de la riqueza de nuestra posición privilegiada, que, aunque no sea el oro nacional, si sigue siendo rico en muchas otras fuentes. De un azul que nos bordea con sus mares y océanos, así como los ríos que cruzan este territorio de norte a sur y de oriente a occidente. Por último, de un rojo teñido por la sangre de nuestros héroes, pero también por la de muchos colombianos visibles e invisibles que han sucumbido a la barbarie de la violencia en Colombia.
Y me quiero detener en este último color y su significado de orgullo por nuestros antepasados, pero también de esos que han sido víctimas de un narcotráfico que no da tregua y que sigue manifestando su espantoso poderío con la muerte de más policías, soldados, campesinos, indígenas, ciudadanos de urbes grandes y pequeñas o de jóvenes que se quedaron en el último pinchazo de heroína o en el pase de cocaína que le paró su corazón.
Lamento volver a traer estas malas experiencias, pero parto de este texto: “El pasado 7 de diciembre, el presidente Gustavo Petro firmó el decreto 2114 de 2023, que deroga el decreto 1844 de 2018, que prohibía la posesión, distribución y comercialización de drogas o sustancias prohibidas en el espacio público”. La preocupación como papá me obligó a hacer estas líneas.
“La guerra no se ha ganado pese a haber coronado centenares de batallas. Ahora hay nuevos desafíos y el delito se transformó y adaptó a las estrategias policiales. Hoy, el microtráfico y el consumo interno son los retos en los que se debe concentrar la lucha de la Policía”, explica Jineth Bedoya, subeditora del periódico El Tiempo en su artículo “Guerra contra el narcotráfico, 20 años de dolor, muerte y corrupción”.
Debo manifestar mi inconformidad. Decir que es un nefasto retroceso en la lucha contra el narcotráfico y el consumo de drogas. Hoy los datos nos muestran que el consumo de la cocaína que produce el país ya no tiene los mercados internacionales como destino, sino que el incremento en el consumo interno es más rentable para los productores del alcaloide y que además tenemos inundado el mercado con la oferta de heroína, ácidos y otros como las “metas” o los peligrosísimos fentanilo y mezclas de fármacos con opioides.
Pero a esto, además, debe sumarse que la derogación del decreto 1844 debilita el papel de la policía y anula el objetivo de desincentivar el consumo de drogas y combatir las redes de microtráfico que operan en las calles, los parques, las escuelas y otros lugares públicos. Parece no comprenderse que es una infame adversidad que incentiva la inseguridad y debe, por encima de todo, entenderse como un problema de salud pública.
Exponer a nuestros niños y jóvenes a una segura avanzada del microtráfico y los comerciantes de la droga en parques, barrios y escuelas, nos hace pensar que el Gobierno debe reconsiderar esta decisión y aumentar el pie de fuerza en la lucha contra este flagelo, que muy contrario a lo que han argumentado tanto el presidente Petro como el ministro de justicia Néstor Iván Osuna, las drogas están ya inmersas en la sociedad y se encuentran de manera fácil por los expendedores que sin ningún reparo venden a este veneno un joven o a un niño de escuela.
Un estudio de Naciones Unidas a finales de 2017 decía que casi 40 % de los universitarios colombianos había probado alguna droga ilícita al menos una vez en la vida. El 22,4 % de los universitarios colombianos consumió alguna droga ilícita en el último año y 10,8 % consumió en el último mes. Tristemente estoy seguro de que esta cifra aumentó considerablemente y que la realidad a hoy es muy alejada de dicha investigación.
En conclusión, la derogación del decreto 1844 es una medida negativa para Colombia, que favorece el microtráfico y el consumo de drogas en espacios públicos, y que desatiende los graves daños que estas sustancias causan en la salud y la calidad de vida de los colombianos.
Presidente, como padre y colombiano le pido que, en vez de poner en bandeja de plata a nuestros niños y jóvenes ante la fatal realidad de inseguridad y muerte que ofrece el universo de las drogas, revise cómo puede retomar el control en el país con una fuerte presencia estatal y de la fuerza pública para mitigar y controlar el incesante problema del narcotráfico. ¡Las cifras no mienten, aumentaron los cultivos y la presencia de estupefacientes en el país!
Disertaciones: Seguro que tendré una conversación seria y amorosa con mis hijos sobre porqué es nocivo consumir drogas. Pero jamás, contrario a lo que dijo el ministro Osuna, invitaré a un hijo que consuman mejor en la casa porque es la forma de prevenir…