La empresa danesa Maersk, conocida por ser la compañía de transporte marítimo de mercancías más grande del mundo, suspendió la navegación de sus barcos por el estrecho de Bab al Mandeb, entrada al canal de Suez —considerado eje estratégico del comercio global— por ataques de los hutíes, grupo extremista islámico con operaciones en Yemen que profesa “la muerte a Estados Unidos, a Israel y la victoria del islam”.
Desde la mirada occidental, puede parecer una noticia lejana, pero lo que está ocurriendo afecta a todo el mundo. Es la respuesta del grupo a la contraofensiva de Jerusalén, a la que califican como “invasión” a Gaza. Por eso es que en dicho punto marítimo se está librando una guerra estratégica que amenaza al comercio marítimo mundial y que tiene como ingrediente adicional la complicidad de los extremistas con el régimen iraní.
Navieras de Noruega, China y Reino Unido denunciaron ataques o suspendieron indefinidamente operaciones, e incluso, el buque de guerra británico HMS Diamond derribó un dron que “apuntaba a barcos mercantes” en el mar Rojo (cuya entrada y salida también es el estrecho de Bab al Mandeb). Aunque oficialmente se desconoce el origen del dron, el ministro de Defensa de ese país, Grant Shapps, declaró que “la reciente serie de ataques ilegales representa una amenaza directa al comercio internacional y la seguridad marítima en el mar Rojo”.
Triangulación terrorista contra Occidente
COSCO, OOCL y Evergreen Marine son las empresas chinas que anunciaron la suspensión del transporte de carga en la ruta del mar Rojo. Inventor Chemical Tankers denunció, por su parte, un ataque contra su buque cisterna Swan Atlantic con 22 tripulantes y tres guardas de seguridad a bordo. De manera que los sucesos se van acumulando en este importante canal del comercio marítimo mundial.
Los hutíes y sus cómplices tienen especial interés en la zona, no solo porque así toman represalias contra Israel y sus aliados occidentales como Estados Unidos, sino también porque les sirve para debilitarlos en medio de la guerra. Las consecuencias sobre el comercio y lo que eso conlleva para las potencias mundiales es el otro resultado que buscan los extremistas del Medio Oriente.
No menos importantes son sus nexos con el régimen iraní y el grupo terrorista libanés Hezbolá. En 2016 hubo advertencias de Yemen (país con costas que dan al estrecho de Bab al Mandeb) de que el grupo terrorista, respaldado por Irán, “ayudaba a los rebeldes a llevar a cabo ataques transfronterizos en Arabia Saudita”. Ese mismo año, Estados Unidos también sospechaba del papel iraní en nuevos ataques de hutíes. Casualmente, el pasado 7 de octubre, Hezbolá disparó contra tres puestos israelíes en la frontera con el Líbano como muestra de “solidaridad” con sus cómplices de Hamás. En resumen, se trata de una triangulación de extremistas islámicos contra Israel y sus aliados.
Comunicado de la Unión Europea y EEUU
Para tomar mayor dimensión el asunto, vale destacar que por el estrecho de Bab al Mandeb pasaron alrededor de 8,8 millones de barriles de petróleo diarios y unos 4100 millones de pies cúbicos diarios de gas natural licuado (GNL) solamente en el primer semestre de 2023, según cifras del Departamento de Energía estadounidense (EIA, por sus silgas en inglés). Es decir, 12 % del petróleo transportado por vía marítima en todo el mundo y 8 % del gas.
Eso explica por qué Washington envió mensaje a los hutíes exigiendo detener los ataques. Pero el pedido sigue siendo ignorado. Un informe de Axios revela que el enviado especial de EE. UU. para Yemen, Tim Lenderking, pidió a sus homólogos en Arabia Saudita, Omán y Catar que transmitieran la exigencia. La Unión Europea emitió su propio comunicado para recordar que “los numerosos ataques procedentes de territorios controlados por los hutíes en Yemen amenazan la navegación internacional y la seguridad marítima, en grave contravención del derecho internacional”.
Sin embargo, aún no se avizora ninguna desescalada del conflicto, como tampoco ocurre en Gaza.