MIAMI — El obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de la diócesis de Estelí, monseñor Rolando Álvarez, sufre más de 500 días preso en las mazmorras del régimen de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, luego de condenarle a 26 años y cuatro meses de cárcel por supuesta «traición a la patria, propagación de noticias falsas y desacato».
Ortega continúa su cacería contra la Iglesia católica que inició en víspera de la Navidad. Se registran 18 nuevas detenciones contra clérigos con lo que la cifra de encarcelados se eleva a 19, y más de 20 laicos.
El 18 de octubre, 12 sacerdotes fueron liberados y expulsados por Ortega con destino al Vaticano. Solo monseñor Álvarez quedó tras los barrotes y en condición de aislamiento, pero la lista de detenciones creció durante la última oleada y supera en un 50% la cifra de quienes deportados hace tres meses.
Las nuevas detenciones ocurren en medio de un clima de tensiones entre la dictadura sandinista y la Iglesia católica, cuyas relaciones se encuentran fracturadas desde el estallido social de abril de 2018, tras las protestas antigubernamentales que demandaban un cambio político.
La respuesta del régimen fue una brutal represión que dejó más de 355 personas asesinadas. Daniel Ortega acusa a la Iglesia católica de apoyar a los manifestantes y ser parte de un supuesto fallido “golpe de Estado”.
Redada
La nueva redada contra una veintena de sacerdotes ocurre con el retorno del Ministerio del Interior (MINT), un temido organismo represivo durante la primera dictadura sandinista (1979-1990), señalado de espionaje, encarcelamiento, torturas, asesinato de opositores y persecución de católicos en esos años.
Con el regreso del MINT, Ortega busca amedrentar y controlar cualquier disidencia o discurso no alineado al proyecto totalitario de la llamada “revolución sandinista”.
Papa pide diálogo
La Conferencia Episcopal Nicaragua no se ha pronunciado sobre la redada contra los líderes religiosos, pero llama a la oración, pero el sumo pontífice, el papa Francisco, se pronunció en la misa del Ángelus en 2024 y expresó “preocupación” por la situación política en Nicaragua y el arresto de sacerdotes y seminaristas, incluyendo dos obispos, y pidió buscar “el camino del diálogo” para resolver la crisis en ese país.
“Sigo con preocupación por lo que está sucediendo en Nicaragua, donde obispos y sacerdotes han sido privados de la libertad. Que se busque siempre el camino del diálogo para superar las dificultades», señaló el sucesor del apóstol Pedro.
Una fuente vinculada a la Iglesia, que por razones de seguridad prefiere mantener en reserva su identidad, declaró que podría propiciarse un diálogo entre la dictadura y la Iglesia como sugirió el Papa.
Entretanto, el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua, cumplirá 75 años el 7 de marzo, por lo que debe presentar su renuncia en conformidad con el Código de Derecho Canónico de la Iglesia.
Según la fuente, Ortega está interesado en que el posible sucesor de Brenes se ajuste a los lineamientos de ese régimen, y cree que la redada tendría como objetivo negociar los nuevos nombramientos que incluirían a los sustitutos del cardenal Brenes y los obispos de la diócesis de Matagalpa, también encarcelado, y Estelí, jubilado.
Persecución
Las agresiones verbales y físicas contra religiosos han sido constantes desde las protestas de 2018. Ortega y su esposa no solo los llama “hijos del demonio” o “mafia organizada”, sus agresiones han pasado de las palabras a la represión.
Las fuerzas de Ortega dispararon contra la parroquia Divina Misericordia, en julio de 2018, donde un grupo de estudiantes se había refugiado huyendo de los grupos paramilitares, dejando como saldo un estudiante muerto.
Quemaron la Capilla de la Sangre de Cristo en la Catedral de Managua. Una simpatizante del régimen lanzó ácido en el rostro al sacerdote Mario Guevara.
Por otro lado, más de un centenar de religiosos se han visto obligados a exiliarse, otros han sido expulsados o no le han permitido retorno al país.
La tensión también ha estado marcada por la prohibición de procesiones católicas y el cierre de la misión diplomática en el Vaticano.
Estados Unidos exige a Ortega la liberación del obispo Álvarez y otros países, primordialmente europeos, también piden la liberación inmediata.
El régimen sandinista publicó la valoración médica del obispo, que fue realizada en presencia de altos oficiales de la policía al servicio de Ortega, lo que, afirmó el doctor Richard Sáenz, médico nicaragüense en el exilio, violó “el sagrado derecho al sigilo médico en perjuicio de monseñor Álvarez”.
Detenidos
Monseñor Carlos Avilés, vicario general de la Arquidiócesis de Managua
Monseñor Isidoro Mora Ortega, obispo de la diócesis de Siuna
Monseñor Óscar Escoto, vicario general de la diócesis de Matagalpa
Monseñor Silvio Fonseca, vicario de la Familia, Vida e Infancia de la Arquidiócesis de Managua.
Monseñor Marcos Díaz, de la diócesis de León, vicario de la Iglesia de Santo Tomás, en Corinto.
Monseñor Miguel Mantica, párroco de la iglesia San Francisco de Asís
Monseñor Ismael Serrano, párroco de San Miguel Arcángel
Sacerdote Pablo Villafranca, párroco de la Iglesia Nuestro Señor de Veracruz, en Nandaime
Sacerdote Héctor Treminio, párroco de la iglesia Santo Cristo de Esquipulas.
Sacerdote Fernando Calero, párroco de la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en Rancho Grande, Matagalpa
Presbítero Yader Hernández, tercer vicario de la Catedral de Matagalpa
Sacerdote Gerardo Rodríguez, párroco de la Purísima Concepción
Sacerdote Raúl Zamora, parroquia Divina Misericordia
Sacerdote Mykell Monterrey, iglesia Nuestra Señora de Candelaria
Sacerdote Gustavo Sandino, párroco de la Nuestra Señora de los Dolores, en Jinotega
Seminaristas Lester Sáenz, Tony Palacio, del Seminario Interdiocesano Nuestra Señora de Fátima y Francisco Castilblanco, de la diócesis de Jinotega