domingo, noviembre 24, 2024
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Xóchitl Gálvez y el efecto gaseosa

Javier Sánchez Glez,

Hace apenas cuatro meses que Xóchitl Gálvez fue nombrada candidata a la Presidencia por la coalición Fuerza y Corazón por México (PAN-PRI-PRD) y la elegida para hacer de oposición a la candidata oficialista de Andrés Manuel López Obrador, Claudia Sheinbaum. Apareció como un soplo de aire fresco, como la candidata ideal tras cinco años de desnorte absoluto de la oposición obradorista. Su comunicación, y su discurso, resultaron frescos, llamativos, con golpes de efecto como aquel spot creado por inteligencia artificial. Parecía capaz, incluso, de aglutinar a todas las fuerzas opositoras y de sacar gente a las calles, con acto de proclamación en el Ángel de la Independencia capitalino incluido. AMLO hablaba de ella en sus mañaneras, las columnas de opinión giraban en torno a ella, Claudia le contestaba…

Aún estaba lejos en las encuestas pero parecía que, al menos, podría dar la batalla.

¿Qué queda de aquello después de cuatro meses? Nada.

Hoy Xóchitl Gálvez ha pasado a resultar indiferente a la opinión pública. Y nada peor que la indiferencia para un candidato opositor. Según la última encuesta de Áltica (encuestadora con mayor acierto en 2023), su distancia respecto a Sheinbaum prácticamente ni se ha movido. Según otras encuestas, como la de El Financiero, la distancia ha aumentado.

Nada queda de los golpes de efecto comunicativos del lanzamiento de la candidata. Nadie ya habla de ella. Ni AMLO, ni Claudia, ni los mexicanos.

A seis meses del proceso electoral, todo parece una marcha triunfal para la candidata oficialista.

¿Qué puede hacer Xóchitl Gálvez ante esto? Sólo le queda una cosa: construir discurso. Olvidarse de herramientas de marketing vacías, olvidarse de acumular asesores que prometen resultados mágicos, y olvidarse de imitar fórmulas exitosas en otros lugares, como disfrazarse de Bukele o Milei. Volver a su esencia mediante la construcción de un discurso que represente a una gran parte de México que está descontenta con la gestión de López Obrador en temas como la seguridad, la desigualdad, o que creen que la economía podría ir mejor.

Hacer una metacampaña hablando de la campaña, pidiendo piso parejo, hablando del INE o discutiendo las encuestas, sólo le alejará aún más de la población. Si no dices nada diferente, Xóchitl Gálvez, nadie se parará a escucharte. Las formas y el marketing sirven para llamar la atención en un momento dado, pero si pasado el tiempo sólo tienes eso, ocurre lo que le está pasando: que nadie ya repara en ello. La relevancia se mantiene en el tiempo con las palabras.

Los golpes de efecto sirven como descorche y llaman la atención, pero si no hay nada más, te conviertes en exponente perfecto de lo que es el efecto burbuja. Sin apenas fuerza, Xóchitl Gálvez será un juguete roto y una oportunidad perdida. Sólo se gana una campaña electoral teniendo una buena estrategia, sin improvisar.

La buena noticia para la oposición en México es que tiene tiempo. La mala noticia, también, es que queda tiempo. Y toda intención de voto es susceptible de bajar hasta que llega la elección y es aún más baja de lo que indicaban las encuestas que te dedicaste a cuestionar durante meses y meses. Harían bien Xóchitl y su equipo en parar unos días, encargar nuevos trabajos de investigación cualitativa, confiar en asesores que no estén contaminados por contiendas anteriores, y contar con nuevos speechwriters y estrategas que le planteen un nuevo escenario a seis meses vista en el que los golpes de efecto dejen paso a una hoja de ruta construida en base a un discurso que conecte, de verdad, con el electorado mexicano. Porque si no, este año en México no habrá elección presidencial. Habrá, simplemente, un proceso de proclamación de Claudia Sheinbaum como sucesora de López Obrador. El tiempo se acaba, y si no lo remedia nadie, a la oposición mexicana le quedarán otros seis años de peleas, división y vuelta a empezar.

Y Morena seguirá en un camino de rosas, gobernando hasta que se canse, con el único objetivo de batir el récord de años gobernando que marcó el PRI. Y sacarles del poder, con todo el aparato del Estado cada vez más a su favor, será cada vez más complicado.

Fuente: Panampost

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