martes, noviembre 19, 2024
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Paquetazo ‘socialista’ del régimen enfurece a los cubanos: «Nos van a matar de hambre»

LA HABANA.- Después que el destartalado camión volcara los desechos en el vertedero de la Calle 100, Marianao, municipio al suroeste de La Habana, cuatro hombres y dos mujeres comienzan a hurgar entre la inmundicia en busca de comida o cualquier cosa que sirva para reciclar. De lejos parecen figuras fantasmagóricas que se desplazan en silencio rodeados por una montaña de basura.

Justiz, uno de los que allí suele recoger desechos, tiene el rostro hinchado, los brazos extremadamente delgados, el pelo grasiento y ensortijado y la piel amarillenta inconfundible de los alcohólicos. Necesita con urgencia un baño con agua y jabón. Viste una mugrienta camisa de mangas largas y tenis deportivos sucios y remendados. Cuando habla, se siente el aliento del ron peleón, una combinación de alcohol casero filtrado con carbón industrial: el trago habitual de los más pobres entre los pobres en Cuba.

En su opinión, hurgar en la basura puede ser un buen negocio. “Quizás no se sepa, pero la basura es tremendo negocio en el capitalismo, donde hay gente que se hace millonaria”, dice Justiz, mientras registra un nailon negro de vísceras de cerdo del cual salía un hedor espantoso.

Y cuenta que hace cinco años, en el vertedero de la Calle 100 botaban trozos de lomos de cerdo y pollos enteros que estaban descompuestos. «Lo lavabas bien con agua y sal, le quitabas el mal olor y listo para cocinar. También encontrabas equipos electrónicos que aún funcionaban y se le sacaba mucho dinero. Ahora apenas encuentras basura útil para tantos ‘buzos’ (los que hurgan en contenedores de basura). Conozco a profesionales que la jubilación no les alcanza y registran latones de basura, sobre todo en Nuevo Vedado y Miramar. En esos lugares, el fin de año botaron sobras de cerdo y pavo y restos de turrones. Lo que hay que tener es paciencia. Y suerte, claro».

Habaneros como Justiz no siempre comen caliente una vez al día. Residen en covachas improvisadas en las afueras de la capital y en ocasiones son alcohólicos, drogadictos, padecen disturbios mentales o proceden de familias desestructuradas. Dayana tuvo una infancia feliz hasta que murió su madre. «Entonces comenzó mi calvario. Un pariente me violaba y luego me sacó de la casa. Era bonita y de buen cuerpo. Pero el alcohol y la mala vida me han pasado la cuenta”, confiesa. Y se tira a dormir encima de unos cartones en un portal de La Víbora, barriada al sur de la ciudad.

Justiz y Dayana coinciden que en los últimos tres años comer se ha convertido en un lujo para los ‘deambulantes’, término utilizado por los medios estatales al referirse a mendigos, pordioseros y personas sin techo que hoy se encuentran en casi todas las provincias.

“Si para quienes trabajan y tienen casa es un dolor de cabeza conseguir un plato de comida, imagínate para nosotros, que dormimos en las calles y portales. Ya casi nadie bota sobras de alimentos. Y la comida que te dan en los comedores pertenecientes a la asistencia social es poca, mala y cara y no siempre nos alcanza el dinero. Muchos nos tratan como si fuéramos animales. Y al Estado no le importamos”, dice Justiz.

A Gerald, dependiente en un agromercado, más que la crisis económica y la creciente inflación, le preocupa cómo la sociedad cubana ha ido perdiendo los valores cívicos. “Es alarmante ver a niños y ancianos que se prestan para robarte. A mi tarima vienen todos los días unos cuantos viejos y chamacos que aparentan estar mirando las viandas y al menor descuido se llevan plátanos, guayabas, tomates, lo que sea. Otros no roban, pero me piden que les regale los productos que están a punto de podrirse. A veces son personas decentes y preparadas. Si el gobierno sigue apretando la soga, Cuba se convertirá en una nación de hambrientos, rateros y pedigüeños. Nunca pensé que viviría situaciones tan extremas. Ya lo dijo la Biblia, se verán horrores”.

José Carlos, ingeniero, considera que la podredumbre moral y falta de educación es un reflejo de una sociedad que está en caída libre. “Esta regresión comenzó con la desaparición de la Unión Soviética. La Venezuela de Hugo Chávez frenó en algo el retroceso con los subsidios petroleros y miles de millones de dólares que el gobierno cubano despilfarró y apenas invirtió en obras públicas. La industria se descapitalizó y la mayoría de las producciones, cosechas agrícolas y elaboraciones de alimentos han retrocedido o están paradas. Cuba sobrevive gracias al dinero que le dejan de pagar a los médicos en el exterior y las remesas de los antiguos gusanos. A los emigrados hay que erigirles una estatua y ponerla en la antigua Plaza Cívica. El panorama es cada vez peor porque no existe un líder capaz de revertir la situación. GAESA y los militares son los que gobiernan en la sombra. A Díaz-Canel lo han puesto para administrar la isla junto a una caterva de burócratas, corruptos y mediocres. No sé de qué forma los cubanos vamos a salir de esta desgracia. Si la situación no cambia, moriremos de hambre”.

Cuando usted conversa con cualquier ciudadano en la calle, percibe una sensación de rabia, impotencia, frustración. Sandra, peluquera, reconoce que ya no soporta vivir en Cuba. “Tantas mentiras del gobierno no auguran un futuro esperanzador. Soy religiosa y a veces creo que es un castigo de Dios, y me pregunto qué hemos hecho los cubanos para merecer tan mala suerte. Si no emigro pronto me vuelvo loca”.

Oscar, profesor jubilado, piensa que cada pueblo tiene lo que se merece. «Le dimos un cheque en blanco a unos sinvergüenzas y ahora lo estamos pagando. No hemos tenido el valor ni el decoro de reclamar nuestros derechos y expulsarlos del poder. La gente se siente traicionada, engañada, estafada. Cuba se ha convertido en una selva donde solo sobreviven los más fuertes. Siento pena por los millones de ciudadanos que aplaudimos a Fidel Castro, yo incluido. Nos toca jodernos y rezar, a ver si un milagro nos quita a esta gentuza de encima”.

Miguel, emprendedor privado, subraya que mientras “la gente pueda emigrar, no va a salir a la calle a exigir cambios políticos, económicos y sociales. Vamos camino de ser la Corea del Norte del Caribe. De llegar a ese extremo, necesitaríamos una intervención humanitaria de la ONU”.

Casi todas las personas con las cuales uno conversa opinan que el nuevo paquetazo ‘socialista’ aprobado por el régimen provocará otra ola inflacionaria y empobrecerá todavía más a los cubanos de a pie. Si el presente de Cuba da miedo, el futuro asusta.

Fuente: Diario Las Américas

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