Marcelo Duclos,
Hizo falta tocar fondo para que la ciudadanía reclame un cambio de raíz, que saque el país del fracaso del estatismo. Es probable que, sin el Frente de Todos, nada de esto hubiera pasado.
Dice el refrán que no hay mal que por bien no venga, pero lo cierto es que Argentina pagó muy caro (sigue pagando… y lo hará por años) el último experimento del kirchnerismo, con Alberto Fernández y Cristina Kirchner.
Vayamos por un instante a ese 2019, cuando el Frente de Todos derrotó en primera vuelta a la dupla de Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto. El clima de ideas que se veía era muy diferente. La cuestión conceptual, que La Libertad Avanza puso en el escenario en 2023, estaba completamente ausente. Había dos tercios polarizados (macrismo y kirchnerismo) que discutían superficialidades, cuestiones estéticas y asuntos que por momento parecían de identificación de clase. El tercio restante, alejado de la grieta, votó en su mayoría por Fernández. La razón era, básicamente, el enojo del aumento de tarifas y un incipiente, además de tardío, ajuste que no se explicó bien.
¿Cómo iba a resolver los problemas Alberto Fernández? No lo dijo nunca en campaña, claro. Así llegó al gobierno, sin ningún plan, y se convirtió en el peor presidente de la democracia argentina. El voto liberal en esa instancia, con la candidatura de José Luis Espert, anduvo en el 2 %.
Mauricio Macri, que dice comulgar con muchas ideas de Javier Milei, no se animó nunca a hablar sobre una defensa abierta del modelo liberal. Los que lo conocen en la intimidad dicen que esas ideas sí forman parte de su concepción del mundo, pero evidentemente consideró siempre que el electorado argentino no estaba listo para una propuesta política de conceptos claros y explícitos.
Estaban todos equivocados. En Juntos por el Cambio, por subestimar a la gente, y en el peronismo, por creer que los argentinos aún compraban los espejitos de colores del populismo empobrecedor. Así Milei llegó a la presidencia, con una propuesta realista, incluso incómoda, hablando de los verdaderos problemas del país y su única solución: reducción del Estado y capitalismo de libre mercado.
Luego de tantos discursos para el olvido por parte de Alberto Fernández en los foros internacionales, Javier Milei llegó a Davos. Allí se mantuvo firme en su propuesta argentina. Cuestionó a las organizaciones internacionales infiltradas por el socialismo y defendió a los emprendedores como únicos creadores de riqueza. También, el mandatario aniquiló la agenda progresista, que suelen aplaudir y avalar los líderes del mundo de todos los partidos políticos.
Seguramente, más de un empresario presente se habrá preguntado qué pasó en este país, que pasó del peor de los populismos a lo que podría ser la propuesta más seria del planeta. Los argentinos, que seguíamos la transmisión desde nuestros hogares nos preguntábamos lo mismo.
Más allá de lo esperanzador de un futuro que promete buenas noticias para Argentina, es imposible dejar de preguntarse si el país tenía que caer tan bajo, para llegar a adoptar propiamente el sentido común. Claro que la respuesta a este misterio es contrafáctica, por lo que quedará en la especulación de cada uno, lo que hay que reconocer que todo parece indicar que sí.