Enrique Ramírez Yáñez,
“Quien no es capaz de estar solo…
“No merece ser acompañado”, escribió JOSÉ MARTÍ, el mártir cubano.
(MARTÍ no fue un guerrero, ni un caudillo militar, ni un líder político. Fue solo un poeta, un poeta romántico, inmenso – “Cuánto diera yo/ por desenredar el nudo / de tu roja cabellera / sobre tu cuerpo desnudo” / – que soñó con libertar a Cuba del dominio español, y armado de sus poemas – la letra bellísima de “Guantanamera” también es suya – y de un revólver ( el revólver de cinco tiros acababa de salir al mercado, y un admirador suyo le regaló uno. El admirador de todas maneras se quedó en Miami, por si acaso), y acompañado de unos cuantos cubanos tan románticos como él y tan impreparados militarmente como él, invadió la Cuba de sus amores. Sus paisanos lo dejaron solo. Por cobardía, o por indiferencia, o por cálculo, pero lo dejaron solo.
MARTÍ murió en su primer combate, y pasaron muchos años antes de que los gringos fueran a Cuba a cumplir con su sueño. ¡Qué paradoja! MARTÍ, que murió luchando por la libertad, sufre, desde la eternidad, la afrenta de verse convertido en símbolo de un régimen tiránico que acabó con la libertad de los cubanos).
Me acordé de la frase citada al presenciar el insólito y antidemocrático espectáculo protagonizado por un presidente de la República en ejercicio de sus funciones, que acude ante la Fiscalía para poner todo el peso de su poder sobre la resquebrajada balanza de la Justicia, para exigir que pongan preso a un ciudadano inerme y desprotegido, que solo cuenta para defenderse con un pequeño librito que lleva por título “Constitución Política de Colombia”, y por única compañía la razón de sus afirmaciones.
En efecto, el presidente Petro ha denunciado penalmente al expresidente Pastrana porque no pudo tolerar que le dijera la verdad: Que este gobierno está sumergido hasta las orejas en la cloaca del narcotráfico. ¿Pruebas? Sobran. Menciono solo dos: Una: Todos pudimos conocer las declaraciones del hermano del presidente Petro en donde se ufanaba de que su publicitada visita a los narcotraficantes detenidos en La Picota, le había producido al entonces candidato más de un millón de votos. Dos: Las revelaciones que han salido a la luz pública en el proceso contra el hijo del mandatario actual.
Pero no es sólo la cabeza del ciudadano Pastrana la que exige este moderno Herodes. Se trata de un ataque feroz, a fondo, de una dentellada a la yugular de las instituciones que son los pilares de la democracia, a la libertad de expresión, al derecho a hacer oposición, al derecho esencial a disentir. Pastrana es un símbolo, porque es el jefe más radical de la oposición, el que más duro se ha enfrentado a Petro, el que nunca ha dado ni ha pedido cuartel. Y por eso hay que destruirlo, meterlo a la cárcel u obligarlo a exiliarse, para que los demás sepan a qué atenerse.
Mientras tanto, los colombianos hemos permanecidos callados, al margen del asunto, indiferentes, como si el asunto no fuera con nosotros. Tremendo error. Porque, si acaban con Pastrana, después irán por los demás líderes de la oposición, y luego, por usted, por mí, por todos los que nos atrevemos a criticar las actuaciones de este gobierno, incluso contra todos quienes piensen diferente al pensamiento oficial del régimen. Como en todas las dictaduras que en el mundo han sido.
Bertolt Brecht, dramaturgo alemán, describe un personaje que, cuando llegaron por los demás, se quedó callado, porque el asunto no le importaba. Pero, cuando llegaron por él, no pudo decir nada, porque ya era tarde.
Eso nos pasará a los colombianos.
Como escribió el mismo Brecht: “ El que no sabe, es un imbécil. Pero el que sabe y calla, es un criminal”.
El presidente Pastrana no necesita defensores de oficio. Su trayectoria demuestra que se sabe defender solo. Pero ¿dónde están el presidente Uribe, María Fernanda Cabal, Vargas Lleras, Paloma Valencia, el partido Conservador y sus aspirantes presidenciales “in pectore” – Juan Carlos Echeverry y Mauricio Cárdenas, los gremios, los periodistas – que callan medrosos ante el atropello a la democracia, que dicen representar?