Edward Rodríguez,
La coherencia, el coraje y valentía son tres características que describen a la candidata presidencial de la oposición venezolana, María Corina Machado. Es lo que le ha permitido aglutinar un masivo e indiscutible apoyo de la inmensa mayoría de los venezolanos, alcanzando números que la aventajan, por mucho, del resto del liderazgo opositor. Por ejemplo, y según recientes estudios, cuadriplica al dos veces excandidato presidencial y también inhabilitado, Henrique Capriles, quien estaría de segundo en la opinión pública; y sobrepasa a quien aparece en tercer lugar, el gobernador del Zulia y también excandidato presidencial, Manuel Rosales. Ambos, Rosales en 2006 y Capriles 2012 y 2013, fueron contendientes de Chávez y Maduro, respectivamente y aglutinaron amplios respaldos, lo cual revitalizó en su momento a la oposición venezolana.
La realidad hoy es que Machado es la líder de los factores democráticos y cuando la miden con Nicolás Maduro, lo derrota de manera contundente, con una proporción ,según las encuestas, de 70 a 30 por ciento, es decir, ganaría sin atenuantes.
Ahora bien, debemos separar los deseos de la realidad, o como dice el dirigente Luis Beltrán Franco: “la política es el manejo de la realidad”, es decir, el deseo de los casi tres millones de venezolanos de que se respete su voluntad expresada en la Primaria y que María Corina Machado compita legítimamente ha pasado al terreno de lo «poco probable», aunque como decía Montesquieu, «la política es el arte de lo posible”. Maduro y su entorno saben que ir a unas a elecciones frente a Machado, es salir derrotado y perder el poder es algo que el chavismo-madurismo no se plantea.
Entonces, llegada la hora de inscribir a ese candidato, es María Corina con su liderazgo demostrado en octubre de 2023 y ratificado según los últimos sondeos, quien debería nombrar su sustituto o presentar una lista con los nombres de mujeres y hombres que pudieran reemplazarla. Sería un gesto, sin duda, de magnanimidad que la historia se lo reconocería, pues antepondría los intereses del país sobre su legítimo derecho de ser Presidenta de Venezuela.
“Hasta el final”, es derrotar a Maduro con María Corina o con su relevo, y aquí entramos a otra reflexión: es que si el régimen avanza en seguir decidiendo a su “oposición” o si la Plataforma Unitaria nombra un candidato, igual al que le alce la mano o nombre María Corina ganaría la elección.
Esta semana lo advirtió la Unión Europea, Maduro “no puede elegir a sus oponentes”; y además destacaron que el avance logrado con el Acuerdo de Barbados se ha visto “ensombrecido” con actos como la inhabilitación de la candidata presidencial unitaria de la oposición y de Henrique Capriles.
Lo que no se debe aceptar, es tomar la ruta de la abstención y no se logre un acuerdo, obviamente con la participación en el debate y la escogencia de María Corina, que permita tener una candidatura unitaria que recoja la voluntad de cambio y de esta manera enfrentar al régimen y luchar por un triunfo en las elecciones presidenciales.
Llamar a la abstención o propiciar candidatos «postizos» con el aval del régimen, constituiría la pérdida de una oportunidad que, probablemente, no volvamos a tener en muchos años y el daño final sería para todos los venezolanos que nos obligaría a seguir padeciendo seis años más de una crisis que se agudiza cada día en todos los sectores del territorio nacional y , además, sepultaría el clamor de cambio del modelo político que ha controlado los destinos de la nación durante los últimos 25 años, con el saldo de haber arruinado económica, política y socialmente al país