Este es un giro de guion en la trama rusa de injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales norteamericanas que no habíamos visto venir: Biden es el candidato de Putin para las presidenciales de este año.
La respuesta del líder ruso, Vladimir Putin, a una pregunta formulada en una entrevista con los medios estatales ha provocado una avalancha de titulares en los medios norteamericanos. Preguntado por quién prefiere que gane las elecciones a la Presidencia de Estados Unidos el próximo noviembre, Putin se decantó por el actual inquilino de la Casa Blanca, alegando que es un «político más experimentado, predecible y de la vieja escuela».
Durante la misma entrevista, Putin también dijo que cree que los informes sobre el deterioro cognitivo de Biden son exagerados. «Cuando me reuní con Biden en Suiza (hace tres años), incluso entonces ya se hablaba de que era incompetente. No vi nada de eso. Sí, miró sus notas. Honestamente, yo también miré las mías», dijo Putin.
Putin dijo que tenía menos que temer por la salud de Biden que por la posición de Washington sobre Rusia, que calificó de «extremadamente dañina y errónea».
La Casa Blanca respondió a los comentarios de Putin el miércoles, instándolo a mantenerse alejado.
«Señor Putin, debería mantenerse al margen de las elecciones estadounidenses«, afirmó el portavoz de la Casa Blanca, Andrew Bates.
Porque, ya saben, Trump pasó prácticamente todo su mandato bajo la espada de Damocles de una investigación sobre una supuesta colusión del entonces candidato republicano con el Kremlin para manipular las elecciones, la famosa trama rusa que, finalmente quedó en agua de borrajas.
Pero no es una investigación que deba dejarse de lado, porque si no existió acuerdo alguno entre Trump y Putin para influir en las elecciones, sí hubo una trama, y muy peligrosa: precisamente, la urdida por los servicios de inteligencia norteamericanos, en complicidad con la maquinaria demócrata, para acusar de ellos al entonces presidente.
Numerosos observadores sugieren que esta saga no comenzó por azar o por un malentendido, sino que fue un esfuerzo coordinado entre la CIA, Obama y el FBI, y en Washington se rumorea sobre la existencia de una carpeta en la que se detalla todo el complot. Muchos creen que esa carpeta está en posesión del presidente Trump, y esa es la verdadera razón por la que el FBI allanó Mar-a-Lago.
Según publican los prestigiosos periodistas de investigación Michael Shellenberger, Matt Taibbi y Alex Gutentag, el Gobierno de Estados Unidos oculta documentos que incriminan a la comunidad de inteligencia por espionaje ilegal e interferencia electoral. Según esta investigación, la exdirectora de la CIA, Gina Haspel, bloqueó la publicación de una «carpeta» con pruebas que pueden identificar su papel en el engaño de la colusión entre Trump y Rusia.