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Muchos ven en Cuba un ejemplo de manual de los fracasos del socialismo.
Sin embargo, algunos izquierdistas afirman que Cuba no sólo es un éxito socialista, sino que tiene una calidad de vida superior incluso a la de Estados Unidos. Esta afirmación suele aparecer en plataformas de medios sociales como Twitter o Reddit, pero ocasionalmente se abre camino en medios más convencionales, como The Guardian.
Otra estrategia de la izquierda para defender a Cuba es reconocer sus luchas, pero culpar de ellas al embargo de Estados Unidos.
Obviamente, estas dos posturas se excluyen mutuamente, porque Cuba no puede ser próspera y empobrecida al mismo tiempo. Y, sin embargo, me he encontrado con innumerables apologistas que adoptan ambas posturas, a veces incluso en el mismo debate.
La izquierda se ha visto atrapada en una paradoja. ¿Está Cuba floreciendo por el abrazo del socialismo, o está fracasando bajo el peso del embargo estadounidense? No puede ser ambas cosas. Para saber qué posición es la correcta, si es que hay alguna, tendremos que examinar las pruebas actuales e históricas.
¿Hizo rico el socialismo a Cuba?
Un enfoque que podemos utilizar para evaluar la afirmación de que Cuba está prosperando es examinar el Índice de Desarrollo Humano (IDH), una métrica publicada por las Naciones Unidas. El IDH tiene en cuenta varios parámetros, como la salud, la educación, los ingresos y las condiciones de vida, para evaluar el bienestar de los ciudadanos de un país. En los datos vemos que Estados Unidos ocupa el puesto 21 en el IDH, mientras que Cuba ocupa el 83. Así que, basándonos en esta medida mundialmente aceptada, está claro que Cuba no tiene una calidad de vida superior a la de Estados Unidos.
Sin embargo, los defensores del socialismo podrían argumentar que, aunque Cuba no supere a Estados Unidos, sigue estando mejor situada en el IDH que varios países no socialistas de América Latina, como Perú, México, Brasil y Colombia. Esto plantea una cuestión crucial: ¿Puede atribuirse al socialismo la calidad de vida comparativamente superior de Cuba?
Para responder a esta pregunta, debemos analizar los resultados económicos históricos de Cuba. Lo que esto revela es que Cuba fue en su día una nación notablemente desarrollada y próspera. Según un estudio publicado en el Journal of Economic History, la Cuba prerrevolucionaria era “una próspera economía de renta media”, con niveles de renta “de los más altos de América Latina” y casi a la par con algunos países europeos. Sin embargo, tras la adopción del socialismo en 1959, “Cuba descendió en la distribución mundial de la renta”. Así pues, el éxito relativo de Cuba es anterior al socialismo y, de hecho, ha experimentado un declive tras la revolución.
¿Pobre, pero sano?
Otro punto en el que se centra la defensa del socialismo cubano es el supuesto éxito de su sistema sanitario. Sus defensores lo argumentan señalando indicadores como las tasas de mortalidad infantil y los médicos per cápita.
Este argumento también se desmorona cuando consideramos el contexto histórico. En 1957, Cuba tenía la 13ª tasa de mortalidad infantil más baja del mundo, un logro que, con el paso de los años, ha descendido hasta el 49º puesto actual.
La tasa de mortalidad infantil puede ser incluso peor si tenemos en cuenta las deficiencias de los datos del gobierno cubano. Algunos ya han intentado hacerlo, como el economista Roberto M. González. Él descubrió que la “relación entre muertes fetales tardías y muertes neonatales tempranas en los países con datos disponibles se situaba entre 1,04 y 3,03”, pero Cuba “con una relación de 6, era un claro caso atípico”. Estos datos indican que es probable que los médicos hayan estado recategorizando las muertes fetales tardías como muertes neonatales tempranas, sesgando así los datos. Teniendo esto en cuenta, la tasa de mortalidad infantil se sitúa probablemente entre 7,45 y 11,16 por cada 1.000 nacimientos. Esto situaría a Cuba en el puesto 60 del mundo, en el mejor de los casos. Se podrían hacer muchas más correcciones a estos datos, pero esa única corrección basta para demostrar que la clasificación de Cuba es bastante sombría.
A la afirmación sobre los médicos en Cuba también le falta contexto. Cuba tiene muchos médicos per cápita, pero esto se debe a que el gobierno tiene incentivos para que sea así. Los médicos son la exportación más valiosa de Cuba. El gobierno sólo los ve como una mercancía a explotar. Brasil y otros países pagan millones al gobierno cubano por sus médicos y servicios médicos. Pero los propios médicos ven muy poco de ese dinero. A veces sólo el 10%. Los médicos que desertan de Cuba a menudo describen su papel como similar a la esclavitud. La situación de los médicos cubanos no es como para presumir. Es un fracaso del socialismo, no un éxito.
El sombrío panorama
Otra prueba que puede arrojar luz sobre la afirmación de la prosperidad cubana es la tasa de emigración. Es lógico que la gente quiera abandonar países con malas condiciones de vida. Por lo tanto, es digno de mención que durante 60 años Cuba haya tenido sistemáticamente una tasa neta negativa de migración, mientras que Estados Unidos y muchos otros países capitalistas han tenido tasas netas positivas de migración. ¿Por qué la gente está tan ansiosa por irse si la vida es tan buena en Cuba?
¿Podemos culpar al embargo?
Hemos establecido que la prosperidad de Cuba es un mito. Pero aquí la izquierda recurre a su segunda afirmación: que Cuba sólo es pobre debido al embargo estadounidense.
Sin embargo, ni siquiera Fidel Castro y el Che Guevara creían en esta narrativa. Sus relatos sugieren que el embargo, lejos de paralizar al gobierno cubano, en realidad fortaleció la revolución y solidificó el sentimiento antiestadounidense. Cuando le preguntaron si el bloqueo estadounidense era efectivo, Castro dijo que lo era “a favor de la revolución”. Politólogos como Steve Chan y A. Cooper Drury sostienen que “las sanciones pueden crear un ‘efecto boomerang’. En lugar de aumentar el descontento público contra la élite gobernante, pueden producir un síndrome de ‘reunirse en torno a la bandera’ y endurecer la determinación de la población objetivo de resistir la coerción extranjera”. Las dificultades económicas pueden atribuirse al embargo impuesto desde el exterior y no a los malos resultados del régimen en el poder”.
Guevara dijo que el embargo no haría “nada” a la economía cubana. Pero, ¿por qué? En una entrevista de 1985, Castro lo explicó con más detalle. Dijo que otros países socialistas “no sólo nos pagan precios mucho más altos y nos venden sus productos a precios más bajos, sino que también nos cobran intereses mucho más bajos por los créditos.” Podemos confirmarlo con la evidencia histórica proporcionada por el economista cubano Carmelo Mesa-Lago. En su libro Economías de mercado, socialistas y mixtas, señala que Cuba empezó a comerciar con países socialistas como la Unión Soviética ya en 1960, y confirma que “todas las importaciones socialistas combinadas superaron significativamente a las importaciones estadounidenses a principios de ese año”. Esto desafía el argumento de que el embargo fue la causa principal de las dificultades económicas de Cuba, ya que estas luchas económicas se hicieron evidentes inmediatamente después de la revolución.
La mayoría de los efectos del embargo no se dejaron sentir hasta la caída de la Unión Soviética a principios de los años 90. Así pues, Cuba atravesó 30 años de dificultades económicas mientras era apuntalada por la URSS. En los años 90 se produjo una importante recesión, y el gobierno cubano recurrió a moderadas reformas liberalizadoras para contrarrestar los problemas resultantes. El éxito de estas reformas es una prueba más de que Cuba estaría mejor como nación capitalista.
Cuba necesita capitalismo
Hemos resuelto la paradoja socialista cubana. Cuba no tiene éxito gracias al socialismo: sus éxitos son anteriores al gobierno socialista y han disminuido rápidamente desde la revolución. Cuba tampoco es un fracaso debido a las sanciones; históricamente, el embargo ha tenido poco efecto en su economía. La cruda realidad es que la concepción común es correcta: Cuba es, de hecho, un ejemplo de manual de los fracasos del socialismo.
Aun así, es posible que la mejor manera de ayudar a Cuba sea abandonando el ineficaz embargo. Parece que sólo ha servido para fortalecer al gobierno comunista y darle un chivo expiatorio de sus fracasos socialistas. Si Estados Unidos amplía las relaciones comerciales con Cuba, podríamos asistir al fenómeno que algunos economistas llaman “Capitalismo Contagioso”. Es decir, el comercio abrirá Cuba a una mayor influencia de los ideales capitalistas.
Y eso es exactamente lo que el pueblo cubano necesita: libertad económica, no más excusas para políticas socialistas fracasadas.