MIGUEL ÁNGEL MARTIN,
El fracaso de las negociaciones obliga a revisar la idea de un Acuerdo Nacional.
Para nadie es un secreto que todas las reuniones que han tenido el gobierno de Maduro con un sector de la oposición para lograr recuperar la democracia no han sido exitosas, y por ello cada intento que realizan son rechazadas por la mayoría de los ciudadanos. Desde la reunión en República Dominicana, después en México, continuada varios años después en Paris, pasando por Bogotá, y la última conocida, en Barbados, han sido un total fracaso para las partes negociadoras, y cada una de las partes se acusa la una a la otra, evidenciando la incapacidad de representar las soluciones para todos los venezolanos.
No hay duda que cada una de las partes ha logrado el reconocimiento de uno y de otro; así Maduro logra que lo reconozcan como gobierno, y del otro lado, son reconocidos como la oposición. Esto no tendría mayor problema en cualquier negociación, pero la llamada oposición durante muchos años ha vendido a la comunidad internacional y a los venezolanos que ellos eran realmente el gobierno ejecutivo por medio de la figura del presidente interino, y que eran el poder legislativo, desde que eligieron a los diputados de la Asamblea Nacional en el 2015. Al final, en los últimos acuerdos suscritos, se reconoce al señor Maduro como presidente de Venezuela y al señor Jorge Rodríguez como presidente del poder legislativo. Si esta película la ven personas que no conocen a Venezuela, seguro cambian de canal.
Las sanciones y el petróleo:
En cada una de esas reuniones firmaron acuerdos de entendimiento, y Maduro gana terreno logrando se relajen las sanciones contra la empresa petrolera nacional y se suavicen las restricciones bancarias internacionales. Asimismo logra que los Estados Unidos de América liberen por la vía del indulto presidencial a los sobrinos de su esposa, que estaban cumpliendo condenas en cárceles americanas. De manera sorprendente logra que el presidente de Usa emita un documento de clemencia para liberar a quien es señalado como su mayor testaferro, el colombiano Alex Saab, quien estaba siendo enjuiciado en los estados Unidos de América, después de una dura lucha para su entrega por parte de la justicia de Cabo Verde.
También se logran algunas liberaciones de Americanos que estaban presos en Venezuela, y se autoriza a la petrolera Americana Chevron realice negocios petroleros en Venezuela con Maduro como gobierno. Se liberan algunos presos políticos, muy pocos por cierto. En otras palabras, Maduro y su entorno han salido beneficiado por estos acuerdos.
El rechazo de los ciudadanos.
El país sigue destruido, y los ciudadanos siguen haciendo grandes esfuerzos para sobrevivir a las peores calamidades que viven desde hace varias décadas. Los acuerdos no han alcanzado beneficios para los venezolanos, salvo para el entorno del “gobierno” y el entorno de un sector de la oposición, quienes viven una vida de lujos, mientras el pueblo se muere de hambre.
El colmo de estos acuerdos es que están centrados en la celebración de elecciones, pero no democráticas, sino elecciones al estilo de Maduro, toda vez, que se trata de elecciones donde no existe la mínima garantía para los venezolanos de elegir con libertad, y ello obedece al secuestro de las instituciones que pueden dar garantías de democracia, me refiero al Consejo Nacional Electoral, a la Asamblea Nacional, al Tribunal Supremo de Justicia, Ministerio Público, Contraloría General de la República y las Fuerzas Armadas Nacionales.
Esta situación ha producido un rechazo a las personas que se sientan como representes de la oposición; primero, porque la ciudadanía no los reconoce como sus representantes; segundo, porque existe otro espectro de la oposición que también plantea propuestas país y exige respeto por sus espacios, presentando además nombre de candidatos presidenciales; tercero, y lo más grave, que en los temas de las reuniones no están las necesidades inmediatas de la gente, y la prueba es que en el contenido de los documentos de los acuerdos no existen soluciones de los problemas inmediatos de la gente, como alimentos, medicinas, atención médica, seguridad, entre otros.
La imposibilidad de conformar una línea de oposición respetable.
La oposición ha demostrado por años que no tienen la posibilidad de conformar una línea de oposición seria y respetable que logre pararse frente al gobierno y dirigir acciones que permitan el balance del poder, ni siquiera tienen la capacidad de exigir cumplimiento de políticas públicas. La oposición se centra en destruirse y descalificarse, además se sientan con el gobierno en mesas diferentes, al punto que cualquier grupo que se califique de independiente, es atacado por sectores de la oposición. Frente a esta situación Maduro se ríe en sus caras, porque no tiene que hacer mucho para dividirlos y vencer.
El Acuerdo Nacional, una solución.
Los venezolanos necesitamos un gran acuerdo nacional, donde estén presentes todos los actores de la política venezolana, y muy importante los representantes legítimos de la sociedad, me refiero a la Academia, Universidades, Colegios Profesionales, Sindicatos, Estudiantes, Cámaras de Comercios, Iglesias, etc. Se trata de un gran acuerdo donde se encuentren todos los actores políticos, sin exclusión ni discriminación, y lo más importante que esté presente la sociedad civil organizada en las instituciones que reúnen a todos los venezolanos.
Decir que Venezuela está bien es una gran mentira, y solo podemos salir del pantano que tenemos como país, aceptando la mala situación que vive la gente, así como el hecho de que todos deseamos un cambio hacia el bienestar, incluso aquellos que han apoyado al “madurismo”.
Como ha señalado la Iglesia Católica, existe coincidencia de la mayoría venezolana que rechaza la actual situación con salarios y pensiones miserables, con lamentables servicios de educación y salud pública, con la inversión productiva moribunda, con los servicios de agua y luz en sobresalto y con más de siete millones de exiliados y otros desesperados por emprender camino hacia el doloroso destierro; resaltando que entre los opositores que buscan el renacer de Venezuela en democracia, ninguno tiene la fuerza suficiente para derrotar al actual gobierno y conducir exitosamente la necesaria transformación y construcción del país, siendo imprescindible dialogar y llegar a acuerdos.
Existe un cansancio de tanta polémica y dificultad en el día a día de los ciudadanos, y esta situación real nos obliga a proponer un nuevo camino sin dejar de tomar en cuenta la necesidad de justicia que pide la población, dentro de lo que denominamos un “Acuerdo Nacional”.
Recatar el significado del diálogo y hacer una verdadera negociación
La mayoría de los conflictos se resuelven por la vía de una verdadera negociación, y de acuerdo con la teoría del conflicto hay que analizar el origen del conflicto para verificar formas de solución. En el caso de Venezuela el autoritarismo impuesto por varias décadas requiere de una negociación de alto nivel y responsable. A partir de esta premisa se abren las puertas de una negociación como salida, y para ello se requiere presionar a todos los actores principales que hagan posible llegar a este escenario, entendiendo que mientras no se inicie una negociación en los términos señalados, seguiremos viviendo calamidades que seguramente aumentarán.
Creer que la elección presidencial de este año024 es la solución de los problemas del país es ser inocente, y la realidad es que queremos cambiar Venezuela por una nueva, recreada en l 2o político, económico y social. En este punto, debemos reflexionar y centrarnos en recuperar nuestra Nación buscando la paz sin olvidar la justicia, abriendo paso a un Acuerdo Nacional para recuperar el país, sin importar quien sea el presidente de la República, por supuesto, nuestro anhelo es que sea producto de unas elecciones que cumpla con los estándares de la democracia.
Nuestro reto como venezolanos debe ser construir la democracia institucionalidad que exige la nación para los próximos desafíos, con venezolanos que tenga a Venezuela primero en su corazón y que tengan la preparación ética y profesional. Es necesario un liderazgo capaz de cambiar rápidamente y desatar las conciencias y fuerzas de todos los actores del país, apartando la rabia, las diferencias y la discriminación.
El panorama actual sigue siendo hostil de lado y lado, y es imperativo llegar a un escenario de acuerdos constructivos principalmente para paliar los problemas que aquejan hoy a la población, porque no hacerlo es seguir la senda actual del fracaso que mantiene al país en el pantano.