SONIA SCHOTT,
El presidente Joe Biden se enfrenta ahora a un dilema difícil y arriesgado por su política hacia Israel en la guerra en Gaza.
Todos los indicios de las encuestas de opinión y de las recientes votaciones en las primarias muestran que los partidarios de los demócratas están preocupados por la decisión del Presidente, de seguir respaldando a Israel con armas y municiones, a pesar de que el número de víctimas entre los civiles palestinos está aumentando a un nivel tanto alarmante como inaceptable.
La decisión inicial de La Casa Blanca de respaldar a Israel en su determinación de eliminar la amenaza que representa Hamás en Gaza era inevitable tras las atroces atrocidades cometidas contra el pueblo israelí el 7 de octubre.
Ahora bien, la crisis humanitaria originada después de cinco meses de conflicto en los que más de 30.000 palestinos, incluyendo niños, han muerto, mientras pueblos y ciudades han sido destruidos en Gaza, ha cobrado tal importancia, que Biden ha tenido que cambiar de posición.
Si bien todavía apoya a Israel en su intento de destruir a Hamás y sigue armando al ejército israelí, paralelamente está enviando 1.000 tropas estadounidenses a la región para construir un puerto temporal para facilitar la entrega de ayuda alimentaria a los palestinos. Una situación que parece contradictoria.
Al mismo tiempo, el mandatario ha trazado una “línea roja” advirtiendo al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, de no atacar la ciudad de Rafah, al sur de Gaza, debido a la presencia de 1,2 millones de civiles palestinos refugiados allí.
Parece que la historia se repite una vez más.
¿Por qué los presidentes estadounidenses se ven tentados a emitir ultimátums que no pueden o no quieren cumplir?
En 2015, Barack Obama advirtió a Siria que, cualquier uso de armas químicas contra el pueblo sirio provocaría represalias instantáneas por parte de Estados Unidos, sin embargo, no pasó nada.
¿Qué hará Biden si Netanyahu sigue adelante con el ataque a Rafah? ¿Dejará de armar y apoyar a Israel?
Eso es dudoso, entonces ¿por qué lanzar una advertencia? si sabe que Netanyahu está comprometido con terminar el trabajo en Gaza y eso significa invadir Rafah, donde Israel cree que se esconden los principales líderes de Hamás.
El argumento de Netanyahu es que tiene que impedir que Hamás vuelva a repetir lo que hizo el 7 de octubre, matando a 1.200 israelíes pero para Washington y sus aliados occidentales el panorama ha cambiado: ahora se trata de evitar más muertes palestinas y salvar al pueblo de Gaza de la hambruna que lo está consumiendo.
Es obvio que hay un choque de estrategias entre Tel Aviv y Washington, por lo que declarar una línea roja le va a complicar la vida a Biden, si Netanyahu la ignora.
Lo que salvaría la situación y por ende a Biden es, si las fuerzas de defensa de Israel encontraran a los restantes líderes de Hamás junto a su estructura de mando en Rafah, sin causar más destrucción ni muertes inaceptables.
Sin embargo, si Rafah recibe el mismo trato que Gaza y Khan Younis, la destrucción y las muertes de civiles serán inevitables.
Sería un momento decisivo en la guerra pues Biden enfrentará la decisión de si castigar o no a Israel y como.
Si el número de víctimas palestinas sigue aumentando como hemos visto en los últimos meses, un importante grupo de votantes estadounidenses podrían culpar y castigar electoralmente a Biden, alejando sus esperanzas de ganar un segundo mandato presidencial.
Por otro lado, el esfuerzo a gran escala del ejército estadounidense para entregar alimentos y medicinas, para de alguna manera contrarrestar el hambre y la desnutrición en Gaza, servirán para crear una imágen positiva que ayude a suavizar las críticas sobre el continuo apoyo del mandatario a Israel.
En todo caso, la construcción del puerto temporal tardará unos 60 días, por lo que mucho dependerá de lo que haga Israel en Gaza en esos dos meses.
Mientras tanto el rival republicano, Donald Trump, ha asegurado anteriormente que apoya a Netanyahu en sus esfuerzos por destruir a Hamás pero de cara a los últimos desarrollos ¿también cambiará de posición?
En esta carrera electoral, que ahora se confirma como una repetición de Biden/Trump 2020, ¿puede la crisis humanitaria tener la última palabra?