La complicadísima herencia económica que recibió Javier Milei en Argentina tiene al gobierno argentino en desafíos constantes. Sin embargo, la coyuntura política le brinda algo de aire a la nueva administración: la falta de una voz clara que lo confronte de la vereda de enfrente.
Con las encuestas evidenciando un respaldo mayoritario, y ante la “luna de miel” más inexplicable de la historia (ya que el electorado comprende a la perfección que la complicada situación y el duro ajuste no tiene a Milei como responsable), las voces opositoras son dispersas. Además, aunque varios dirigentes se quieren poner el traje de candidato, lo cierto es que tienen a los números en contra.
Según la consultora Proyección el referente opositor con más amplio respaldo de un sector del electorado es el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. El economista kirchnerista estaría contando con un aval del 32,9 %. El representante más puro del cristinismo en la actualidad, aunque parece ostentar una cifra que lo pone en ese rol indiscutido de principal contrincante, padece el mismo problema que su jefa política: altísimo piso como para empezar a conversar, pero techo bajo, casi a la altura del piso en cuestión. Es decir, el tercio duro del kirchnerismo. Un porcentual nada despreciable en una fuerza política, pero absolutamente imposibilitado de llegar al 51 % para triunfar en un balotaje.
Este fenómeno explica que el kirchnerismo haya mantenido la provincia de Buenos Aires. Allí no hay segunda vuelta y se gana por un voto. Si el oficialismo pretende reelegir y ganar el importante distrito, Milei deberá consolidar una alianza antikirchnerista, que reúna a todos los espacios políticos para arrebatarle el bastión al peronismo K.
En el segundo puesto aparece un golpeado Sergio Massa. El derrotado por Milei en el balotaje cosecharía un 16,2 %. Dado que el exministro de Economía nunca pudo seducir al votante kirchnerista más ideologizado (que lo votó cuando era la única opción), se explica la situación que cuente con la mitad del respaldo que Kicillof. Hasta el momento, el peronismo no supo dar segundas oportunidades a los derrotados: Ítalo Luder perdió en 1983 y no pudo volver a intentarlo. Carlos Menem no consiguió retornar a la Casa Rosada en 2003 y quedó relegado por el kirchnerismo. Daniel Scioli cayó ante Macri en 2015 y terminó como funcionario de Milei. Aunque todo puede pasar en Argentina, Massa sabe que no cuenta con grandes chances de volver a diputar la presidencia.
Continúan dando forma a la devaluada lista de candidatos opositores el “radical K” Leandro Santoro con el 14,4 %, personaje desconocido para la mayoría de los argentinos, Juan Grabois, con el 11,7% y Martín Lousteau con el 10,2 %. Grabois es considerado por la mayor parte del electorado como un extremista, por lo que no tiene muchas oportunidades de despegar y Martín Lousteau pertenece a una facción del radicalismo, que ni siquiera representa a la totalidad del partido. Por su parte, el exvicepresidente peronista Carlos Ruckauf (que muestra simpatía por la gestión actual) consideró que este último sería el elegido por Cristina Kirchner para intentar reeditar lo que fue el Frente de Todos con Alberto Fernández: elegir un delfín que la ayude a perforar su techo. Sin embargo, el fracaso total de este experimento no parece brindar la suficiente plataforma como para volver a intentarlo.
Aunque el oficialismo enfrenta durísimos desafíos económicos, el respaldo de la ciudadanía y la dispersión opositora le permiten cierto margen para seguir avanzando con las reformas necesarias.