Las relaciones entre el régimen sandinista de Nicaragua y el gobierno de Vladímir Putin en Rusia se vuelven cada vez más estrechas. Luego de declararse “plataforma regional” del Kremlin “en todos los campos”, la dictadura de Daniel Ortega firmó una declaración conjunta para “contrarrestar, mitigar y compensar las consecuencias negativas de las medidas coercitivas unilaterales”. Es decir, es un documento que rechaza y propone la evasión de sanciones internacionales.
El enviado a firmar este acuerdo en Moscú fue Laureano Ortega Murillo, hijo del dictador centroamericano y de la vicepresidente Rosario Murillo. Él se convirtió en la representación internacional para que sus padres cierren convenientes tratados con países antioccidentales como China y Rusia. Del otro lado, Putin envió en su nombre a Serguéi Lavrov, su ministro de Exteriores, quien se ha vuelto un asiduo visitante de países latinoamericanos gobernados por dictaduras aliadas.
Ellos mencionan su rechazo a “prácticas neocoloniales de Occidente y su injerencia en los asuntos internos de los estados independientes”. Pero obvian las razones por las cuales están sancionados no solo por Estados Unidos sino también por la Unión Europea. en Nicaragua, unas 328 personas murieron a manos de las fuerzas de seguridad del Estado en el año 2018 en medio de protestas contra la dictadura. En cuanto a Rusia, las sanciones se deben a la invasión ordenada por Putin contra Crimea en 2014 y por la guerra contra Ucrania que comenzó en febrero de 2022.
Sanciones “no deben reconocerse”
Este tipo de acuerdos entre regímenes autoritarios son publicados sin mucha claridad más allá del uso de términos rimbombantes para aparentar cierta diplomacia. Por ahora, según un portal al servicio de la dictadura de Ortega, algunas directrices contempladas en el convenio se refieren a que “no deben reconocerse ni aplicarse medidas coercitivas unilaterales, incluidas las de carácter extraterritorial, aplicadas por un tercer Estado” o que “debe ser responsable de indemnizaciones y daños” aquel Estado que provoque “pérdida económica o financiera sufrida como resultado de la adopción de medidas coercitivas unilaterales”.
En otras palabras, según Vladímir Putin y Daniel Ortega, los países que imponen sanciones deben resarcirlos, a pesar de que ambos gobernantes son los que cometen abusos contra los derechos humanos.
Nicaragua depende de Rusia y China
No es casualidad que antes de que Laureano Ortega Murillo firmara este acuerdo que alinea las acciones de Putin y el régimen sandinista, este mismo funcionario se haya reunido con una delegación del Partido Comunista de China en la Cancillería nicaragüense, aunque se desconoce qué temas trataron.
La pleitesía de Daniel Ortega hacia el dictador Xi Jinping es total. El año pasado acordó la enseñanza obligatoria de mandarían en las escuelas, meses antes había cedido 15400 hectáreas para su explotación por parte de una minera china y este 22 de abril le otorgó una concesión a otra empresa china sobre 36610 hectáreas en la Región Autónoma del Caribe Norte (RACN) nicaragüense, irónicamente en la misma fecha que se conmemora el Día de la Tierra.
El objetivo es extraer y exportar oro para llenar los bolsillos del dictador centroamericano, y a su vez, garantizar recursos a Pekín. Así, con acuerdos alarmantes se van estrechando alianzas que como han analizado numerosos informes, amenazan la seguridad y estabilidad regional en América Latina.