Los grandes de este mundo preferirían que no nos fijáramos en Catar, un pequeño país que tira abajo toda su retórica de lucha por la democracia y los derechos humano, y una «comunidad internacional basada en reglas» por no hablar de transparencia financiera.
Porque las huellas cataríes aparecen en un número inconcebible de escándalos, financian el terrorismo, sobornan masivamente a europarlamentarios, albergan a la cúpula de Hamas, y nadie con peso en la esfera internacional les señala con el dedo, más bien al contrario: en todas partes se les recibe con alfombra roja.
Y de Catar, precisamente, llega el último (presunto) chanchullo conocido de la ‘Famiglia’ Biden. Ahora la publicación Politico, nada sospechosa de aversión a los demócratas, revela que los vínculos de la familia Biden con Catar «constituirían algunos de los vínculos financieros más cercanos conocidos entre un pariente del presidente Joe Biden y un gobierno extranjero», si se corrobora el testimonio ante el tribunal sobre los esfuerzos de recaudación de fondos en el extranjero de Jim Biden, hermano de Joe.
Todo empezó cuando, en junio de 2017, los vecinos de Catar, encabezados por Arabia Saudí, se unieron para cortar relaciones diplomáticas con el país. La excusa eran sus lazos con el terrorismo islamista, pero la realidad tenía más que ver con el acercamiento del país con respecto al enemigo iraní, con quien explotaba conjuntamente una enorme bolsa marina de gas. Sea como fuere, el país se vio sumido en una crisis sostenida.
Pero un país que nada en gas y petróleo no tarda en encontrar nuevos amigos que le saquen de un apuro. Así que los qataríes empezaron a agasajar a occidentales con conexiones y a garantizarles beneficios financieros a occidentales, «a veces en forma de financiación de inversiones», según Politico.
Y he aquí que en ese momento Jim Biden estaba tratando de recaudar 30 millones de dólares para la asediada cadena de hospitales Americore, en colaboración con el empresario de Florida Amer Rustom, director ejecutivo del Platinum Group , que se jactaba de sus vínculos con funcionarios de Oriente Medio, así como con el gestor de fondos Michael Lewitt. Los tres se unieron para buscar fondos por Próximo Oriente, y fue así como llegaron a Catar. Según registros públicos, Jim Biden aprovechó su parentesco para solucionar esos insidiosos problemas de restricciones a los movimientos internacionales de capital, incluyendo un plan —que pudo o no ponerse en práctica— para mover el dinero en forma de lingotes de oro.
«Mi familia podría proporcionar una gran cantidad de presentaciones y oportunidades de negocios en los niveles más altos que creo que serían dignas del interés de Su Excelencia», escribieron Jim Biden y Rustom en un borrador de carta a un funcionario del fondo soberano de Catar, la Autoridad de Inversiones de Catar. «En nombre de la familia Biden, agradezco su interés aquí», continúa el borrador.
Las transacciones de este montaje son fundamentales para un caso de fraude recientemente resuelto presentado por la autoridad bursátil norteamericana, la SEC, y están bajo nuevo escrutinio como parte de una investigación criminal federal en el sur de Florida.
Jim Biden sugirió a los investigadores del Congreso en febrero que sus esfuerzos de recaudación de fondos se estancaron por falta de proyectos viables. Pero el testimonio no divulgado anteriormente del administrador de fondos Michael Lewitt sobre la propiedad de las dos empresas (Platinum Group USA y Obermeyer Engineering Consulting) indica que Jim Biden forjó vínculos más estrechos con el gobierno de Qatar de lo que se creía, asegura la información de Político
En febrero de este año, Jim Biden dijo en la investigación del juicio político que aproximadamente 600.000 dólares en pagos de Americore eran por su papel en la organización de una serie de préstamos puente, de los cuales 200.000 dólares fueron transferidos a Joe Biden en marzo de 2018 para lo que, según la Casa Blanca, es un reembolso de un préstamo no relacionado entre hermanos.