NINOSKA PÉREZ CASTELLÓN,
«De todos los derechos de una mujer, el más grande es ser una madre». Lin Yutang
Constantemente estamos bombardeados por el tema del aborto, especialmente en época de elecciones donde la actual administración cree que puede ganar el voto de las mujeres usando el aborto como banderín. Nos lo quieren vender como el tema del derecho de las mujeres a procrear, hecho que el aborto les limita.
El aborto es el derecho que tiene una mujer para eliminar la posibilidad de llevar en su vientre a una criatura hasta el momento del parto donde puede sostener en sus brazos a un pequeño ser humano en todo su esplendor.
No quiero convertir este comentario en una crítica al aborto. Es sin duda una decisión dolorosamente personal que cada mujer debe de tomar según sus circunstancias. Desde el cambio en Roe vs Wade, donde cada estado determina el tiempo permitido, hemos visto fluctuar entre 6 a 15 semanas, donde la mujer puede tomar la irreversible decisión de poner fin al crecimiento de ese pequeño ser que se forma dentro de su vientre.
Aun así, los defensores del aborto han querido extenderlo hasta avanzados meses, donde la criatura ya está prácticamente formada. Sean siete o nueve meses, no es un derecho reproductivo, es el derecho de poner fin a una vida por corta o avanzada que esté.
Mi propósito no es entrar en el tema del aborto, pero no puedo dejar de pensar en el después de escuchar el testimonio de la expresa política Nely Rojas cuando fue arrestada en Cuba a los 19 años en la década de los 60.
Producto del arresto le comenzó su menstruación y cuando pidió algo con qué contenerla le respondieron: “arréglatela como puedas”. Así fue, y a esa joven a la que no permitieron asearse por días del shock de aquella trágica experiencia, se le ausentó la menstruación por años. Ella es una de muchas a las que tras esa larga estadía en prisión les costó un inmenso trabajo salir embarazadas. Ella lo logró, otras perdieron la oportunidad de ser madres como Cary Roque tras 16 años en prisión, Ana Lázara Rodríguez, Clara Berta Cantón, Gloria Agudín, María Caridad Gutiérrez y muchas más.
Otras como fieras han salido a defender a sus hijos. Siempre en estas fechas pienso en Clara Abraham Boitel durmiendo en las afueras de la prisión mientras su hijo Pedro Luis Boitel agonizaba en huelga de hambre. También en Reina Luisa Tamayo peleando por su hijo Orlando Zapata Tamayo que ya moribundo la seguridad del estado le decía a su madre que le harían un trasplante de riñones y ella lo denunciaba desde Cuba aquí en mi programa en Miami. Pienso en ellas y en tantas otras que antes y ahora denuncian la situación de sus hijos e hijas en prisión.
Escucho la directa de Migdalia Gutiérrez, clamando por la seguridad de su hijo Brusnelvis Cabrera, sola, en la calle frente a la Dirección de Establecimientos penitenciarios del Ministerio del Interior con una pancarta en mano, acosada por un sicario diciéndole: “Te la voy a poner más difícil».
Esas son hoy las madres cubanas hoy y lo han sido siempre. Las que han enterrado a sus hijos fusilados, la que no tuvo cadáver que enterrar porque a su hijo balsero se lo tragó el mar. A las que ha sufrido el dolor del parto y el de cada angustia que han padecido sus hijos.
Felicidades en este día a todas las madres, a las que escogieron dar vida a un ser humano como el verdadero derecho de reproducción. Con alegrías y penurias, a las que no pudieron quitarles la determinación de ser madres porque un partido político las convenció que el aborto es la solución.