SONIA SCHOTT,
Cuando Israel lanzó la ofensiva militar después del ataque del grupo terrorista Hamás, en Gaza, el 7 de octubre, el presidente Joe Biden apoyó incondicionalmente la respuesta israelí, pero siete meses hay cosas que pueden haber cambiado.
Desde un principio, la meta de Israel fue destruir a Hamás y el presidente Joe Biden y sus aliados europeos estuvieron de acuerdo.
Sin embargo, en lugar de lanzar ataques de precisión para evitar sacrificar a civiles, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) atacaron objetivos que sus servicios de inteligencia daban con refugios de Hamás, incluso si se trataba de un complejo de apartamentos, un sótano bajo un hospital o una mezquita.
Las FDI lanzaron bombas y proyectiles de artillería hasta destruir media Ciudad de Gaza y ocasionar, según reporta el grupo terrorista, unas 35.000 muertes de civiles.
Datos procedentes de la inteligencia israelí aseguran que al menos 15.000 de esas muertes han sido soldados de Hamás, pero la autoridad de Gaza no lo reconoce.
El estupor, tanto nacional como internacional, ante el nivel de destrucción y el creciente número de víctimas civiles durante los meses de guerra en Gaza, Khan Younis y otras ciudades, empezó a preocupar a Biden.
Esto desencadenó mensajes desde La Casa Blanca para que Israel que no repita la misma táctica en la ciudad de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, bajo la advertencia de que no enviaría armamento especial por los nefastos efectos que tendría sobre los civiles palestinos.
“Si entran en Rafah, no les proporcionaré las armas que se han utilizado hasta ahora”, fue el ultimátum de Biden.
El argumento del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, fue de que en Rafah se esconden líderes de Hamas entre civiles, inclusive en túneles.
El Departamento de Estado publicó el informe anual Derechos-Humanos-2023, en el que se señala a Israel por no proteger a los civiles.
La conclusión del informe, en base al daño causado a niños, mujeres y hombres atrapados en este fuego cruzado creado por Hamás es que “hay casos en los que Israel ha actuado de manera que no es compatible con el derecho internacional humanitario”.
Además, según la inteligencia estadounidense, las fuerzas de seguridad israelíes han infligido daño a civiles en operaciones militares, utilizando potencialmente equipo proporcionado por Estados Unidos.
El secretario de Estado Anthony Blinken declaró a Face The Nation que Estados Unidos no respalda la incursión en Rafah sin un «plan creíble» para proteger a los civiles.
Aunque Netanyahu ha dicho que Israel “actuará solo”, perder el apoyo de Biden es un error y debe reparar su relación.
Suponiendo que Biden todavía respalde destruir a Hamás, las FDI todavía deben ir tras los líderes de las masacres en Israel el 7 de octubre: Yahya Sinwar, el jefe de Hamás en Gaza, y Mohammed Deif, líder de las brigadas de combate de Hamás, pero, si en el proceso las FDI eliminan a varios civiles, habrá una protesta mundial y una condena por parte de Washington.
Biden está bajo una enorme presión política.
Suspender armas específicas para ser utilizadas en Rafah levantó las críticas de republicanos como el senador por Carolina del Sur Lindsey Graham, quien dijo “si detenemos las armas necesarias para destruir a los enemigos del Estado de Israel en un momento de gran peligro, pagaremos un precio. Esto es obsceno. Es absurdo. Darle a Israel lo que necesita para librar la guerra que no puede permitirse perder”.
El Senador independiente por Vermont, Bernie Sanders señaló a su vez “lo que me preocupa es que esta guerra en Gaza no sólo cuente con la firme oposición de los jóvenes, sino también de mucha gente de la base demócrata”.
Y todavía queda pendiente otro objetivo: la liberación de los rehenes restantes y un ataque a gran escala contra Rafah podría entorpecer esos planes.
Por eso, Biden y Netanyahu deben centrarse en restablecer su relación y tal vez acordar alguna forma de alto el fuego.
Incluso Netanyahu debería considerar que las FDI nunca podrán eliminar a todos los miembros de Hamás en Gaza. Siempre pareció un objetivo poco realista pero su propia supervivencia política, seguramente le impide admitirlo públicamente.
El director de la CIA, William Burns, está involucrado en el intento de negociar un acuerdo de liberación de rehenes, pero si Netanyahu sigue adelante contra Rafah, las posibilidades parecen remotas.
Al cierre de esta edición, Estados Unidos anunció que restablecía el envío de armas a Israel.