domingo, noviembre 24, 2024
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Renacimiento cultural en la era Milei

Andrés Villota Gómez,

La riqueza cultural argentina fue pervertida por el peronismo, usando una mezcla siniestra de los dogmas de Antonio Gramsci con los dogmas de Georges Sorel. El control de la cultura a través de la violencia fue el cóctel letal que surgió de esa emulsión comunista radical.

La ausencia de argumentos por culpa de la ignorancia inducida, restringiendo el acceso a corrientes de pensamiento diferentes a las de los autores comunistas y ante la ausencia de la contraposición entre las ideas, necesaria para formar un criterio y tomar decisiones informadas, generó diferentes formas de violencia para someter a la sociedad argentina.

El aporte de Sorel, la violencia irracional, fue planteado como una necesidad para afianzar el proceso de aculturación que desarrolló el concepto del pueblo, los descamisados y de ganar la calle, como manifestación suprema de una rara oclocracia en la que, las turbas vandálicas, solo protestaban en contra de los que no se sometían a los dogmas del empobrecedor ultra peronismo radical.

Se implantó, de facto, la ley de la selva, que degeneró en terrorismo urbano y otros crímenes de lesa humanidad, como someter a hambrunas al pueblo argentino a cambio de votos, apoyo político y obediencia incondicional hacia el peronismo fundamentalista de los Kirchner, los lideres supremos del movimiento sindical argentino y de todos sus esbirros.

Del concepto cultural de la nación que trabaja unida con el objetivo de hacer grande a la Argentina, se pasó a una cultura individualista en la que solo sobreviven los más pícaros, que se convierten en beneficiarios de las políticas del Estado y de los recursos públicos, que se los entregan a cambio de ayudar a someter al resto de la sociedad.

Un gran sálvese quien pueda, cuya única salida era doblegarse al peronismo o morir de hambre, en un permanente ataque a la diversidad, esperando que todos piensen y actúen igual, hasta convertirlo en un atentado permanente en contra del libre mercado que solo funciona, de manera óptima, sí todos tienen gustos y preferencias diferentes y tienen la libertad de elegir y de producir, sin las imposiciones dogmáticas del Estado.

Si en el año 1974 le hubieran preguntado a un grupo de jóvenes sobre cómo se imaginaban los teléfonos dentro de 50 años, es decir, hoy, muy seguramente ninguno se habría aventurado a imaginarlos portátiles, con el sistema de marcado en la pantalla, con una cámara de fotografía y de cine incorporada y que los podrían usar como un reloj de pulso. El entorno del presente es determinante para imaginar el futuro y realizar ejercicios de prospección.

Hoy, a los argentinos les cuesta imaginar a la Argentina sin la permanente presencia del Estado en todas las actividades de su vida cotidiana. Los lazos de dependencia creados durante casi un siglo, hacen que los argentinos permanezcan sumidos en el oscurantismo, amenazados por los periodistas, los sindicalistas y los artistas decadentes, para que sientan miedo de dar el paso hacia la libertad.

Restablecer la dignidad del pueblo argentino, destrozada desde la llegada del nacional socialismo obrero, es uno de los principales objetivos del gobierno del señor presidente Javier Milei.

El comportamiento positivo que muestra la economía es la principal herramienta para lograr restituir a la sociedad argentina, las condiciones de vida digna, perdidas durante los últimos 100 años. La indignidad fue naturalizada y legitimada con el discurso político, que se arraigó como un concepto cultural que raya en el determinismo medieval.

Varios esperan, por ejemplo, que el gobierno del señor presidente Javier Milei, maneje a la economía de manera centralizada y que, por eso, presente un programa económico dirigido desde el Estado y que el Estado haga inversiones. Eso nunca va a suceder.

Incluso, vi a un economista que consideraba serio e inteligente, advirtiendo que el laissez faire es imposible, dando a entender que siempre tiene que intervenir el Estado en la economía. Habla como si se le hubiera olvidado las clases de historia del pensamiento económico cuando, gracias al laissez faire, las economías habían alcanzado su mayor esplendor y productividad, en toda la historia de la humanidad.

Los analistas políticos y económicos de izquierda pierden espacio porque su función, al final, era la de validar todos los desmanes cometidos por la extrema izquierda corrupta y tejer rebuscados análisis en los que lo malo era la culpa de la extrema derecha y que, la extrema izquierda peronista era la única que podía salvar a la sociedad.

Tontos los artistas que no quieren vivir libres para expresarse libremente. Además, desconocen la importancia de la riqueza para financiar las expresiones culturales diversas. Algunas de ellas, en términos estéticos, pueden ser más grandes y opulentas que las financiadas con recursos públicos a fondo perdido, que limitan la creatividad.

La casta mundial se dedica a amedrentar a los argentinos para que desistan de sus anhelos de libertad. Aislar a la Argentina del mundo es el objetivo del kirchnerismo, tratando de hacerla miserable y rodearla, solo, del lumpen y de la escoria del sistema internacional. La oposición argentina pretende que Argentina solo se relacione con gobiernos comunistas miserables como los de Miguel Díaz-Canel, Andrés Manuel López Obrador, Nicolás Maduro y Gustavo Petro.

No quieren que el señor presidente Javier Milei viaje y fortalezca relaciones con nuevos socios comerciales porque son afines con el pensamiento libertario. Para Susan Strange, el mundo es un gran mercado en el que la única función del Estado es crear las condiciones que faciliten el libre intercambio de bienes y servicios entre las empresas privadas de las diferentes naciones.

Se oponen, por ejemplo, a que Argentina restablezca las relaciones diplomáticas y comerciales con la República de China (Taiwán), una democracia liberal, afín con la democracia liberal argentina, pero promueven, a muerte, aceptar las imposiciones y la injerencia en los asuntos internos argentinos de la usurpadora dictadura comunista de la China Popular.

Tampoco pueden entender que su presidente sea considerado un líder mundial y que la economía argentina sea la nueva joya de la corona, que volvió a aparecer en el radar de todos los grandes centros financieros del mundo como un destino obligado para las inversiones, que buscan la libertad económica plena, como condición necesaria para la producción eficiente, la libre competencia y el respeto a la propiedad privada.

Hoy, Argentina se parece a una gran plantación de algodón del sur estadounidense del siglo XVIII, en la que todos los esclavos querían ser libres, pero eran asustados por los dueños de la plantación para convencerlos de que ya no iban a tener alojamiento y comida “gratis”. Los trataban como a subnormales, incapaces de lograrlo por sí mismos viviendo en libertad.

La oposición argentina plantea el falso dilema entre ser libres e independientes y tener que valerse por sí solos para conseguir su sustento. O seguir siendo esclavos, dependientes del Estado, para poder comer, estudiar o ir al médico “gratis”, en una relación de fuerzas en la que los argentinos de bien son la inmensa mayoría que se levanta en contra de una minoría que balbucea amenazas de agresión violenta y de muerte, como su último recurso desesperado.

Mientras tanto, el renacimiento cultural avanza en Argentina de la mano de la libertad. La libertad avanza de la mano del señor presidente Javier Milei.

Fuente: Panampost

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