SONIA SCHOTT,
Desde que las tropas rusas invadieron Ucrania, en febrero de 2022, las relaciones entre Washington y Moscú están marcadas por una vorágine cada vez más peligrosa, de consecuencias insospechadas.
“Los europeos han estado presionando a los estadounidenses para que hagan más en el frente de Ucrania, especialmente en el campo de batalla. Y hemos visto esto, nuevamente en las últimas semanas” según Matthias Matthijs del Council on Foreign Relations.
Durante los últimos 28 meses, tanto el presidente ruso, Vladimir Putin, como Dimitri Medvedev, actual vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, han advertido sobre el riesgo de una ampliación de la guerra por el apoyo de Occidente a Ucrania.
A fin de evitar una escalada militar entre Rusia y la alianza de la OTAN, liderada por Estados Unidos, el presidente Joe Biden se había mostrado cauteloso al suministrar a Kiev armas de largo alcance que pudieran ser utilizadas contra objetivos dentro de Rusia.
Sin embargo, ahora la Casa Blanca está enviando armas de mayor alcance, aunque siempre exhortando a que no deben usarse dentro de Rusia.
Finalmente, después de que las tropas rusas lanzaran una nueva ofensiva contra Járkov, la segunda ciudad más grande de Ucrania, conocida por producir armas y maquinaria, Biden dio luz verde para que Kiev utilizara armas estadounidenses en contraataques a bases rusas, desde donde se lanzaron misiles y cohetes contra la ciudad.
Aunque con límites, es la primera vez que Biden corre el riesgo de permitir el uso de armamento estadounidense contra objetivos rusos al otro lado de la frontera con Ucrania.
Hace poco, el viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, pareció sugerir que, si algún cohete o misil suministrado por Estados Unidos cruzase la frontera rusa alcanzando un objetivo militar, podría haber un contraataque dirigido a un país de la OTAN en la región.
El propio Putin adelantó que podría suministrar a ciertos países, no identificados, misiles rusos de largo alcance para devolver el favor.
Aunque estas advertencias pueden considerarse como retórica belicista, ¿podría convertirse en realidad la escalada que la administración Biden ha tratado de evitar? ¿Qué haría Biden si Putin cumpliera su amenaza de atacar a un país de la OTAN en represalia por el impacto de armas estadounidenses en Rusia?
En teoría no habría otra alternativa que una respuesta total de la Alianza contra Moscú, pues su tratado fundacional obliga a sus miembros a defender a otro que esté siendo atacado.
En realidad, seguramente se harían todos los esfuerzos posibles para reducir las tensiones y evitar cualquier perspectiva de una confrontación militar con Rusia.
Sin embargo, la guerra en Ucrania podría causar fatales errores de cálculo y en un año en el que Putin ha sido reelegido como presidente y Biden espera que le concedan otros cuatro años en la Casa Blanca, hay mucho en juego.
Donald Trump, el rival republicano a la presidencia, ha comentado a menudo que cuando era presidente, Estados Unidos no estuvo involucrado en ningún conflicto armado mientras que la administración Biden ha tenido que lidiar con dos guerras: Ucrania y Gaza, que han significado, armas y dinero estadounidenses, aunque no tropas sobre el terreno.
Lo último que necesita Biden es que la guerra en Ucrania desemboque en un choque directo entre tropas estadounidenses y rusas. Sería un regalo para Trump y un desastre para sus perspectivas de reelección.
En cuanto al frente de Gaza, parece cada vez menos probable un alto el fuego, y mucho menos que el fin de la guerra sea este año a tiempo para las elecciones de noviembre.
La propuesta anunciada por Biden de cese de hostilidades fue recibida con indiferencia en Tel Aviv y es claro que, el gobierno de Benjamín Netanyahu no tiene intención de finalizar la guerra hasta que se hayan cumplido todos sus objetivos militares, que incluyen la destrucción de la organización terrorista Hamás y la liberación de los rehenes supervivientes capturados el 7 de octubre.
Si las guerras en Ucrania y Gaza están en pleno apogeo para el 5 de noviembre y las tensiones entre Washington y Moscú se deterioran aún más, Biden podría tener dificultades para convencer a los votantes sobre su liderazgo para manejar estos dos conflictos asociados a la seguridad global.