Acostumbrado a inmiscuirse en los asuntos internos de otros países aplicando la lógica de su solidaridad automática por coincidencia ideológico, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, generó un innecesario roce diplomático con Chile asumiendo que su cercanía con el presidente Gabriel Boric le daba carta blanca para opinar sobre temas sensibles de la política chilena. Fue así como pidió la liberación de Daniel Jadue sin contemplar el proceso judicial en su contra y apelando a referencias históricas que no vienen al caso.
“Yo pido la libertad de Gabriel Jadue en Chile. Preso por la jurisprudencia de Pinochet impuesta a los seres libres”, dijo este lunes Petro en su cuenta de X, demostrando además que ni siquiera conoce el nombre del alcalde de la comuna de Recoleta de Santiago de Chile, quien se encuentra en prisión preventiva desde hace más de un mes acusado de varios delitos de corrupción. El hecho de ser palestino y comunista fue suficiente para que el mandatario colombiano saliera en su defensa.
Lo que Petro no consideró fue el respeto a la institucionalidad chilena, pues no tardó el canciller de ese país, Alberto van Klaveren, en entregar una dura nota de protesta a Colombia por los “inaceptables” e “imprudentes” comentarios del mandatario colombiano. “Desconocen la trayectoria democrática de nuestro país, así como la existencia de un Estado de Derecho”, manifestó el ministro de Relaciones Exteriores de Chile en su cuenta de X.
De esta manera, Petro suma otro desacierto a su gestión por el imprudente manejo de la política exterior apegada más a su agenda ideológica que a las normas de la diplomacia, tal como ha hecho al romper relaciones con Israel por vehemente defensa de la causa palestina sin diferenciar entre la autoridad que gobierno Cisjordania y los terroristas de Hamás que controlan la franja de Gaza y generaron la actual guerra que se libra en su territorio tras el ataque del 7 de octubre de año pasado a territorio israelí.