El lunes 8 de julio, la cumbre de jefes de Estado del Mercosur en Asunción resultó ser un evento deslucido, marcado por la ausencia del presidente argentino Javier Milei. Este notable vacío se debe a la grotesca ineficiencia del Mercosur, incapaz de alcanzar un acuerdo definitivo con la Unión Europea tras 20 años de negociaciones. El Mercosur, uno de cuyos miembros fundadores es Argentina, ha fallado repetidamente en demostrar su relevancia y efectividad en el escenario internacional.
En paralelo, el presidente brasileño Lula da Silva visitó Bolivia, oficialmente para fortalecer las relaciones bilaterales y fomentar la cooperación en biotecnología, innovación y sostenibilidad en la agricultura y el extractivismo, acompañado de una comitiva de 100 empresarios. Sin embargo, esta visita tiene un trasfondo más complejo: Lula busca reafirmar su apoyo al régimen de Luis Arce, que habría sido víctima de un intento de golpe el pasado 26 de junio, pero cuya tesis no sólo ha sido ampliamente refutada, sino que los funcionarios de Arce insisten en el relato tratando de convencer al público con su versión por medio de la detención de más de una veintena de implicados, entre los que se ha detenido al activista por los DDHH, Fernando Hamdan.
La cumbre también estuvo opacada primero por la entrada de Bolivia como miembro pleno del Mercosur, luego de haber tratado durante años impulsar bloques paralelos como el del Alba, Unasur y Runasur, que solamente resultaron en un fracaso diplomático y comercial tras otro, además de los gastos dispendiosos que solamente dejaron, por ejemplo, un gigantesco edificio abandonado que se suponía que iba a servir como la sede de Unasur en San Benito, Cochabamba.
Con un notable cinismo, Arce ofreció al Mercosur la posibilidad de adoptar e implementar el Modelo Económico Social Comunitario Productivo, que él mismo inventó y que Evo Morales impuso el 1 de mayo de 2006 con la nacionalización de los hidrocarburos. Sin embargo, Bolivia no tiene nada relevante que ofrecer al bloque, ya que el modelo económico de Arce está agotado y la economía del país está en ruinas. Durante el auge artificial, Bolivia se jactaba de haber creado un milagro económico que supuestamente sería imitado por el mundo entero. Pero la realidad actual es muy diferente: el modelo de Arce ha colapsado.
La menguada popularidad de Arce
Lula llega a Bolivia para lavar la cara de un régimen debilitado. Según un sondeo de Diagnosis, la aprobación popular de Arce ha caído a apenas el 18%, la más baja de la región, solo superada por Laurentino Cortizo de Panamá (12%) y Dina Boluarte de Perú (6%). Bolivia enfrenta 16 meses consecutivos de una devaluación del 45% de su moneda nacional, aislamiento financiero y comercial debido a la escasez de dólares, un déficit fiscal acumulado por décimo año consecutivo que ronda el 12% del PIB, y una creciente inflación y escasez de combustibles y alimentos. La huida de empresas internacionales del país es cada vez más acelerada.
Llama la atención que Lula haya elegido Bolivia para tratar de extender su influencia política, probablemente impulsado por la nostalgia de haber fundado el Foro de Sao Paulo y el alcance que tuvo el Socialismo del Siglo XXI durante su gobierno entre 2003 y 2011. En aquella época, Lula disfrutó de una coyuntura internacional favorable, con cotizaciones extraordinarias de materias primas y la fiesta del carry trade (tomar dinero prestado en dólares con baja tasa de interés para invertirlo en activos denominados en una moneda con mayor rendimiento relativo como el real) provocada por la política de tasas de interés cero de la Reserva Federal. No obstante, sus intentos de mediar en conflictos internacionales, como la guerra entre Rusia y Ucrania, y la guerra entre Hamás e Israel, parecen haber caído tan penosamente frustrados, que lo que le ha quedado ha sido el apoyo al régimen de Arce en Bolivia.
Lula, conformándose con influir en Bolivia
Se dice que la visita de Lula a Bolivia se explica por su intento de colaborar a Arce en aspectos relacionados principalmente al comercio bilateral y la cooperación en materia de biotecnología, tanto para la sostenibilidad de la agricultura, pero también en la implementación de tecnología para la producción de combustibles que alivie el muy mal pasar del empresariado boliviano.
Sin embargo, la visita de Lula ilustra la desesperación por fortalecer su influencia política internacional, mientras Arce recibe a Lula en un intento desesperado por recobrar popularidad y buscar oxígeno ante el abismo económico que enfrenta. El modelo económico de Arce, impuesto por Evo Morales con la nacionalización de los hidrocarburos en mayo de 2006, ha demostrado ser un rotundo fracaso.
Esta cumbre del Mercosur y la visita de Lula no son más que reflejos de una región sumida en crisis y de líderes que buscan afanosamente salvar sus reputaciones en medio de la tormenta.