martes, noviembre 26, 2024
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Los narcotiranos tienen prohibido reconocer una derrota electoral

OMAR ESTACIO Z.,

9:45 p.m., hora, exacta, de la audiencia. Puntualísimo, don Tommaso, lo mandó a pasar.

“Azuquita” era, casi, con seguridad, su más fiel pistolero. Lo que estaba fuera de toda duda, era que se trataba del más sanguinario de cuantos tenía.

—¡Buonasera, don Tommaso! Grazie mille por recibirme— saludó ceremonioso, el sicario, al tiempo que reverenciaba a

su jefe y de hinojos, le besaba el anillo del anular de la mano

derecha.

—Ya, ya, ya, fratello ¡Puedes ponerte de pie! —Il Capo, condescendiente, con aires de Papa, le correspondió el saludo, indicándole que tomara asiento, en el butacón estilo Luis XV a la vera de su trono— Antes que nada, “Azuquita” te pido mil disculpas por haberte hecho esperar semanas para esta audiencia. Problemas. Ya sabes cómo es este negocio. Menos mal que los vamos solucionando. Pero dime “Azuquita” ¿cómo está donna Alessandra? ¿Cómo está, Dante, mi amadísimo ahijado?

Irónico apodarlo así, “Azuquita”. Innecesariamente, cruel, implacable, frío, como un témpano. En las antípodas de lo dulce.

—Alessandra, don Tommaso —respondió el matón— esperando familia para el próximo agosto. Dante, su querido ahijado, don Tommaso, le manda a pedir la bendición ¡Todo un hombrecito!

—Ver crecer la familia, “Azuquita”, es bendición bíblica ¡Te felicito! En cuanto a Dante, entrégale este regalito de mi parte —Il Capo, le extendió su mano derecha con un sobre dirigido al muchacho- ¿Y Concetta, la mayorcita? –

—Cada día más bella, don Tommaso ¡Parecidísima a su mamá! Por cierto, don Tommaso, por élla que le he pedido esta audiencia. Es para rogarle algo ¿Sabe, don Tomasso?…

Il Capo, lo interrumpió indignado:

—¡Si alguien la ha deshonrado, te autorizo a “eliminarlo”, ya!

Y si no deseas encargarte, tú mismo, le doy la orden a cualquiera de los muchachos.

—No, don Tommaso. No es por lo que usted está pensando ¡Es que la están rechazando, sus amiguitas del colegio, del club, del vecindario. Dicen que es por ser hija de un gangster.

El implacable pistolero rompió a llorar. Respiró profundo, se tomó varios segundos, se serenó, se retrepó en su sillón y retomó el hilo de su lamento.

—A usted, le consta, don Tommaso. Soy un hombre serio. Honesto. Muy cristiano. De trabajo. No bebo. No mujereo. Ahorro. Ni siquiera fumo. Con lo “poco” que tengo guardado creo que puedo retirarme de mi profesión. Quizás, un gimnasio. O montar una galería de tiro. Por eso he venido. Necesito su autorización. Su permiso. Sin su bendición, no me atrevo. Quizás, mudarme a otra ciudad o regresar a Italia. Así mis hijos podrían levantarse “normalmente”.

Como impulsado por una catapulta, Il Capo, se puso de pie. Le extendió los brazos a su fiel, “trabajador”, amigo, compadre, celoso depositario de confidencias muy comprometedoras. Acto seguido, declaró solemne:

—Tienes toda mi autorización, “Azuquita”. Incluso, la de mudarte a donde quieras.

Los dos hombres se despidieron con un beso en cada mejilla, abrazos sonoros al palmear sobre sus respectivos hombros, sellados con un buen apretón de manos.

La mañana siguiente, muy temprano, “Azuquita” apareció muerto, echado sobre el volante de su automóvil. Al regreso de dejar a sus hijos en el colegio, detuvo el vehículo, para aguardar el cambio de luz del semáforo —el hombre, además, era celoso cumplidor de las normas de tránsito terrestre— y ahí mismo, a bocajarro, le metieron una bala en la nuca.

En Venezuela desgobierna una narco tiranía, que es parte muy activa de varias agrupaciones internacionales del crimen organizado.

Los narco tiranos, atrincherados en Caracas, han sabido hasta la saciedad —hasta un lisiado moral y mental, cucuteño, ha estado consciente de tal disparadero— que si no anunciaban, anoche, el fraude electoral que vienen fraguando desde años atrás, muy pronto serían cadáveres. Igual que “Azuquita”. Una internacional del crimen organizado, no es la General Motors, ni la Samsung en las que sus ejecutivos pueden renunciar, cambiarse de empleador o jubilarse, así como así.

¡Qué Interpol, ni qué DEA, FBI, marines, Fiscalía de la Corte Penal Internacional, ni qué escuadrones de captura de los países medianamente civilizados, en lo que se refiere a la localización, captura y ajusticiamiento de malandrines!

Hasta el último sumidero del Planeta; desde Caracas, hasta Pyongyang, desde la Patagonia hasta Alaska se dirigirán sus iracundos narco socios de las, FARC, del ELN, de los Cárteles de Cali o de Los Pepes, de Sinaloa o de Tijuana, de Juárez o del Hezbollah, de las mafias y camorras, iraníes, chinas, bielorrusas, rusas, castro cubanas y ¡Pin, pun, pan!, en represalia por verse obligados a despegarse de esa teta que tienen en mi amada Venezuela. Además, es fama, que los narco tiranos de nuestro patio, son, correlones, parlanchines, guapos cuando están “apoyaos” y válidos de superioridad numérica, pero de esfínteres asustadizos, en el lance hombre a hombre. Despojados de toda autoridad, ante el primer policía de rolito con el que tropiecen se acobardarán y comienzarán a cantar cuales verdaderos Pavarottis. Por el peligro de delaciones mucho menos graves, todo gangster sabe que será enviado, directo, al otro mundo.

Ya se los dijo su camarada Lula Da Silva: No tienen otra salida. Respeten ¡Sí o sí! la voluntad popular y aténganse a las consecuencias de sus graves perpetraciones. La proclamación del fraudulento triunfo electoral de la medianoche de ayer no es sino un capítulo más del drama y éste, está muy lejos de haber llegado “Hasta el Final”. Me inspiran mucha lástima. Odia al crimen pero compadece al criminal. Aunque dudamos que un Padre Nuestro sirva para que el Señor se apiade de las almas de unos desalmados.

Fuente: Diario Las Américas

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