“Le he pedido a Alberto Fernández que encabece la fórmula que integraremos juntos. Él como candidato a presidente y yo como candidata a vice”. Con estas palabras, hace poco más de cinco años, Cristina Kirchner confirmaba su estrategia para volver al poder. En el mismo spot, ella decía que antes de las personas está la patria y el movimiento. Con esta idea, reconocía implícitamente que a ella no le alcanzaban los votos para liderar el binomio, por lo que tenía que acudir a alguien más como para arrastrar algún segmento del votante independiente.
Aunque el electorado los acompañó, en el marco de la desilusión de lo que resultó el gobierno de Mauricio Macri, si hay un (o una, como le gustaría a ella) responsable a la hora de analizar la carambola de la presidencia de Alberto, esa persona es solamente ella.
Luego del desastre de la gestión que compartieron y, sobre todo, después de la denuncia de violencia de género de Fabiola Yáñez, CFK tuvo que romper el silencio. Emitió uno de sus clásicos comunicados en las redes sociales donde, como siempre, hay de todo menos autocrítica.
“Alberto Fernández no fue un buen presidente. Tampoco lo fueron Mauricio Macri o Fernando de la Rúa, sólo por mencionar a los que desempeñaron su mandato en lo que va del siglo XXI. Seguramente la lista sería más larga si extendiéramos la cronología”.
De esta manera comienza el comentario de la expresidente. ¿Qué tienen que ver Mauricio Macri o Fernando de la Rúa con lo sucedido? Solamente ella lo sabe. Como era de esperar, todo esto fue duramente criticado en los comentarios por parte de miles de usuarios.
Cuando tuvo que hacer referencia al hecho en cuestión, CFK repudió lo que ya es de público conocimiento, tomando una distancia absoluta del supuesto agresor y su circunstancia presidencial. El párrafo podría hacer referencia a cualquier persona de cualquier partido político. Cristina Kirchner, la arquitecta de la fallida coalición del Frente de Todos decide señalar a Alberto con el dedo y no se hace cargo de nada.
“Las fotos de la Sra. Fabiola Yáñez con hematomas en su cuerpo y rostro junto a los chats publicados que revelan el diálogo entre ella y el expresidente, no sólo muestran la golpiza recibida, sino que delatan los aspectos más sórdidos y oscuros de la condición humana. Permiten comprobar, una vez más y dramáticamente, la situación de la mujer en cualquier relación, se desarrolle ésta en un palacio o en una choza”, dice en ese segmento.
De manera insólita, incluso en sus términos, la carente de toda autocrítica finaliza el comunicado de forma totalmente autorreferencial:
“En lo personal y como mujer que ha sido objeto (y lo sigue siendo) de las peores violencias verbales y políticas, hasta la máxima experiencia de violencia física, como fue el intento de asesinato del 1 de septiembre de 2022, expreso mi solidaridad con todas las mujeres víctimas de cualquier tipo de violencia, sin olvidar las palabras que Francisco me dijo al día siguiente de aquel hecho: ‘Toda violencia física siempre es precedida de violencia verbal’”.
Al hacer referencia a la tragedia en términos generales de Alberto Fernández, tanto como política como personal, Cristina Kirchner evidencia que no puede con su genio. Sin embargo, como bien le reconoció la ciudadanía en las últimas horas, ella no puede desentenderse de su criatura. Alberto Fernández no es su hijo, claro. Pero el Alberto presidente sí es su creación. Su soberbia infinita, ya con los hechos consumados, no hizo otra cosa que perjudicar todavía más su imagen dañada. Hasta los kirchneristas por estas horas reconocen que el castillo progresista que construyeron se desmoronó como si fuera de naipes.