«Tenemos conocimiento de informes de que un marine de la Armada de Estados Unidos fue detenido aproximadamente el 30 de agosto de 2024 por las autoridades policiales mientras realizaba un viaje personal a Venezuela», con esas palabras el Pentágono estadounidense reveló el arresto de uno de sus militares en medio de tensiones con el chavismo, los cuales han ido escalando en las últimas semanas.
Hasta ahora hay pocos detalles al respecto, como el hecho de que el marine en cuestión viajó “sin autorización de las autoridades militares”, según dos funcionarios que declararon a la agencia Reuters. Es decir, se trataría de un viaje personal. En paralelo, el portavoz de seguridad nacional de la Casa Blanca, John Kirby, confirmó que estaban tratando de obtener más información sobre el caso.
Mientras se mantienen comunicaciones entre ambas partes, y el resto de la información sale a la luz, el dictador Nicolás Maduro se ha encargado de manifestar su molestia por el decomiso casi en paralelo de su avión oficial. Y es que el arresto del marine en Venezuela ocurre casi al mismo tiempo que la confiscación de esta aeronave en República Dominicana por haber sido “comprada ilegalmente” violando las sanciones estadounidenses, “entre otros asuntos criminales”, según funcionarios estadounidenses citados de manera exclusiva por CNN.
La amenaza del chavismo
El régimen chavista se encargó de advertir que se reservaría el derecho de tomar acciones legales para “reparar el daño”, asegurando que el decomiso del avión de Maduro es una “práctica criminal”. Así, la dictadura busca maniobrar dentro de sus fronteras no solo por lo ocurrido con la aeronave, sino por la posición de la Casa Blanca respecto a las elecciones del pasado 28 de julio.
Si bien no está confirmado que los dos sucesos tengan relación o que se trate de una retaliación de Maduro contra EE. UU., lo cierto es que Miraflores está tratando de sortear la presión internacional luego de los comicios. Con el pasar de los días, la Casa Blanca y otros gobiernos del mundo elevan la presión tras los resultados que anunció el Consejo Nacional Electoral al servicio del chavismo, para declarar ganador a Maduro, sin presentar las actas que lo respalden con los números desagregados por mesa en todo el país.
Por otro lado, se mantiene la tensión por la orden de captura contra Edmundo González emitida por la Fiscalía chavista y que EE. UU. califica como “injustificada” y “políticamente motivada”. De concretarse, el costo político para Maduro sería demasiado alto y contraproducente a sus intenciones de disfrazar de legalidad su supuesta reelección.
La “puerta giratoria” con presos políticos
Conseguir nuevos presos políticos luego de liberar a otros es una práctica regular del chavismo, ya que usa a estas personas como monedas de canje en negociaciones. A finales del año pasado la dictadura liberó a 13 presos políticos y ocho estadounidenses por un intercambio con el gobierno de Joe Biden para que luego se liberara a Álex Saab, acusado de lavar millones de dólares de las arcas venezolanas y señalado como testaferro de Maduro.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que la táctica de puerta giratoria se volviera a activar. En el marco de las presidenciales, el chavismo encarceló a integrantes del equipo de María Corina Machado y a cientos de civiles elevando los presos políticos “al mayor número conocido en Venezuela al menos en el siglo XXI”, de acuerdo con el Foro Penal Venezolano.