El fin de semana se celebró el Día de la Independencia en Brasil. En la capital del país se realizó el tradicional desfile militar donde participan las autoridades. Allí, se vio a Luiz Inácio Lula da Silva en el Rolls Royce presidencial, pero sin el apoyo popular que sí existió en el gobierno del presidente Jair Bolsonaro. Las gradas vacías fueron una demostración de protesta contra su gestión. En cambio, en la ciudad de São Paulo, donde se reunió la oposición, el apoyo popular se evidenció con la presencia de miles de personas que asistieron al lugar y, en un gesto de patriotismo, vistieron los colores nacionales: azul, verde y amarillo.
En ese contexto popular, Lula ha mantenido durante el último mes dos agendas muy importantes para su proyecto revolucionario: la censura a las redes sociales en Brasil y una aparente postura crítica frente a los micrófonos ante el fraude de Nicolás Maduro en Venezuela pero complaciente tras bambalinas al no reconocer las únicas actas publicadas que dan como ganador a Edmundo González, lo que no se traducirá en la realidad en una ruptura con el régimen, como sí lo ha hecho su aliado ideológico de Chile, Gabriel Boric.
En cuanto a lo último, Itamaraty (como se conoce a la Cancillería) es el principal agente junto con su asesor presidencial para asuntos internacionales, Celso Amorim. Pero con relación a la censura, el principal agente y protagonista es el magistrado del Supremo Tribunal Federal (STF), Alexandre de Moraes.
Sobre esta cuestión es que la oposición centró su discurso este 7 de septiembre: contra la censura y el avance del autoritarismo en Brasil. La prohibición de X en el territorio brasileño ocurrió porque Elon Musk se negó a cumplir una orden ilegal emitida por Alexandre de Moraes para censurar cuentas de opositores. Esta orden exigía a Musk que no debía hacerla pública bajo pena de multas. El propietario de la red social, defensor de la libertad de expresión, hizo públicas todas estas presiones. Sumado a esto, el periodista estadounidense Glenn Greenwald ha realizado una serie de denuncias en los medios de comunicación de Brasil, donde confirma este tipo de actitudes de parte del magistrado de Moraes y además describe cómo es que ocurren las decisiones de este sujeto al que el comunicador calificó como “profundamente autoritario y loco por la censura”.
¿Pero por qué tanta censura en Brasil? Tengamos en cuenta que todas estas acciones contra la libertad de expresión se deben a las manifestaciones populares en contra de la agenda del Poder Judicial de liberar a Lula da Silva luego de su condena en un juicio donde se respetó el debido proceso. También por las manifestaciones populares de rechazo debido a la reversión de las decisiones judiciales sobre el caso Lava Jato. Y, sobre todo, se deben a la crítica popular en contra de Lula y Alexandre de Moraes, que no toleran que la gente los señale como autoritarios, ladrones y corruptos.
El pedido de impeachment tendría que haber sido entregado este lunes 9 de septiembre, pero al momento en que se escribe este artículo, hay denuncias de que el presidente del Senado habría cancelado la sesión oficial. La diputada federal, Bia Kicis, dijo el fin de semana que el pedido de impeachment ya cuenta con el apoyo de 180 diputados y 31 senadores. Pero es relevante traer a colación la denuncia que el diputado federal Marcel Van Hattem habría realizado en las últimas horas, sobre que hay senadores que tienen negocios con el STF, que se benefician, se lucran, por lo tanto, el apoyo al impeachment desde el Senado podría encontrar algunos obstáculos.
En cualquier caso, el diputado reflexiona sobre la necesidad de recurrir a la justicia internacional cuando en el país no hay suficientes incentivos para conseguirla. Es por ello que una comisión de congresistas brasileños ha ido a Estados Unidos a denunciar esta situación de censura y autoritarismo que avanza en Brasil, en la que una de las principales víctimas, luego del pueblo brasileño, es una empresa estadounidense de envergadura mundial como X (antes Twitter).
Alexandre de Moraes corre el riesgo de sufrir las mismas consecuencias que los violadores de derechos humanos en Venezuela: ser sancionado junto a su familia por Estados Unidos, así como todos aquellos involucrados en estas decisiones inconstitucionales en suelo brasileño. En este sentido, de Moraes podría incluirse en la misma lista donde están Nicolás Maduro, Diosdado Cabello, Vladímir Padrino, entre otros.