Bernardo Henao Jaramillo,
Hablemos de la tutela radicada bajo los números 11001-03-15-000-2024-04386-00 y acumulada con los siguientes: 11001-03 15-000-2024-04515-00, 11001-03-15-000-2024-04517-00 y 11001-03-15-000-2024-04771-00. Esta tutela fue instaurada ante el Consejo de Estado por un grupo de ciudadanos y como ponente de la sentencia actuó el magistrado Pedro Pablo Vanegas Gil.
En la decisión que se adoptó se ampararon los derechos fundamentales a la libertad de expresión, a la protesta, a la participación política y a la oposición de los ciudadanos que han utilizado la frase «fuera Petro» como acto de inconformidad política.
El mandatario, tan pronto como tuvo conocimiento del fallo, por manifestación de la emisora Blu Radio, procedió de inmediato, el mismo 19 de septiembre, desde su cuenta de X, a extender las disculpas indicando:
“Las personas que gritan “Fuera Petro” no son asesinos disculpen. Pero sin ser mis electores, quieren que se pase por encima del voto popular mayoritario en Colombia y eso es asesinar la democracia…”
Hecha esa manifestación de disculpa pública surge una pregunta ¿Qué se obtuvo con esa decisión?
El fallo de la Sección Quinta del Consejo de Estado protegió el derecho de los ciudadanos a poder expresar “Fuera Petro”. Así, simplemente, de su lectura se colige que representa una importante victoria.
Vencer significa ser victorioso, hacer prevalecer un punto de vista sobre el otro. Pero, ¿es ese el objetivo de defender la democracia? ¿Se debe o no limitar la satisfacción al simple hecho de haber doblegado a una autoridad, en este caso al presidente Gustavo Petro?. No, esa decisión trascendental traduce algo más profundo y duradero que va más allá de lograr las simples disculpas.
Obtener la tutela de los derechos fundamentales simboliza ganar, lo que en el sentido más amplio del término implica avanzar hacia una mejor convivencia, fortalecer los mecanismos de participación ciudadana y elevar el nivel de los discursos. En ese sentido la decisión judicial no es solo una corrección a un exabrupto del presidente sino también una reafirmación de que las instituciones están atentas y dispuestas a salvaguardar los derechos ciudadanos, incluso frente a la figura con mayor poder del Estado.
La victoria es colectiva y se debe entender que ganar no es humillar al otro. Se trata de mantener abiertas las puertas del diálogo y de la crítica en un espacio donde todos puedan participar.
Así, pues, hay una conquista, ya que el fallo es claro en ese sentido. Y también se triunfa porque se fortaleció el derecho ciudadano a disentir. Y esto, al final del día es lo que mantiene viva a la democracia. Asimismo, la justicia sale fortalecida. Después de un riguroso análisis de la decisión se ve que hay diferencias en el ejercicio de la libertad de expresión entre los particulares y los funcionarios públicos.
Al invitar a que se conozca y estudie el trascendental fallo se espera que se reflexione sobre la justicia, la libertad y el respeto. No cabe ninguna duda que al disculparse en su cuenta de X, Gustavo Petro dio pleno cumplimiento y acatamiento al fallo.
Pero ahora resulta que a la par con las excusas otorgó poder a la doctora Carolina Jiménez para impugnar el fallo. La profesional mencionada el 25 de septiembre impugnó la decisión consignando en su escrito los argumentos en los cuales se soporta.
En el escrito de impugnación, además, se señaló puntualmente: “No obstante, a los argumentos expuestos en la presente impugnación, es necesario aclarar que el señor presidente de la República, de manera autónoma y en respuesta a la noticia publicada por los medios de comunicación el 19 de septiembre de 2024, consideró necesario como un acto de compromiso con el pueblo y de respeto a los fallos judiciales, realizar la siguiente publicación desde su cuenta oficial”. (Es el post o trino que publicó el presidente el 19 de septiembre disculpándose y que se transcribe parcialmente en el párrafo 3 de esta columna).
Ayer, nuevamente el presidente desde su cuenta de X emite respuesta a la sentencia de tutela proferida por el @consejodeestado, en la que se lee:
Resulta complejo entender la secuencia de manifestaciones del presidente. Primero se disculpa, a continuación otorga poder para impugnar y finalmente vuelve a excusarse.
En esta comunicación indica que ya había ofrecido una disculpa el 19 de septiembre, como en efecto lo hizo. También dice que la dio para evitar interpretaciones erróneas y reafirmar su compromiso con el diálogo y la reconciliación.
Y concluye que la publicación en X cumple con lo ordenado por el Consejo de Estado y además busca, al parecer, fomentar un diálogo constructivo que promueva la inclusión y el respeto en la sociedad colombiana.
En un esfuerzo por tratar de comprender ese galimatías y en aplicación del principio de buena fe debe dársele a la disculpa pública que ofreció el presidente el sentido que él expresa, que no se trata simplemente del acatamiento a la orden judicial, sino también un punto de partida para construir una nación más inclusiva, en la cual impere el respeto y la convivencia pacífica. Se espera que tal pronunciamiento sea sincero y no meras palabras, que su actuar sea coherente y no contradiga sus manifestaciones. Dijo Napoleón Bonaparte «nada va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen a los hechos».