SONIA SCHOTT
Es cierto que los debates entre vicepresidentes no despiertan tanta emoción, pero hay excepciones.
El enfrentamiento en 2008, entre el demócrata Joe Biden y la republicana Sarah Palin estableció un récord de teleaudiencia con 69,9 millones de espectadores, superando a los 56,7 millones que vieron el debate entre la representante Geraldine Ferraro y el entonces vicepresidente, George H.W. Bush, en 1984. Incluso el primer encuentro presidencial entre Barack Obama y John McCain, solo atrajo a 52,4 millones.
Está vez, las expectativas de cara a un desafío entre candidatos al segundo cargo más importante en el Ejecutivo encuentra justificación en una carrera presidencial extremadamente reñida y controversial.
Igualmente, los electores responden a necesidades diferentes, dependiendo del grupo social al que pertenezcan, o así considera un reciente estudio del Pew Research Center.
Hay más inclinación entre los votantes a creer que un triunfo de la fórmula demócrata Kamala Harris – Tim Walz, significaría cambios más determinantes para: las mujeres, los sindicatos, los afroamericanos, los hispanos y la población de menores recursos. En contraste, la dupla republicana Donald Trump-JD Vance se cree que favorecería principalmente a las clases más prósperas del país, a los blancos, a los hombres y a los veteranos militares, según el Pew.
Entre los jóvenes, de 18 a 29 años, el Instituto de Política (IOP) de la Escuela Kennedy de Harvard encontró que Harris tiene una ventaja dominante de 31 puntos sobre Trump.
Aunque los sondeos no representen hechos determinantes sino tendencias, lo cierto es que para todos hay mucho en juego.
Ante la falta de más encuentros entre los candidatos presidenciales, la atención gira hacia cualquier otra oportunidad que permita comparar estilos de gobierno y formar opinión sobre quien estaría mejor calificado para asumir el cargo de presidente, si fuese necesario.
Considerando que, tanto el senador republicano de Ohio, JD Vance, como el gobernador demócrata de Minnesota, Tim Walz, no habían despertado la atención de los votantes promedio, la huella en el escenario político surgió por comentarios que hicieron titulares nacionales.
En particular Vance, quien promovió la polémica acusación de que los inmigrantes haitianos que viven en Springfield, Ohio, se estaban comiendo los perros y gatos de sus vecinos, insistiendo en que sus electores le habían informado de los incidentes. La acusación, que fue retomada por Trump, causó consternación y las autoridades locales debieron salir al paso para aclarar que no había evidencia de que se estuvieran robando las mascotas para esos fines.
Walz por su parte, acaparó la atención pública cuando acusó a Trump y Vance de ser «raros». La descripción se convirtió en una etiqueta para los demócratas, aunque Donald Trump rápidamente le bajo el tono al epíteto.
Son evidentes las marcadas diferencias en carácter, edad y experiencia de los actuales compañeros de formula.
Vance, de solo 40 años, ha destacado por sus opiniones firmes, a veces controvertidas, mientras que Walz, de 60 años, ha enfatizado una imagen afable y más cauta.
La única opción de debate televisado entre el expresidente y la actual vicepresidenta favoreció más a Harris que a Trump, aunque su impacto no fue dramático pues si bien las encuestas indicaron que Harris había avanzado ligeramente en popularidad, no fue tanto como para marcar una gran diferencia.
Por lo pronto, el equipo de campaña de Trump ha apostado a la franqueza de Vance para llegar al elector todavía indeciso.
Las encuestas más recientes sugieren que Harris está por delante en puntos en algunas encuestas, pero Trump tiene la ventaja en estados clave como Carolina del Norte, Georgia y Arizona.
Otro aspecto no menos importante de estas elecciones estadounidenses es el alcance de la influencia que causará, en el escenario internacional.
El Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS) estableció en su reporte “El impacto global de las elecciones presidenciales 2024” que no se puede obviar que el resultado de estas elecciones cambiará la dinámica internacional tomando en cuenta, las dos guerras en Europa y Oriente Medio o la disposición de China para formar coaliciones con líderes autocráticos, impactando el orden internacional que ahora conocemos, “y solo el ritmo o la intensidad estarán determinados por quién ocupe la Casa Blanca en enero de 2025”.