lunes, noviembre 25, 2024
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¿De quién eran esos lingotes?

OMAR ESTACIO Z.,

De quién eran esos lingotes?

Los medios de comunicación españoles han sido muy acuciosos con dos episodios de corrupción transnacional. Nos referimos al “Caso Koldo” en los que aparecen como protagonistas, el presidente Pedro Sánchez Castejón, José Luis Ábalos, exministro de Transportes del gobierno del propio Sánchez y Koldo García. Esos Tres Tristes Tigres de la corrupción administrativa, se entrecruzan, a su vez, con el llamado “Delcygate”, expediente criminal que dormía el sueño de los justos en algún anaquel judicial madrileño, hasta que, el “Caso Koldo”, lo volvió a colocar en la palestra. Recordarán los amables lectores que una madrugada de enero de 2020, la antes aludida, Vicepresidenta, procedente de Venezuela, a contravía de la ley, la moral, las buenas costumbres y el orden de la familia, desembarcó en el Aeropuerto de “Barajas”, Madrid pese que tenía prohibida la entrada al llamado Espacio Schengen. Pero no se limitó a eso, nada más. La señorona se dio el “tupé” de pasar por las correas de la aduana local como su equipaje personal, 104 barras de oro con valor de USD 68,4 millones, más ocho maletas rebosantes de dinero contante y sonante, por adicionales USD 60 millones. Insólito, que esos lingotes y billetes de dinero negro, no hayan sido incautados, como es de rito por las autoridades aeroportuarias locales en situaciones análogas.

En España, donde todavía rige una democracia, por tambaleante que sea, ambos escándalos no solo están a punto de enviar a la cárcel a sus protagonistas sino que amenazan con derrocar al presidente Sánchez Castejón. Los ilícitos de la susodicha exvicepresidenta, enjuiciables en Venezuela permanecen impunes. Según la legislación de patria, con el referido trasiego de oro y dinero sucio, en que habría sido sorprendida, in fraganti, la viajera habría incurrido en, contrabando de extracción; tráfico y comercio ilícito de recursos o materiales estratégicos; legitimación de capitales; ejercicio ilegal de la minería; además de transgredir medio articulado de la ley Contra la Corrupción. Las penas máximas, nada más, que por los tres primeros ilícitos totalizan la bicoca, de 32 años de prisión (Cfr. Ley sobre el Delito de Contrabando, artículo i2 y Ley Contra la Delincuencia Organizada en sus artículos 34 y 35, respectivamente), sin embargo, la matrona en lugar de ser recluida, previo el debido proceso, en el pabellón para internas muy peligrosas, del INOF, Instituto de Orientación Femenina de Los Teques, cada día se ha puesto más valentona.

La senadora colombiana, Piedad Córdoba, prócer, también, de la RoboLución Bolivariana, poco antes de morir, primero, y después, el “Pollo” Carvajal, exhombre fuerte del servicio de inteligencia de dicha RoboLución, declararon que Zapatero, guapo y apoyado, es feliz adjudicatario a cambio de sus “asesorías internacionales” de una mina de oro, enclavada en el corazón de nuestro Arco Minero.

Sería, la explicación más plausible de la lenidad, complicidad, encubrimiento, de la vista gorda de las autoridades de uno y otro lado del Atlántico, en lo que concierne, a los escandalosos episodios de corrupción antes citados. Restaría por determinar, cuál o cuáles de sus compinches en Venezuela van “pegaos” en la referida mina.

Y usted, señora lectora ¿Quién cree que son esos compinches locales? En el caso concreto, apuesto al pimentón, felón, bigotón, flatulentón y demás miembros de su parentela.

Fuente: Diario Las Américas

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