El distanciamiento entre Luiz Inácio Lula da Silva y Nicolás Maduro es oficial. El veto de Brasil al ingreso de Venezuela al grupo de economías emergentes BRICS llevó al régimen chavista a romper la prudencia que había mantenido desde las elecciones presidenciales del 28 de julio frente al reclamo del mandatario brasileño de la necesidad de publicar las actas para poder reconocer el resultado. En un comunicado oficial que traspasa los límites de la cautela diplomática, la dictadura venezolano asumió este jueves el costo de apartarse del fundador del Foro de Sao Paulo calificando como una “agresión” y “gesto hostil” la decisión de la representación brasileña en la cumbre del bloque que lideran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, celebrada esta semana en la ciudad rusa de Kazán.
Para intentar incomodar al gobierno del gigante sudamericano frente a sus votantes, el régimen de Maduro se atrevió a comparar a la actual administración con la de su antecesor y mayor rival político, el expresidente Jair Bolsonaro. “La representación de la Cancillería brasileña (Itamaraty), liderada por el embajador Eduardo Paes Saboia, decidió mantener el veto que Bolsonaro aplicó a Venezuela durante años, reproduciendo el odio, la exclusión e intolerancia promovidos desde los centros de poder occidentales para impedir, por ahora, el ingreso de la patria de Bolívar a esta organización, en una acción que constituye una agresión a Venezuela y un gesto hostil que se suma a la política criminal de sanciones que han sido impuestas contra un pueblo valiente y revolucionario”, señala el comunicado.
La comparación no quedó ahí. El texto continúa en la misma línea afirmando que “el pueblo venezolano siente indignación y vergüenza por esta agresión inexplicable e inmoral de la Cancillería brasileña, manteniendo lo peor de las políticas de Jair Bolsonaro contra la revolución bolivariana fundada por el comandante Hugo Chávez”.
De esta manera, el régimen chavista intenta una vez más chantajear al gobierno de Lula da Silva ubicándolo en la otra acera de la política interna justo dos días antes de la segunda vuelta de los comicios municipales en Brasil, en los que resultaría victorioso con una amplia ventaja el candidato de Bolsonaro en Sao Paulo –mayor plaza electoral del país–, el actual alcalde Ricardo Nunes, quien conseguiría 58 % de los votos, según la más reciente encuesta del Instituto Datafolha.
Un chantaje político
Nicolás Maduro ya ha intentado chantajear a Lula con otras maniobras políticas. Al no haber logrado comprar el apoyo incondicional del mandatario brasileño luego del fraude del 28 de julio, ha coqueteado con el Movimiento de los Trabajadores Rurales sin Tierra (MST), una organización de extrema izquierda que tiene al jefe de Estado brasileño en una posición incómoda frente a sus simpatizantes. Y es que Lula necesita el apoyo del Frente Parlamentario Agropecuario (FPA) en el Congreso para tener gobernabilidad, y el FPA mantiene un conflicto político con el MST por su hostilidad contra al agro en Brasil, puesto que este grupo es conocido por la invasión de tierras que afectan a los productores.
Pese a esto, Maduro invitó al MST como acompañante electoral y varios miembros de esta organizaciones aparecieron junto al heredero del chavismo en un video luego de comprobado el fraude en las elecciones, contradiciendo así la posición oficial del gobierno brasileño. Esto ha sido mal visto en el Palacio del Planalto y se rumora que es una de las razones que llevó a Lula a bloquear el ingreso de Venezuela en los BRICS, como una forma de demostrarle a Maduro que las cosas se hacen a su manera. Tampoco hay que olvidar que fue Lula, durante su anterior gobierno, quien promovió el ingreso de Venezuela al Mercosur en tiempos de Hugo Chávez y el país caribeño terminó con una suspensión indefinida que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) no se ha molestado en pedir que se levante, pues lejos de aportar al bloque comercial, Venezuela es un estorbo para la alianza que Lula impulsa con la Unión Europea.
Maduro achaca a Lula su fracaso en los BRICS
En esa dirección ha ido el argumento del asesor especial de Lula para Asuntos Internacionales, Celso Amorim, quien soltó en una reciente entrevista con CNN que el grupo de los BRICS “necesita países que puedan contribuir”, en una clara alusión a las cuestionadas capacidades comerciales de su vecino del norte. Además, no hay que olvidar que Amorim estuvo el 28 de julio en Caracas como observador electoral y sabe lo que realmente ocurrió el día de la elección que terminó siendo robada descaradamente por el oficialismo.
La decisión del gobierno de Lula sin duda fue un duro golpe para Maduro, que había evitado responder directamente a su antiguo aliado. Tanto así que el canciller del régimen, Yván Gil, desautorizó al fiscal general Tarek William Saab para ofrecer declaraciones relacionadas con política exterior por haber señalado que Lula y su par chileno Gabriel Boric “son agentes de la CIA”. La dictadura venezolana ahora decidió hacer a un lado la prudencia. La paciencia de Maduro se agotó frente a su inocultable fracaso en la cumbre de los BRICS, adonde viajó sin previo aviso para intentar anotarse un punto con el eventual ingreso de Venezuela, al menos como miembro asociado, pero el veto de Lula lo dejó con las manos vacías.