La preocupación de Gustavo Petro por el respeto a la democracia en Venezuela duró poco. El presidente colombiano, que hasta hace unas semanas decía que no habría reconocimiento desde Bogotá a los resultados de las presidenciales en el vecino país sin la publicación de las actas, decidió pasar la página y mirar para otro lado. Su complicidad incluso fue un paso más allá al invitar a la Conferencia sobre la Diversidad Biológica COP16, que se celebra en Cali, al canciller chavista, Yván Gil, dándole incluso tribuna para negar descaradamente la existencia de presos políticos y atacar a la oposición desde territorio colombiano.
“En Venezuela no hay presos políticos. En Venezuela no hay ni un preso político. Venezuela es un país libre de presos políticos. En Venezuela hay paz”, dijo el máximo representante de la diplomacia del régimen de Nicolás Maduro este martes desde Cali en una entrevista con la emisora colombiana Blu Radio. Su desfachatez fue mayor cuando se le preguntó por las denuncias de madres que tienen a sus hijos menores de edad tras las rejas por haber participado en las protestas contra el fraude del 28 de julio. “En Venezuela, como en todos los países del mundo, hay un Estado de derecho que funciona”, se limitó a responder, agregando que se trataría de “narrativas construidas en las redes sociales”.
Las cifras del Foro Penal desmontan su discurso. El corte realizado por esta ONG hasta el 22 de octubre indica que en Venezuela hay un total de 1953 presos políticos, de los cuales 1824 corresponden a arrestos desde el pasado 29 de julio. Además, del total de personas privadas de libertad por motivos políticos, 242 son mujeres y 69 son menores de edad.
El acuerdo de Petro y Maduro fue “pasar la página”
Yván Gil está aprovechando además la tribuna que le facilitó el gobierno de Gustavo Petro en Colombia para repetir el relato de que Nicolás Maduro ganó las elecciones porque así lo proclamó el Consejo Nacional Electoral (CNE), sin totalización, sin actas y sin auditorías, y lo validó el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) –presidido por la chavista Caryslia Rodríguez, que hasta antes de asumir el cargo militaba en el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)– mediante un procedimiento irregular a puerta cerrada.
“Eso es página pasada”, enfatizó el canciller chavista, quien parece haberle dictado la pauta al mandatario colombiano, que hizo exactamente lo mismo, pasó la página y mandó a su canciller Luis Gilberto Murillo a recibir con honores a su homólogo venezolano, quien dijo con respecto a la líder de la oposición, María Corina Machado, que ella es “la nada”, justo cuando la dictadura redobla la persecución a la oposición con la llamada operación “Jaque a la reina” para que –según anunció Maduro– todos sean “capturados, procesados y enjuiciados”. Luego, para intentar salir al paso a los naturales cuestionamientos, Murillo insistió en que para Colombia “sería importante que se presentaran las actas” de las elecciones. “Nosotros no nos hemos movido de ahí”, dijo. Aunque las acciones contradicen sus palabras.
Hoy, el gobierno de Gustavo Petro se está prestando para validar el fraude, la represión y la persecución en Venezuela, luego de que el mandatario colombiano dijera hace un mes en una entrevista con CNN durante su viaje a Nueva York para participar en la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) que “si no hay presentación de actas, no hay reconocimiento”. Todo parece indicar que cambió de opinión y decidió seguir siendo el “gran aliado de Maduro en la región”, como asegura la prensa colombiana frente a los últimos acontecimientos.