Hilda Pérez, cuyo hijo fue apresado el 31 de julio, relató que la aprehensión se cometió en el Bloque 1 del sector Unare, alrededor de las 8:30 pm.
No fue hasta el día siguiente, aproximadamente a las 5:00 pm, que pudo localizarlo, pero pasaron entre ocho y diez días hasta que le permitieron verlo.
Como el resto de los arrestados, pasó a fase de juicio, pero todavía no hay una fecha de audiencia.
“En el lugar donde están solamente le están dando dos comidas, a veces vienen en mal estado, le dan agua dos veces al día. Solamente pedimos la liberación de ellos. Ya tienen bastante tiempo en este proceso y aún no nos dan fecha de juicio (…) mucha gente nos ha apoyado con todos los gastos porque tenemos que trasladarnos hasta donde ellos están para saber si tenemos alguna noticia, si necesitan algo, si nos piden algo (…) hemos sacrificado todo, tuvimos que dejar nuestras vidas para estar con nuestros hijos. Yo vivo con mi mamá y mi papá, que son personas de tercera edad, los tuve que dejar solos aquí para irme con mi hijo”, relató Pérez.
En todo este tiempo sólo le han permitido dos visitas por un lapso de 10 minutos. No se les permite ningún contacto físico; de hecho, son separados por un vidrio y se comunican por un teléfono. Lo que observaron en las escasas dos visitas en la cárcel es que han bajado de peso significativamente.
“Ellos están muy vulnerables a todo esto, están llenos de miedo, de temor, no saben qué está pasando con el proceso, por qué han tardado tanto si son inocentes, ellos no son terroristas”, insistió.
Un mismo patrón en las detenciones en Venezuela
Yasmin Espeh relató el caso de su hermano de 23 años, deportista desde su infancia. La detención se dio en su lugar de domicilio.
“Ha sido muy difícil todo este proceso. La comunidad nos ha apoyado porque nos fuimos a otro estado sin conocer, cuando yo llegué allá ni siquiera tenía dónde dormir. Los primeros días me tocó dormir en el piso, pasar frío, hambre y hasta sed. Ha sido demasiado fuerte este proceso, más cuando se trata de muchachos inocentes, muchachos jóvenes, emprendedores, estudiantes, trabajadores, cabeza de familia que han tenido que pasar esto. Lo que pedimos es una liberación pronta, que se revisen exhaustivamente sus expedientes”, agregó Espeh.
Asegura que tiene pruebas en video de que su hermano fue sacado a la fuerza de su casa y no lo detuvieron en una protesta.
Un patrón es que todos, apresados en días y lugares diferentes, fueron presentados en una misma audiencia y se les imputaron los mismos delitos: terrorismo, incitación al odio, resistencia a la autoridad y obstrucción de la vía pública.
“Es fuerte cuando a uno se le acusa de algo que uno no ha hecho (…) A mi hermano lo vi delgado. Él me dice que él sabe que es inocente, todos lo sabemos, esperemos en Dios que la gente pueda ponerse su mano en el corazón y revisar minuciosamente cómo fue cada captura y puedan darle su libertad que es lo que todos queremos, pues ya se acerca la época decembrina y es doloroso no compartir”, expresó Espeh.
Más de 50 manifestantes detenidos en Bolívar
Luis Henry, pariente de otro joven detenido, abogó porque se considere que muchos de los aprehendidos son jóvenes deportistas. Por ser hombre, no se le permiten visitas, ya que una norma del sistema penitenciario es que solamente dan acceso a mujeres para ello. Una excepción debe estar avalada por el Ministerio de Asuntos Penitenciarios, cuando no haya un familiar femenino.
Este grupo de parientes, en su mayoría madres, han creado una hermandad para apoyarse y respaldarse, mientras diariamente van a las afueras de la cárcel de Tocorón esperando por noticias positivas, y hasta poder siquiera llevarles comida o artículos de primera necesidad.
Desde el 29 de julio, de acuerdo con un registro de Correo del Caroní, basado en información de minutas oficiales, se han ejecutado 56 detenciones. Actualmente hay al menos 53 privados de libertad, ya que tres adolescentes fueron excarcelados con medidas cautelares, aunque otros dos siguen presos.
cárcel de tocorón