jueves, octubre 31, 2024
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El monstruo todavía sigue allí

IBÉYISE PACHECO,

Ese 28 de julio hace tres meses, la pesadilla de Nicolás Maduro fue creciendo a medida que avanzaba la tarde. Lo que él temía se asomaba aún peor; Edmundo González Urrutia, de quien tanto se burló durante su campaña, había triunfado de manera indiscutible, hasta tal punto que se hacía imposible ejecutar el plan B, el fraude ofrecido por Jorge Rodríguez para ser llevado a cabo por el rector Carlos Quintero: la manipulación a su favor de hasta un millón de votos. Pero Edmundo había tomado la ventaja por más de tres millones de votos.

La decisión de Maduro fue llevarse todo por delante: no iba a entregar el poder. Ubicar al presidente del CNE, Elvis Amoroso, tomó más del tiempo debido; según un par de testigos no atendía el teléfono y se había escondido en el cuarto de baño. Finalmente apareció y trastabillando leyó un resultado. Toda una mamarrachada.

Del resto se ocuparía la represión. Quienes se atrevieran a alzarse para reivindicar el resultado, serían aplastados sin contemplaciones, especialmente en los barrios. La delación sería premiada con protección y dinero, y el protagonista de cada imagen que registrara la derrota de Nicolás y que además la celebrara, debía ser identificado, capturado, confinado y continuamente torturado. Maduro, ya como tirano sin disimulo, anunciaría la reeducación y el escarmiento necesario para doblegar a los osados opositores.

Ni siquiera los niños se salvarían. Los activistas, dirigentes políticos, líderes sociales, ejemplos de la comunidad serían los primeros castigados.

La orden agitó la excitación de los cobardes sanguinarios.

Venezuela finalmente fue ubicada por quienes defienden la libertad, en el cuadro vergonzoso y doloroso de una dictadura.

Comenzó entonces la batalla de la resistencia y la ejecución del plan a cumplir con tenacidad, con responsabilidad y con mucha valentía que no es más que la promesa de llegar hasta el final, mantra invocado por la voz principal de María Corina Machado que guía al punto de inflexión del 10 de enero, cuando cesa el ejercicio de la presidencia de Nicolás Maduro que debería entregar al presidente electo Edmundo González Urrutia.

Partir el brazo a quienes protestan, doblegar a los rebeldes, aterrorizar a los ciudadanos, no han modificado el sentimiento de un país que lo detesta y cuya causa ha sumado voluntades, especialmente de autoridades extranjeras que presencian espantadas acciones del monstruo corrupto.

El incremento de la paranoia lo ha obligado a quemar cartuchos. Las conspiraciones internas no son leyendas y para reducir su miedo modificó el alto mando militar.

Hasta algunos socios del crimen organizado comenzaron a tratarlo con cierta cautela ya que demasiada visibilidad no es conveniente para el negocio. Por el camino de decisiones drásticas descabezó y encarceló al ministro del Petróleo, y formalizó lo que bajo hechos ya venía ocurriendo: le entregó el manejo de los ingresos del país a Alex Saab quien como buen testaferro y delincuente conoce rutas alternativas para colocar el dinero y tratar de recuperar cantidades que andan penando en el extranjero.

Entretanto la razia ha continuado. Una selección cuidadosa de personajes jóvenes, seres frescos con futuro prometedor, o respetables líderes adultos en distintas partes del país han sido trasladados a prisiones sin derecho a juicio. También hombres y mujeres de otras nacionalidades, dos españoles, por ejemplo, son carnada para el chantaje y se suman a centenares de abandonados en campos de concentración sin derecho a la defensa.

Desaparecidos. Ciudadanos que nadie ha visto más. Solo de algunos se puede presumir que están recluidos, pero no hay pruebas de ello; apenas el boca a boca de otros presos que llega a sus familiares. De once ciudadanos sencillamente no se sabe nada. Solo viven en la esperanza y el amor de sus seres queridos.

Es oficial la ausencia de justicia. Supuestos juicios telemáticos sin abogados aceleran conclusiones convenientes para la dictadura.

Las prisiones se multiplican. Corre el rumor de que han reactivado a “la tumba”. Cárceles para civiles y militares estrenan un nuevo sistema; en el Rodeo I en Guarenas al abogado o familiar que logre entrar le colocan una capucha completamente cerrada, sin ningún orificio, para luego, sin poder ver absolutamente nada, ser guiado por una mano áspera que lo lleva hasta el locutorio. Es un momento realmente tenebroso. Cuando les quitan la capucha la escultura de un búho gigantesco, que nadie entiende qué hace ahí, oficializa el final del túnel del terror.

Los pasamontañas han sido incorporados al atuendo de los carceleros de todos los penales. Las mujeres son sometidas a sus propias pesadillas. En un retén llamado La Crisálida hay más de 70 prisioneras post 28J viviendo otro horror.

Maduro menosprecia el costo político de ser señalado por el mundo entero por violar los derechos humanos e igualarse a los peores carniceros de la historia.

Su acción violenta subió un escalón al asesinar recientemente a un dirigente político, un voluntario religioso querido por la comunidad. Su nobleza y liderazgo en Apure, su eficiencia durante el proceso electoral lo llevó a ser seleccionado como víctima propicia para aleccionar a los rebeldes. A criterio de expertos, Edwin Santos de Voluntad Popular, probablemente falleció después de ser golpeado brutalmente en todo su cuerpo para luego ser lanzado en la vía de San Rafael de El Piñal en Táchira.

Dios proteja a los venezolanos.

Fuente: Diario Las Américas

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