Mookie Tenembaum,
Siria, bajo el régimen de Bashar al-Assad, se encuentra en un estado crítico: devastada por más de una década de guerra civil y al borde de una implosión que amenaza con cambiar el mapa de Medio Oriente.
Aunque al-Assad mantiene un control nominal sobre gran parte del territorio, la realidad es de fragmentación y debilitamiento constante. La fachada de unidad que proyecta su gobierno oculta un país dividido en facciones, con zonas como Rojava bajo el control kurdo y otras regiones en manos de grupos rebeldes o remanentes del Estado Islámico.
El régimen de al-Assad no sobrevive por su fortaleza, sino gracias al respaldo inquebrantable de Irán y Rusia. Irán convirtió a Siria en un corredor estratégico para transferir armas y apoyo logístico a Hezbolá en el Líbano, un flujo que Israel intenta cortar de raíz con bombardeos cada vez más frecuentes. Estos ataques, golpearon incluso en el corazón de Damasco y subrayan la creciente volatilidad de la región.
Un Estado en descomposición
La estructura territorial de Siria refleja su descomposición interna. Mientras al-Assad se aferra a su bastión en Latakia, las áreas bajo su control se reducen frente a una resistencia en crecimiento. Los pasos fronterizos entre Siria y el Líbano, esenciales para las operaciones logísticas de Irán, están cerrados o limitados, lo que complicó las operaciones de transporte para Hezbolá. Israel, mediante sus bombardeos sostenidos, cercó al régimen y puso en jaque tanto a Damasco como a Teherán.
Israel frente al límite de la contención
Israel, consciente del peligro que representa una Siria alineada con Irán, evalúa estrategias más directas y agresivas. Durante años, la presencia rusa en ese país sirvió como un factor disuasorio para cualquier acción audaz. Sin embargo, la disminución del poder e influencia de Moscú ante la guerra en Ucrania abre una ventana de oportunidad para que Israel considere medidas más radicales:
Destrucción de infraestructura clave: ataques contra puertos y aeropuertos estratégicos, como Latakia, fundamentales para la logística del régimen.
Eliminación de liderazgo: la posibilidad de un ataque directo contra al-Assad o figuras clave de su gobierno está ganando relevancia en los cálculos estratégicos israelíes.
Intervención militar directa: aunque arriesgada, una acción militar para desmantelar el régimen desconectará a Irán de Hezbolá y alterará el equilibrio regional.
El escenario de una escalada inminente
Cualquier movimiento de Israel hacia una intervención de mayor escala implica riesgos impredecibles. La caída del régimen de al-Assad desatará un vacío de poder aún más profundo, transformando a Siria en un campo abierto para actores terroristas y conflictos internos más intensos.
La llegada de Donald Trump al poder añade una dimensión adicional a este panorama. Con un Estados Unidos más dispuesto a confrontar directamente a Irán, Israel recibirá el respaldo necesario para actuar sin restricciones significativas. Una coordinación entre Israel y potencias occidentales tendría el potencial de no solo debilitar al régimen sirio, sino también redibujar las dinámicas de poder en todo Medio Oriente.
Una región en llamas
La situación en Siria es un polvorín al borde de estallar. El destino del régimen de al-Assad será crucial para definir el curso del enfrentamiento entre Israel e Irán. Si Israel intensifica su intervención, el impacto se sentirá en el escenario global.
Las cosas como son.
Mookie Tenembaum aborda temas internacionales como este todas las semanas junto a Horacio Cabak en su podcast El Observador Internacional, disponible en Spotify, Apple, YouTube y todas las plataformas.