Edward Rodríguez,
Por recomendación de un amigo busqué en la biblioteca digital el libro “Adiós Sr. Presidente” del autor chileno Carlos Matus, quien en vida llegó a ocupar el cargo de Ministro de Economía de Salvador Allende, también fue presidente del Banco Central de Chile en 1973, luego fue preso político de la dictadura Pinochet, pasó dos años en los campos de concentración de la isla de Dawson y desde ese cautiverio comenzó a escribir sobre planificación y situaciones, para terminar exiliado en Venezuela, su segunda patria, donde murió el mismo año y mes que Chávez ganó la presidencia en 1998.
En su libro “Adiós Sr. Presidente” que es un ensayo novela, Matus cuenta sobre lo que es perder el poder y cómo un Presidente no pudo ser reelecto por su pésima gestión, pero en su imaginación creía que lo estaba haciendo muy bien; por lo que surge la pregunta ¿Lo engañaron o se autoengañó?
Comparto parte del ensayo cuando una de las personas del círculo de mayor confianza del Presidente le respondía reiterativamente: “Sí, señor Presidente”, “vamos bien señor Presidente”, “vea usted las encuestas…”, “por supuesto, señor Presidente”. Cuando visitaba un hospital, éste era pintado y aseado el día anterior. Las motocicletas de su guardia especial le abrían paso en el tráfico; si llamaba por teléfono siempre estaba en línea abierta; en períodos de escasez de agua él tenía la suficiente; comía en Palacio y no pagaba precios más altos por los alimentos; la vía desde su residencia oficial a la sede del gobierno era mantenida con gran pulcritud y la grama de los jardines estaba siempre bien cortada. Las malas caras y los gestos de burla y amenaza que surgieron más tarde tampoco alcanzaban su vista, gracias a una protección diligente.
Aquel hombre vivió esa fantasía de ser un buen gobernante y como sus aduladores se lo decían pues se lo creía. Al leer esto, de inmediato pensé en Nicolás Maduro con la diferencia de que éste quiere un tercer período y siente que es el único que puede mantener la llamada “revolución”. Puede estarse creyendo el cuento de que luchó contra el imperio, que trajo satisfacción a su pueblo, que mejoró la economía, que construyó más casas, que por hacer unos parques o áreas recreacionales, a última hora, resolvió el tema climático, que por asfaltar algunas calles desarrolló la vialidad de toda una nación y la convirtió en un país del primer mundo.
Por supuesto que los entornos del poder siempre quieren que el gobernante vea lo que les interese, la astucia está en pisar tierra y ver la realidad. A Nicolás le están contando esa película; en los últimos días hemos visto cómo portavoces de su gobierno salen a denunciar bloqueos y campañas en su contra en las redes sociales, cuando la verdad es que son ellos los que controlan la comunicación digital, pues bloquean portales, cierran medios (ya van más de 300 en 24 años). Entonces uno se pregunta ¿Qué cuento se están creyendo?
Maduro estuvo recientemente en la isla de Margarita en su gira de campaña, llegó de sorpresa y sorprendido literalmente quedó, pues la gente ni se enteró de la visita y lo que se difundió y se vitalizó en las redes fue el momento en que se ve solo en un carro descapotado saludando a las personas que se encontraba por el camino y estas le gritaban “manda agua”, “manda gasolina”, pero por supuesto no escuchó y a lo mejor cuando preguntó qué le gritaban, le responderían: “están diciendo que lo está haciendo muy bien señor Presidente”, “que ya tienen listo el 1X10”.
Esa escena se le está repitiendo cada vez que sale, lo que no le dicen es que están moviendo sólo a sus afectos y que muchos van obligados por los bonos que reciben o por ser empleados públicos y temen perder lo poco que reciben; sin entender y aceptar que hay un descontento general entre los venezolanos.
En otra parte de la novela, Carlos Matus dice que hay que gobernar los seis primeros meses como si fueran todo el período presidencial. “Se debe evitar la euforia y la soberbia del comienzo de gobierno tomando conciencia del juicio final del pueblo”. El autor chileno además recordó haber leído en alguna historia que los emperadores romanos tenían un funcionario o un esclavo, no recordaba bien, que podía acercarse hasta su oído para decirle en cualquier momento: “Tú eres mortal”. Él no tuvo esa advertencia. Chávez tampoco la tuvo en el 2002 y Maduro tampoco parece haberla tenido hasta el día de hoy porque el deseo de aspirar a un tercer periodo fue un error inclusive en lo que llaman la alternancia del poder entre ellos. Diría el político de la oposición de venezolana, Luis Beltrán Franco, “sufre del complejo del hijo único, que se merece todo pese a que tiene más hermanos”.
Maduro debería ver más allá de su entorno que evidentemente lo tiene engañado, el poder lo tiene perdido hoy, electoralmente no gana los comicios del 28 de julio, la gente se cansa hasta de los buenos gobiernos, pero el de él ha sido pésimo, ya no hace falta hacer el listado de lo que no hizo y de la tragedia que dejó, todavía está a tiempo de entender que puede sobrevivir en democracia políticamente y que su partido, el PSUV, se puede recomponer siendo oposición.
Ojalá y abra los ojos y vea la película real, perdiendo y aceptando una transición ganaría una salida honrosa sin engaños.