La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI) de Venezuela, presentada este jueves por la prestigiosa Universidad Católica Andrés Bello, arrojó resultados alarmantes con respecto a la educación: 190 mil alumnos abandonaron el colegio entre 2021 y 2022.
“El retorno a la presencialidad (tras la pandemia de coronavirus) se produce con menos alumnos inscritos. Hay una pérdida diferenciada de las oportunidades educativas sin una respuesta del Estado venezolano para garantizar el derecho a la educación entre las poblaciones más vulnerables”, indicó el informe en el apartado dedicado a la educación.
Luego recordó que, en pandemia, la ENCOVI 2021 había reflejado 550 mil estudiantes menos respecto a 2019-2020. “En 2022 no se recupera el stock de inscritos a niveles anteriores. Disminuyó en 190 mil estudiantes respecto al período 2020-21″.
Respecto a la cobertura educativa en la población de 3 a 24 años, el estudio subrayó que menos de 2 de cada 3 se declararon inscritos en un centro educativo para el período 2021-2022. Además, se redujo la cobertura educativa entre la población de 3 a 17 años.
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“El retorno a la presencialidad ha ocurrido con una menor cobertura en las edades de cursar educación inicial, primaria y media. Se estima en millón y medio el volumen de niños, niñas y adolescentes que permanecieron fuera del sistema educativo en el período 2021-2022″, recalcó el informe.
En el ítem dedicado a las “Inequidades en el acceso a la educación”, el texto concluyó que se redujeron las oportunidades educativas tanto para hombres como para mujeres. “En cada ENCOVI se reitera que la razón principal que lleva a los y las adolescentes a dejar los estudios no es el factor económico, sino más bien la poca pertinencia de la oferta educativa. Los y las jóvenes señalan la falta de interés en los estudios, aunque ya hay otras razones de peso como el trabajo, señalado por los hombres; y la maternidad y los cuidados por las mujeres”, destacó la encuesta.
En cuanto a “la condición racial y las oportunidades educativas”, el texto indicó que “la diferenciación racial en el acceso a la educación parece más evidente en las edades adolescentes y jóvenes, expresándose en una desventaja mayor entre la población negra, hecho relacionado con una mayor incidencia de la pobreza”.
Justamente respecto a la pobreza, se señala que la misma aumenta los riesgos de exclusión educativa. “Los hogares buscan maximizar el aprovechamiento de su fuerza de trabajo para compensar la merma de los ingresos familiares”, señaló el informe.
La profesora Anitza Freitez, coordinadora del programa ENCOVI, sostuvo en declaraciones recogidas por Monitoreamos: “Seguimos observando con mucha preocupación cómo sigue cayendo la cobertura entre la población de 3 a 5 años. Casi la mitad de los niños y niñas en esas edades no están contando con el apresto que proporciona la educación inicial, y con las consecuencias que eso tiene para la dotación de las herramientas básicas que permitan el desarrollo acumulativo de los aprendizajes”.
Y siguió: “Vamos a tener unas generaciones que van a ir avanzando en su trayectoria educativa con los déficits que han venido acumulando antes de la pandemia y que se intensificaron en la pandemia”.
Por último, el informe subraya una “agenda educativa fuera de las prioridades” y señala cuatro puntos al respecto. En el primero, afirma que “el Estado venezolano no asumió la responsabilidad que le correspondía para mitigar los efectos de la pandemia sobre la interrupción de las trayectorias educativas de las poblaciones más vulnerables”.
En segundo lugar, resalta que “casi la mitad de la población de 3 a 5 años permanece excluida de los beneficios de la educación inicial. Esa exclusión se concentra entre los más pobres porque la oferta pública es limitada y la privada es costosa. Sin una acción decidida del Estado, seguirán acumulándose las desventajas en la adquisición de competencias para el desarrollo de los aprendizajes”.
En tercer término, señala que “no hay una fuerte iniciativa a favor de la retención y reinserción escolar que integre medidas de reforzamiento pedagógico, alimentación, transporte, con la meta de incorporar a ese millón y medio de niños, niñas y adolescentes desescolarizados”.
Y, por último, enfatiza en que “la ausencia de una escuela integral donde se desarrollen la mayor parte de los aprendizajes, favorece la reproducción de inequidades en los hogares que tienen mayores restricciones de acceso a las nuevas tecnologías y adolecen en el hogar del clima educativo apropiado”.