Acá no pasó nada. El fin de semana, Alberto Fernández le brindó una entrevista de una hora y cuarto a Horacio Verbitsky, luego de que el hombre de Cristina Kirchner le soplara a su amigo y ministro de Salud, Ginés González García, con su “confesión” de la vacuna VIP. En el largo intercambio, que duró una hora y cuarto, no se mencionó en lo más mínimo la cuestión. Es más, “El perro” lo ninguneó como lo hizo ya en otra oportunidad y lo trató de forma despectiva. Otro bochorno del presidente argentino que, paradójicamente, encontró en el Poder Ejecutivo las humillaciones más grandes de toda su carrera política.
«Tenemos en línea a un viejo conocido, Alberto Ángel Fernández». Los primeros segundos del largo intercambio ya me habían dejado en claro el tono y el contenido de todo lo que se venía. Pero en respeto a la responsabilidad periodística, había que escucharlo completo hasta el final. Recurrí a unos mates para transitar lo que podría ser calificado como un “trabajo insalubre”, por lo que consideraré la solicitud de un bono extra para fin de año al medio.
Para la mitad hubo que apelar a la maravillosa herramienta del cambio de velocidad de YouTube, que permite el mágico “1,5” tan ideal para el tono del viejo operador de discurso izquierdista y el presidente abatido, seguramente medicado. No hubo sorpresas. No dijeron una palabra del escándalo del ministerio de Salud y, una vez más, Verbitsky le manejó todos los tiempos a Fernández, al que puso contra las cuerdas a su antojo. El diálogo parecía el un veterano periodista cascarrabias, al estilo Chiche Gelblung, y un joven cronista transitando sus primeros días de trabajo.
Como se dice en el barrio, el conductor de Cohete a la Luna le dejó en claro «quien la tiene más larga» durante toda la entrevista. Para que nadie piense mal, no hay referencia chabacana. En el fondo hablamos de poder. «El perro», fiel a su apodo, sí puso «la más larga» arriba de la mesa, aunque no sea suya. Es prestada, claro. Es la de la ama y dueña, a la que «El perro» le es fiel.
“Hay un problema de ritmo”, le reclamó el entrevistador en un momento cuando discutían la gestión de gobierno en la aplicación de la inútil “ley de góndolas”. En otro segmento, cuando pareció no tener paciencia para escuchar la respuesta completa del presidente, lo cortó con un “esperá un poco, Alberto”. Pero probablemente la parte más indignante fue cuando lo increpó por la situación económica. Ahí ni siquiera le preguntó algo en concreto, le dijo que exponga que, cualquier cosa, él le hacía alguna pregunta si no llegaba a estar satisfecho con su respuesta. Parecía un profesor con un alumno rindiendo lección. Tristísimo.
Cuando todavía quedan dos años y medio de mandato, el kirchnerismo sigue arremetiendo por todos sus frentes contra Alberto Fernández. Lo cierto es que, más allá de las críticas, lo que nos tocaría, incluso a los que no lo votamos, es defenderlo. El problema es que el presidente no se deja respaldar por los que quisiéramos fortalecer su rol y cierra filas constantemente con los que lo humillan. Y en esta circunstancia, que ojalá sea pasajera, no podemos hacer otra cosa que mencionarlo. Ojalá estemos haciendo un aporte para llamar su atención.
Fuente: PanamPost