domingo, noviembre 24, 2024
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Aliança Catalana

MIQUEL GIMÉNEZ,

El mundo de los separatistas catalanes anda revuelto tras el triunfo en Ripoll del partido Aliança Catalana con un discurso rabiosamente separatista y antinmigración. Su líder, Silvia Orriols, obtuvo seis concejales de los diecisiete que tiene ese ayuntamiento. El Frente anti extrema derecha no funcionó aquí, puesto que Junts, ERC, CUP y PSC no se pusieron de acuerdo para impedir que Orriols, la lista más votada, ocupase la alcaldía.

No es un tema menor. Aliança Catalana, una escisión del Front Nacional, basó su campaña en la oposición abierta a la inmigración. Aprovechando la tremenda inquietud social que genera este tema, que nadie aborda en el campo lazi salvo desde el buenismo progre, Aliança Catalana ha obtenido unos resultados que auguran su posible entrada en un futuro en el parlamento catalán. Algo parecido sucedió en su día con Josep Anglada y su Plataforma per Catalunya, que se quedó a las puertas de obtener representación en la cámara catalana por los pelos. La diferencia es que Anglada defendía la idea de España y Orriols es todo lo contrario.

El terremoto que ha producido el fenómeno de una fuerza abiertamente antiinmigración y furibundamente independentista a la vez ha dejado en shock a los partidos del establishment catalán, que no saben cómo reaccionar ante lo que ya es más que una anécdota. Un giro de guión que no habían visto venir. El siguiente paso que ha dado Orriols es sumarse a la campaña por la abstención que sectores del separatismo como el liderado por Santiago Espot y su Catalunya Acció o la misma ANC están propugnando por tierra, mar y aire. Dichos sectores se muestran beligerantemente contrarios respecto a votar en unas elecciones que, argumentan, no sirven para nada si eres independentista catalán. En un reciente tuit, la líder de Aliança Catalana decía «Este 23 de julio hay elecciones al congreso español, y el 22 hay elecciones en Suiza. Los catalanes no votaremos ni en unas ni en otras. No somos suizos ni españoles».

Detrás de esta postura existe la intención política de desgastar a ERC y Junts, a los que acusan de traidores a la independencia y al consabido mandato del 1-O. Esto choca con las estrategias tanto del partido de Puigdemont como con el de Junqueras, que desean seguir manteniendo sus respectivos escaños en el congreso para poder utilizarlos, si fuera posible, como moneda de cambio con un gobierno proclive al pacto con ellos como han hecho hasta la fecha con Sánchez. Sumemos a esto el chasco de Trias al no haber podido conquistar la alcaldía de Barcelona y tendremos un diagnóstico bastante aproximado del estado de ánimo del separatismo en el momento presente.

O chantaje perpetuo o plantarse, nos decía una persona próxima a estas tesis. El hartazgo que ha producido en los electores que se creyeron que la república catalana la tenían a la vuelta de la esquina puede producir efectos inesperados. Algo nuevo se mueve en ese siempre complicado mundo de los lazos amarillos.

Fuente: La gaceta de la Iberosfera

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