Leonardo Morales,
MIAMI – La mayor escalada de precios en las últimas cinco décadas ha mermado de manera abrupta la capacidad adquisitiva de decenas de millones de estadounidenses.
Muchas personas y algunos analistas creen que un alza de salarios es la solución al altísimo costo de vida, creado por la actual administración de Joe Biden y su plataforma económica de extrema izquierda.
En estos momentos, el 85% de los indicadores económicos del país están en negativo frente a una deuda pública que supera los 32 billones de dólares (trillions). Junto a eso, la clase media estadounidense ha visto el peor declive en los últimos 30 años y en especial, los más desposeídos.
La nueva propuesta
Después de que activistas laborales lograran que un puñado de estados aumentara el salario mínimo a 15 dólares por hora y otros lo subieran, vuelven a la carga con la petición de que ahora el rango sea de 20 dólares.
La petición, hecha por estados gobernados por los nuevos demócratas, entre ellos Nueva York, California y Massachusetts, ocurre en medio de una alta y persistente inflación que ha devorado el bolsillo de la mayoría de los estadounidenses.
La pregunta es si es viable y razonable una propuesta así bajo la situación económica e incertidumbre que sufre Estados Unidos (EEUU) con un gobierno en Washington enfocado en la guerra de Ucrania y asuntos a largo plazo, distantes de los problemas reales de la nación.
Un proyecto de ley en Nueva York incrementaría el salario mínimo estatal a $21.25 para 2026 y luego lo ajustaría cada año en el futuro, según la inflación. En este momento, a los trabajadores con salario mínimo en la ciudad de Nueva York se les paga $15, mientras que en el resto del estado perciben $14.20.
En Massachusetts, se ha propuesto aumentar el salario cada año hasta que alcance los $20 en 2027, frente a los $15 actuales.
Y en California, donde el salario mínimo actual es de $15.50 para todos los trabajadores, la legislación firmada en septiembre habría puesto al estado en camino para subir los salarios de los trabajadores de comida rápida a $22 por hora. La ley tropezó con una fuerte oposición de la industria de restaurantes que lideraron un esfuerzo exitoso para obligarla a someterse a un referéndum en 2024.
La senadora estatal de Nueva York, Jessica Ramos, ha pedido $21.25 por hora el sueldo mínimo, mientras que la gobernadora, Kathy Hochul, propuso vincular los aumentos a la inflación con un tope anual.
Los aumentos salariales
La respuesta a esa proposición la tiene Barry Nicholson, propietario de cuatro negocios minoristas en Corning, una ciudad de Finger Lakes en Nueva York, quien al ser entrevistado dijo que un aumento salarial de $21,25 sería «una bofetada para las pequeñas empresas».
“Simplemente no hay forma de que podamos manejar eso”, dijo Nicholson, propietario de dos tiendas UPS y de accesorios modernos para mujeres y muebles para el hogar. “Cuando miras la hospitalidad minorista, vivimos y morimos por un par de puntos al final del día. No somos las grandes corporaciones de las que todo el mundo habla”.
El brutal incremento de precios entre 2021 y 2022, fomentado en gran parte por el ataque a la industria petrolera estadounidense desde la llegada de Biden a Washington, borró cualquier beneficio circunstancial que pudo traer el aumento de salario, otra de las causas que dispararon la inflación.
Se prevé que este año 21 estados, 41 condados y ciudades suban el salario mínimo, según el informe de National Employment Law Project.
En Alaska, el salario mínimo subirá de $9.75 a $10.85. En Arizona, de $12.80 a $13.85. En California, de $15 a $15.50. En Colorado, de $12.56 a $13.65. En Delaware quedará fijado en $11.75 de camino a los $15 en 2025. En Maine subirá de $12.75 a $13.80. En Alaska, pasará de $9.75 a $10.85.
En Maryland quedará entre $12.80 (en pequeñas empresas) y $13.25 (en grandes empresas), con la meta de $15 para 2025/2026. En Massachusetts, de $14.25 irá a $15. En Michigan quedará en $10.10 con el tope en $12.05 para 2030, pero la cifra se encuentra bajo litigio en Cortes.
En Minnesota pasará de $7.75 (para pequeñas empresas) y $9.50 (para grandes empresas) a $8.63 y $10.59, respectivamente.
Por su parte, en Missouri se alcanzarán los $12 fijados en subidas graduales anteriores; en Nebraska, donde no aumentaba desde 2015, pasará de $9 a $10.50 con la perspectiva de $15 en 2026, gracias a una iniciativa electoral aprobada en noviembre.
El impacto económico
El alza actual de salarios atenta directamente contra las acciones de la Reserva Federal (Fed o Banco Central) para contener la inflación, luego de 14 meses de inactividad frente a los niveles inflacionarios en ascenso cada mes. Cuando el Banco Central decidió ejecutar en marzo de 2022 su primera tímida subida de 0,25%, la inflación en EEUU se hallaba en la alarmante cifra de 8,5%.
Ninguna subida generalizada de salarios en medio de una persistente y alta inflación ha representado alguna vez un alivio para trabajadores, pequeñas y medianas empresas y consumidores; mucho menos para la clase pobre. Todo lo contrario.
Las descabelladas subidas salariales, sin una base previa de soporte económico, generan más problemas que beneficios: desestabilizan el funcionamiento y expansión de las pequeñas y medianas empresas, que se ven obligadas a subir el costo de sus servicios, producciones o eliminar empleos.
Por su parte, los negocios que deciden mantener la empleomanía transfieren el costo final al consumidor.
En los últimos dos años, múltiples productos de consumo básico han subido de precio en más de un 68%, un elemento que destruye el desarrollo económico, el gasto y el movimiento económico general. En el caso de EEUU, la compraventa equivale a casi el 70% de la economía estadounidense, el resto de basa en servicios, producciones y exportaciones.
Alta inflación y quiebras de bancos
Una de las graves consecuencias de la alta inflación, desde la vivienda hasta los alimentos y medicinas, es que obliga a subir las tasas de interés y este aumento a su vez contribuye a frenar el auge económico.
Uno de los sectores más afectados por el incremento de la tasa de referencia federal ha sido la industria inmobiliaria, con un desplome de las ventas durante 12 meses consecutivos y un ligero repunte en marzo de 2023.
Por esa razón, el gobierno de Biden reclamó en silencio ayuda a los bancos en los préstamos hipotecarios ante la política de la Fed para evitar una debacle similar a lo que estuvo a punto de desatarse con la quiebra de cuatro importantes bancos, de no ser por la intervención de los reguladores federales y la inyección del gobierno federal de unos 300.000 millones de liquidez.
El Silvergate, Silicon Valley y Signature fueron intervenidos por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC), la Reserva Federal y el Tesoro. Por su parte, el First Republic tuvo que ser rescatado por 11 entidades financieras.
La subida de salarios y los 10 millones de puestos de trabajo disponibles en el país han mantenido el desempleo por debajo del 4%, lo cual ha entorpecido la efectividad de las medidas de la Fed.
El miércoles 22 de marzo, la Reserva Federal decidió ejecutar su novena subida consecutiva de tasas de interés y llevó el índice de referencia a 4,75%-5,0% desde 0-0,25% en febrero del 2022.
Acciones de la Reserva Federal
El mayor obstáculo para la Reserva Federal en su guerra contra la inflación en EEUU, durante el actual gobierno, ha sido precisamente la presión salarial sobre los niveles inflacionarios.
El alza de sueldos en varios estados entre el 2021 y 2022 contribuyó a que la inflación cobrara fuerza. Ahora casi los mismos estados quieren repetir la historia, cuando el efecto de los 15 dólares de pago mínimo por hora a empleados se esfumó dentro de una economía en recesión, que el gobierno no reconoce para continuar con su política de subsidios internacionales bajo el pretexto del cambio climático, la identidad de género y la supuesta defensa de la democracia.
Así, los nuevos demócratas han convencido a algunos republicanos en el Congreso para costear la guerra en Ucrania (más de 150.000 millones de dólares hasta ahora), además de financiar el caos en la frontera sur de EEUU con los impuestos a los consumidores y contribuyentes.
En la actualidad, hay más de 112 millones de trabajadores a tiempo completo en el país y unos 22 millones a tiempo parcial, según datos de febrero de 2023. De esa cifra, [no pocos] han tenido que acudir a dos empleos para aumentar o casi duplicar sus dividendos y de esa forma cubrir los gastos básicos mensuales.
Ciudades con mejores sueldos promedio
Si bien existen variaciones significativas en el salario según el tipo de labor, estado o localidad, nivel de educación y otros factores sociales y económicos, el salario semanal promedio de un empleado en EEUU es de 984 dólares.
Con 52 semanas de trabajo al año, el promedio nacional de salario anual sería de $51,168, un 5.1 % más alto que en 2019, según cifras de Indeed en septiembre de 2022. Pero en el caso de regiones como el sur de Florida, el nivel promedio dista de la estadística en el país.
Entre las ciudades con más alto promedio salarial anual figuran San Francisco, California: $75,890; Distrito de Columbia, $72,600; Boston, Massachusetts: $69,240; Seattle, Washington: $68,460 y la ciudad de Nueva York: $66,790.
Cindy Lee, propietaria de una bolera en Endicott, Nueva York, dijo que está luchando para pagar los préstamos que obtuvo durante la pandemia que mantuvieron su negocio a flote.
“Todo este costo de una sola vez nos va a matar. Tendré que tomar atajos en alguna parte con los empleados si aumentan los salarios”, dijo Lee, y agregó que también tendría que aumentar los precios de los bolos, la comida y las bebidas alcohólicas.
El salario mínimo federal en EEUU se ha mantenido en $7.25 por hora desde 2009, pero los estados y localidades son libres de establecer montos más altos. Treinta estados han optado por hacerlo y otros sobre los 15 dólares en los próximos años, mientras que 11 estados introdujeron aumentos de $5 o más en la última década.
La idea falsa
Sin embargo, nada ha servido. Un 56% de los estadounidenses afirma hacer malabares para llegar a fin de mes y más de un 68% desaprueba la gestión económica de la Casa Blanca.
Sin una economía sólida, con la mayoría de sus indicadores en positivo; sin una saludable competencia en todos los sectores y una industria de combustibles que no sea acosada por los políticos ambientalistas, el incremento salarial se convierte en un arma de doble filo más que una solución para impulsar el consumo, la clase media y la pequeña y mediana empresa (motores de desarrollo económico), además de mejorar el nivel de vida de los trabajadores.
Y aunque la comparación con economías latinoamericanas y de otras latitudes implica marcadas diferencias, ninguno de los países en Europa, Asia, África y menos en Latinoamérica han beneficiado el nivel de vida de la población con alzas generales de salarios. Ejemplos sobran: Argentina, Venezuela, Cuba, Chile, Ecuador, Francia, Alemania, México, Italia, Nicaragua, Grecia, Reino Unido, España, Portugal y ahora EEUU, entre muchos otros.
La verdadera efectividad de incrementos salariales ocurre dentro de determinados sectores en medio de procesos económicos resistentes y con una baja y controlada inflación, como ha ocurrido durante décadas en EEUU.
El auge de la construcción en Norteamérica ha permitido que obreros y personal calificado ganen en gran parte de los estados salarios por encima de los 20 dólares. Lo mismo ha ocurrido en el sector de tecnología, aeroespacial, salud, industria militar, robótica, telecomunicaciones, la industria del petróleo y derivados, grandes empresas eléctricas, posiciones estatales y federales, etc.
En este contexto, el incremento salarial tiene el efecto buscado tanto por parte del empleador, que estimula y premia el rendimiento, como para el empleado que aspira siempre a un nivel adquisitivo y de vida más holgado.
Una tasa referencial de interés de 4,75%-5,0%, la visible merma en la calidad de servicios por falta de personal, escasez de suministros y una incertidumbre casi crónica en los últimos dos años con un tercero en camino igual o peor, la idea de que el aumento de salarios es un beneficio real, resulta falsa; vendida únicamente con fines políticos y partidistas.