A comienzos de 2022, la CEPAL entregó un informe donde detallaba cómo la pandemia del coronavirus había aumentado los índices de pobreza en América Latina, llevando a que cinco millones de personas pasaran a engrosar la lista de «pobreza extrema”, esto es, la de quienes no pueden satisfacer sus necesidades básicas de alimentación. Un escenario terrible que está lejos de mejorar, pues la invasión rusa a Ucrania provocó otro terremoto económico, y la región no se salvará de sus efectos.
El aumento de los costos de las materias primas, como el petróleo, y de distintos tipos de alimentos, ha empujado al alza los precios. Es un problema que se replica también en otras zonas del planeta. En lugares tan alejados como Sri Lanka y Argentina o Panamá y Bosnia, la ciudadanía ha salido a las calles a exigir medidas que permitan menguar el impacto de unos precios que suben más allá de la velocidad con que aumentan los salarios.