China está en boca de los mexicanos. Sobre todo en la del presidente Andrés Manuel López Obrador de donde solo brotan agradecimientos por la ayuda en la pandemia, al igual que compromisos comerciales para adoptar al comunismo de Xi Jinping como socio prioritario.
El proceso avanza con discreción. Cambiar al embajador en Pekín está en la agenda. Y para ello se jugará el cargo con Jesús Seade, quien fue subsecretario para América del Norte en la Cancillería y negociador del Tratado de Comercio con Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Así llevará al principal diplomático con Norteamérica al “reino del medio” dejando el mensaje y la estrategia explícita para su cometido: girar la ruleta de los negocios lejos de Washington.
Seade volverá a la administración pública luego de perder la candidatura a la dirección de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en noviembre del año pasado.
Desde su puesto ayudará al mandatario mexicano a ampliar sus alianzas que ya suman un contrato por 37000 millones de pesos (unos 1860 millones de dólares) con la empresa china Innovación Tecnológica Cinotec para rehabilitar una línea del metro y un acuerdo de 13400 millones de pesos con China Communications Construction Company (CCCC) que activará la construcción del primer tramo del Tren Maya, una obra enfocada al turismo. También se espera un nuevo contrato para el tramo cinco del tren.
Complacencia institucional
El Dragón Rojo está fuera de la retórica antiempresarial de AMLO, quien tilda de “saqueadores”, “abusivos” y “leoninos” los acuerdos con empresas norteamericanas, canadienses y europeas mientras China escala con sus inversiones en México sin su hostilidad verbal.
El Senado está de su lado. El presidente de la mesa directiva, Eduardo Ramírez vocifera que los vínculos con China son “prioridad” para “consolidar la alianza estratégica y ampliar las materias de la cooperación bilateral”.
Con ese interés organiza diálogos virtuales con el presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China, Li Zhanshu, para agradecer el apoyo en la emergencia sanitaria y el envío de dosis de vacunas contra el COVID-19.
Las reuniones telemáticas son reveladoras. El legislador confiesa en ellas que el Senado “contribuye de manera decidida al fortalecimiento de la relación con un socio clave, con el cual existe una gran interlocución y con un abanico de posibilidades” donde “los intereses compartidos guían”.
De ello presume la cuenta del Senado en Twitter donde además recalcan que los negocios con el gigante asiático ascienden a 81000 millones de dólares.
Compañías sancionadas y sospechosas
Esta luna de miel de AMLO con las empresas chinas tiene un lado amargo. La compañía ganadora del primer tramo del Tren Maya tiene en su historial sanciones del Banco Mundial por prácticas fraudulentas en Filipinas.
Un detalle que el mandatario esquiva. Para él, no se puede excluir de una licitación a empresas “con sanciones no vigentes” apelando a que la inhabilitación cesó en 2017. Sin embargo, la mancha está ahí.
La revista Diálogo Chino documentó otros antecedentes incluyendo la sospecha de corrupción en una obra ferroviaria en Malasia y una acusación a una de sus subsidiarias por parte del gobierno de Bangladés por presuntos pagos de comisiones ilegales. En Tanzania también fue acusada de corrupción en la construcción de un puerto, y en Brasil, fiscales locales investigaron si la empresa sacó provecho de la venta de títulos de propiedad de forma irregular como parte de las obras de otro puerto.
Favoritismo comercial
Las preferencias por China están expuestas desde que AMLO autorizó la compra de Zuma Energía, una de las eólicas más grandes del país a la empresa socialista State Power Investment Corporation por un monto no revelado, a pesar de haber enviado al Congreso dos iniciativas de ley —una en materia de electricidad y otra de hidrocarburos— para devolver el control del mercado a las empresas del Estado.
Las arremetidas de López Obrador y del director general de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, en contra de las compañías del sector quedaron pasmadas, como las americanas y europeas que perdieron su opción de compra.
En el negocio “China está viendo algo, o sabe algo, que las inversiones que no son chinas no vieron. O, tal vez, por el contrario, hay algo que sí vieron y por eso decidieron no invertir” indica El País.
Pero estas transacciones como las que se dan en San Luis Potosí, Chihuahua, Querétaro, Nuevo León y Jalisco pasan desapercibidas porque no se divulgan y cuando se hace solo se anuncia el nombre de la empresa mexicana que gana una licitación, sin precisar que estará acompañada con una compañía China.
Vecino de lejos
Las nuevas maniobras comerciales de México tendrán consecuencias. El artículo 32 del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México prohíbe a los firmantes suscribir acuerdos con países que no tengan una economía de libre mercado.
A esta cláusula, que se le conoce como la “cláusula anti China”, está a la deriva por el cambio de mando en la Casa Blanca. En el momento que el T-MEC se estaba negociando en 2019, el entonces jefe de la Oficina de la presidencia de AMLO, Alfonso Romo, dijo que Donald Trump solicitó a México no aceptar inversión china en proyectos estratégicos. Con Joe Biden el asunto sigue sin concretarse mientras la nación de Xi “va a meter sus manos en todos los mercados atractivos, y México es uno de ellos” indica el medio español.
Tener una zona libre donde puedan invertir en manufactura y comercialización con libertad absoluta y sin pagar impuestos es el panorama ideal de China en México, como lo hacen, por ejemplo, en las zonas francas en Costa Rica y otros países en donde operan bajo un régimen económico especial.
Expansión sin obstáculos
Por ahora, la bandeja de plata está servida en México. China lo disfruta y esto despierta las alarmas en la región. La respuesta de Li Zhanshu, presidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China, comprueba que ambos comparten el discurso en pro de “consensos” que le otorgan a comunismo de Xi “un lugar muy especial” en el esfuerzo de México “por diversificar sus contactos económicos internacionales”.
De esa manera, se inserta en la línea de los socialistas de la región como Venezuela, Argentina y Bolivia donde la Inversión extranjera directa (IED) de China se despliega con la profundización de su estrategia “Go Global”, acentuada con la gestión de su creciente reserva de divisas y esquemas de financiamiento, que impulsó el régimen chino para hacerse de recursos materiales e insumos que le garanticen abastecimiento a largo plazo y de calidad.
China aún no es el mayor inversor en Latinoamérica, pero sí el que vuelca recursos más aceleradamente, proceso que incluso financia para trabajar en la extracción de recursos naturales, con énfasis en petróleo y minería. De acuerdo con datos del 2020 del Centro de Estudios Diálogo Interamericano, China tiene préstamos millonarios a países del bloque socialista donde ahora se inserta AMLO. Venezuela le adeuda 62000 millones de dólares, Argentina 17100 millones de dólares y Bolivia le debe 3400 millones de dólares.
Mediante sus entidades Development Bank y el Export-Import Bank of China ejerce su influencia para una reconfiguración geoestratégica de la región, en la que los países socialistas cierran filas al margen de la Organización de Estados Americanos, maniobrando a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) donde no figura ni Estados Unidos, ni Canadá. Verlos en un frente de países latinoamericanos “no alineados” con China en la ecuación es cuestión de tiempo.
Fuente: PanamPost