martes, noviembre 19, 2024
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AMLO lidera nuevo latinoamericanismo rojo, con China y BlackRock sonriendo

La visita del presidente argentino, Alberto Fernández, a México, y su encuentro con Andrés Manuel López Obrador, puede ser analizada bajo cuatro líneas estratégicas.
Uno, AMLO en plena construcción de su liderazgo latinoamericanista. Una imagen abonada por sus banderas de lucha contra la pobreza y la hermandad entre pueblos con las mismas raíces. Ambos van de la mano con su postura de vacunas para todos los países de América Latina y el Caribe.

Es la resurrección de un caro ideal “antiimperialista” y “anticolonialista” de Fidel Castro y el Che Guevara, sólo que esta vez no hay una URSS que apadrine el proyecto, pero tampoco está lejos del cobijo de China. El Gran Dragón Rojo y su partido comunista… bueno, eso no es un imperio. ¿Verdad?
 
Es una puesta al día del proyecto de la Patria Grande, sueño bolivariano que impulsa la supremacía del latinoamericano, primordialmente hispanohablante.
Dos, AMLO como un posible intercesor de Argentina —y regional— ante el gobierno de Joe Biden y ante Larry Fink, líder de BlackRock, con quienes sostendría buena relación. Pero, ¿realmente es así?
Tres, organizarse contra un supuesto intervencionismo de la OEA en materia electoral, para evitar situaciones parecidas a lo ocurrido en Bolivia en 2019, cuando Evo Morales tuvo que ser rescatado en avión militar por México, ante presiones internas, luego de haberse querido perpetuar en el poder.

Sólo que Luis Almagro, Secretario General de la OEA, es un personaje muy cercano a Joe Biden.
Y cuatro, la mala influencia para México que significa la despenalización del aborto en Argentina, promovida por Fernández. México no debe por ningún motivo adoptar la destructiva agenda del antinatalismo, sino que siendo un país en su mayoría católico y cristiano, debe defender la vida.
Respecto al liderazgo latinoamericanista del presidente mexicano, cabe señalar que es un proyecto totalmente ideológico, de izquierda setentera.
Si no fuera así, ¿por qué AMLO y Alberto Fernández no integran a su nuevo proyecto a Brasil, donde Jair Bolsonaro gobierna con posturas geoestratégicas muy distintas?
Tal vez no se trate de unir a toda América Latina, sino de crear un eje socialista, una vanguardia geoestratégica coincidente con el Foro de Sao Paolo y el Grupo de Puebla.
Con todo, en México, en pleno semestre electoral, AMLO cobra un repunte de popularidad al ponerse al frente de América Latina al encabezar la orquesta socialista de la región.
Este unionismo latinoamericano rojo, en las nuevas circunstancias internacionales, bien podrá ser acompañado de la mano de China, que es al país al que más le conviene una América Latina con gobiernos de izquierda, en su lucha por la hegemonía mundial contra Estados Unidos.
Este liderazgo es el que le imprime a AMLO un mayor peso de negociación con su vecino Joe Biden, presidente de Estados Unidos, con cuyo gobierno, hasta el momento, no parece haber una buena relación.
Recordemos que a inicios de 2021, AMLO ofreció asilo político a Julian Assange, el polémico poseedor de secretos militares estadounidenses y enemigo del deep state tan cercano a Joe Biden, Obama y Hillary Clinton. Ese gesto no pudo haber sido bien recibido en la Casa Blanca. Fue un amago.
Además, el tabasqueño no felicitó a Biden como presidente electo sino hasta que fuera esto declarado oficialmente, el 14 de diciembre de 2020, cuando le envía una carta, en la que subraya que la soberanía nacional mexicana debe ser respetada, tema que no venía a cuento en ese contexto.
Biden dijo este miércoles 24 de febrero que Estados Unidos no tiene amigo más cercano que Canadá. Excluyó con ello a México, siendo que ha sido su principal socio comercial hasta el despunte actual de China.
Pero también declaró que Canadá y Estados Unidos van a coordinarse para competir con China y así enfrentar al Dragón Rojo, a quien ven como una amenaza para esos dos países. Pero al otro país en el T-MEC, ni quien lo tome en cuenta. México quedó atrás.
Por ello sorprende que el mandatario argentino Alberto Fernández pudiera pensar en México como un mediador para renegociar su deuda con BlackRock, la más poderosa operadora de activos del mundo, que tiene una relación demasiado cercana con la administración de Biden.
Larry Fink, presidente de BlackRock, colocó en la Casa Blanca a Mike Pyle, su líder global de estrategia de inversiones. Pyle es un gran financiero, cercano a Barack Obama, que ahora funge como economista en jefe de la vicepresidenta Kamala Harris.
Brian Deese, quien era líder global de inversiones sostenibles, fue nombrado como director del Consejo Nacional Económico. Adewale Adeyemo, quien fuera presidente de la Fundación Obama y asesor de BlackRock, se integró como subsecretario del Tesoro, y Janet Yellen, quien fuera presidenta para la Reserva Federal con ese mismo presidente, es hoy la secretaria del Tesoro.
Alberto Fernández había pedido el apoyo de AMLO en junio de 2020, para reestructurar la deuda de Argentina con BlackRock. La idea era rebajar un 50 % de tal deuda en fondos de inversión. ¿Y qué frutos se obtuvieron de las negociaciones de México para Alberto Fernández? Según AMLO, BlackRock sí descontó cerca del 50 % de la deuda a Argentina.
Y ahora el argentino fue a México a pedirle a AMLO apoyo para que hable con Estados Unidos para lograr una flexibilización en las Facilidades Extendidas gestionadas con el FMI.
En México cualquier analista serio puede ver que Biden no considera a México como un país cercano, o a la de AMLO como una administración muy amiga. Así que las visitas de Alberto Fernández tienen además otros objetivos, los de AMLO. Uno de los cuales es la promoción de la Patria Grande bolivariana, y al tabasqueño como su capitán.
En cuanto a BlackRock, ninguna financiera, y menos una de ese calibre global, se mueve sólo por amor. BlackRock y Citibanamex recién anunciaron un donativo de 24.6 millones de pesos a dos organizaciones —Laboratoria y Generation—, que promueven el empleo y el rescate económico de México, ante los estragos de la pandemia. Esto, de facto, y coincidentemente en el preludio de las elecciones, es un espaldarazo al gobierno, que lucha contra la crisis.

BlackRock se interesa en participar en el proyecto del tramo 5 del Tren Maya. Y también, en colaborar junto al gobierno de México en la modernización y ampliación del tramo carretero Cancún-Tulum.
La licitación de este tramo llevada a cabo en 2020 —y en la que sólo participó BlackRock— fue declarada desierta, pero será replanteada, para cubrir necesidades, e incluirá adecuación de la plataforma ferroviaria Cancún-Tulum en 121 kilómetros.
En el Tren Maya también participa el consorcio chino denominado China Communications Construction Company (CCCC), junto a capitales portugueses y mexicanos, que ganó el concurso para el tramo 1, con una propuesta de 15.538,1 millones de pesos mexicanos.
El también izquierdista gobierno de la Ciudad de México, con la política consentida de AMLO, Claudia Sheinbaum, firmó un contrato con CRRC Zhuzhou Locomotive —una subsidiaria de China Railway—, para hacer ajustes a la línea 1 del metro. Por cierto, tal empresa está vinculada con el ejército de China, por lo que fue vetada en Estados Unidos durante la administración de Trump.
En resumen, el plan del caudillo AMLO para encabezar el proyecto bolivariano del neolatinoamericanismo socialista, es apoyar en lo que sea a los presidentes izquierdistas de América Latina. Servir de intermediario con países del sur que recurren a sus gestiones para renegociar sus deudas financieras nacionales es sólo una vía. Salvar a Evo Morales. A cambio, el presidente deberá ser reconocido por todos como líder continental.
El amparo de China será una de las claves. BlackRock es la otra: la hiperfinanciera tiene fichas en la Casa Blanca y se relame los bigotes para invertir en proyectos geoestratégicos en México.
Ser el líder de la izquierda latinoamericana, por cierto, apuntala al tabasqueño para consolidar su popularidad entre los mexicanos, y por tanto, para ganar las elecciones intermedias de junio 6. Primer stop para perpetuar su 4T en el poder. China sonríe. Biden no.
Fuente: PanamPost

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