El régimen comunista de Cuba se convirtió en el más reciente aliado del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para la ejecución del Tren Maya, el plan ferroviario de siete tramos que se ejecuta en la península de Yucatán para conectar los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo a través de 1.554 kilómetros de vía, una obra que avanza entre irregularidades administrativas, rechazo comunitario, polémicas ambientales y ahora se le suman alianzas comerciales con un régimen violador de derechos humanos.
Desde el puerto de la provincia cubana de Cienfuegos comenzó la exportación de 25.000 toneladas de balasto (piedra triturada) extraído de la cantera de Arriete, una zona de explotación ubicada en Palmira, pero la meta del negocio es alcanzar las 200.000 toneladas mensuales.
La estrecha relación entre AMLO y Díaz-Canel
En todo caso, esta alianza comercial entre Ciudad de México y La Habana explica en parte la razón de los intereses de López Obrador por acercarse al régimen de Miguel Díaz-Canel y sacar la cara en escenarios internacionales por la dictadura que mantiene en la miseria a la isla desde hace más de seis décadas y ha empujado a miles de cubanos al mar en busca de un mejor futuro. Fue así como en la pasada Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles, EE. UU., el mandatario mexicano se ausentó en protesta por la no invitación a las tiranías de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Las buenas relaciones entre México y Cuba se han elevado a otro nivel desde la llegada de López Obrador a la Presidencia. En 2021, México celebró sus 211 años de independencia con Díaz-Canel como invitado de honor en los actos oficiales en tierra azteca. En mayo del año pasado, López Obrador visitó Cuba, en donde fue condecorado con la Orden José Martí, la más alta distinción que otorga el Estado cubano. En ese momento hasta llegó a decir que «Cuba tiene un extraordinario presidente» y calificó al dictador como «un hombre honesto, trabajador, humano, una buena persona, un buen servidor público y un buen ser humano».
Nada era de gratis. Tras el paso del huracán Ian, México envió a finales de septiembre apoyo a la isla a través de la estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) para ayudar al régimen a mitigar los apagones. También suministró equipos especializados para apagar incendios en la base de combustibles de Matanzas, donde 17 personas perdieron la vida en un siniestro. Y facilitó en agosto a la nación insular personal de Petróleos Mexicanos (Pemex) y de la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena).
¿Qué envía Cuba a cambio? Médicos bajo un sistema esclavista que solo genera dividendos a la dictadura. Los primeros 60 que llegaron en julio pasado al estado de Nayarit representaban para el régimen un ingreso mensual a sus arcas de 420.000 dólares, considerando que el 95 % de lo que se paga por ellos queda en manos del tirano. Pero el número se ha multiplicado. A finales de diciembre, AMLO precisó que hasta la fecha había 491 médicos cubanos en territorio mexicano y que se sumarían 119 más. Por todas estas razones se hace evidente que la adquisición de basalto cubano para la construcción del Tren Maya obedece más a alianzas político-ideológicas que a conveniencias de carácter logístico y comercial.
Un tren en conflicto
La ejecución de obras sin estudios técnicos remece el proyecto. En junio, Forbes México reportó que los tramos 6 y 7 registraban nulo avance físico y que su estado es de elaboración de los proyectos ejecutivos cuando estos tramos representan alrededor de 590,8 kilómetros.
Un escenario donde el constate incremento de la obra también genera debates. Si bien el mandatario estimó que el coste total del proyecto rondaría los 156.000 millones de pesos mexicanos, actualmente el monto ya alcanza los 200.000 millones y se estima que llegará a poco más de 230.000 millones debido a retrasos, encarecimiento de los materiales y los cambios en el trazado y la planeación.
Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) divulgó otras inconsistencias administrativas que rondan al proyecto estelar de la autodenominada “Cuarta Transformación” de AMLO. Según la organización, las empresas proveedoras de rieles para el Tren Maya recibieron 40 % de anticipos cuando la ley de adquisiciones establece un tope de 30 %.
También destacan una amplia tolerancia para concluir la entrega. En el caso del tramo 2, de los 817.385.820 pesos estimados en el acuerdo con las empresas Asimex y Angang Group, estas recibieron 326.954.332 pesos de adelanto.
Lo mismo pasó con la compañía encargada de los tramos 3 y 5, Sumitomo Corporation de México, empresa japonesa que recibió 1.743.301.129 pesos y el pago inicial para la adquisición fue de 697.320.452 pesos.
Los pagos no representaron beneficios porque los bienes contratados no llegaron a tiempo y ameritaron la firma de hasta tres convenios modificatorios para ampliar el plazo de entrega en favor de las compañías o la modificación a los calendarios que establecían la recepción de los materiales.
Disputa entre comunidades y el poder
La iniciativa ferroviaria divide. De acuerdo con El Universal, el 40 % del derecho de vía de los cuatro primeros tramos está ocupado por construcciones y familias, lo que implica el “desalojo forzoso” en lugar de la “relocalización consensuada”.
Los juzgados huyen de los amparos contra el proyecto, teniendo que ser obligados por tribunales colegiados a admitirlos, generando entre las comunidades una sensación de criminalización desde el poder Ejecutivo por oponerse. Sin embargo, desde el Twitter del proyecto, garantizan que es una «obra segura».
Las familias del sector Paraíso Nuevo, en Campeche, son un ejemplo. Rechazan los trabajos tras el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) incumplir con la entrega de apoyos para vivienda, paneles solares, sistemas de bombeo y pavimentación de calles en las zonas aledañas al Tren Maya, cuya construcción provocará desalojos en un par de semanas.