El tiempo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la Presidencia de México terminó, pero en el Congreso sus reformas populistas con las que pretende “regresar el espíritu social” a la Constitución derogando “artículos antipopulares del periodo neoliberal”, marcarán la agenda legislativa del nuevo gobierno en el que seguirá influyendo en la sombra, guiando los pasos de quien él escogió para sucederlo en la formalidad en el poder.
Sobre su Movimiento Regeneración Nacional (Morena) queda el peso de aprobar con las dos terceras partes de ambas cámaras del Congreso –que equivalen a 334 votos de 500 en la Cámara de Diputados y 86 votos de 128 en el Senadores– sus iniciativas que prometen “humanismo, justicia, honestidad y austeridad”.
La lista de reformas a debatir por los plenos es larga. Al menos 15 cambios a la Carta Magna, que van desde la modificación del segundo artículo para reconocer a los pueblos indígenas y afromexicanos como sujetos de derecho público hasta un giro en el artículo 123 para establecer que el salario mínimo nunca esté por debajo de la inflación (como si se pudiera resolver por simple decreto), entrarán en discusión en los próximos días con Claudia Sheinbaum, aliada de AMLO, al frente del Ejecutivo, quien sin duda, recorrerá el camino de la servidumbre.
Por el momento le deja servida la mesa a su heredera con la polémica reforma judicial aprobada, que no solo pone en peligro el contrapeso y la autonomía de los poderes del Estado sino que además abre la puerta a la posibilidad de que en México se persiga a la disidencia y las cárceles se llenen de presos políticos como ocurre en Venezuela.
Aliados indispensables
El Partido Verde y el Partido de los Trabajadores son indispensables para darle luz verde a las reformas en el Congreso. Ambas organizaciones, junto con Morena, necesitan mantener la coalición “Sigamos haciendo historia” con la cual reúnen la mayoría calificada al sumar 364 curules en la Cámara de Diputados, 30 más de las necesarias para sancionar propuestas.
“Me voy a jubilar con la conciencia tranquila y muy contento”, vocifera AMLO. Tiene claro que el escenario al interior de los plenos está a su favor. Sin embargo, nada impedirá el surgimiento de tensiones políticas cuando busca remplazar el Instituto Nacional Electoral (INE) por el Instituto Nacional de Elecciones y Consultas (INEC) y reducir el Congreso de 500 a 300 diputados y de 128 a 64 senadores. ¿Habrá consenso al respecto? Es impredecible. En 2019, dos de sus iniciativas fueron rechazadas por proponer regular las remuneraciones de los servidores públicos que trabajan en los órganos autónomos.
Más violencia y menos crecimiento económico
Para López Obrador lograr la aprobación en el Congreso de sus polémicas reformas es clave, considerando que se despide de la Presidencia con un balance negativo en materia de seguridad. Y es que su sexenio queda hasta el momento como el más violento de la historia moderna de México con 186.380 homicidios dolosos. Superó por mucho los 156.066 de Enrique Peña Nieto, los 120.463 de Felipe Calderón y los 60.280 de Vicente Fox.
A esa realidad se añade el incumplimiento de la meta de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB). Si bien AMLO planteó un aumento de 6 % para el final de su sexenio, el dígito se quedará en papel. Los datos del Banco Mundial revelan que el PIB de México creció 2 % en 2018, bajó 0,3 % en 2019, luego cayó 8,7 % en 2020 y, aunque repuntó 5,8 % en 2021, terminó con 3,9 % en 2022 y 3,2% en 2023.
Este año el panorama no cambiará. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reporta que el PIB de México creció solo 1,5 % en el primer semestre de 2024 en comparación con ese mismo periodo de 2023. Por su parte, el Banco Mundial pronostica que la nación azteca se quedará con 2,3 % de crecimiento al cierre del año.