domingo, noviembre 24, 2024
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Andrés Borenstein, economista: “Para las multinacionales la Argentina es el 1% de la facturación y el 10% de los dolores de cabeza, por eso se van”

Las empresas extranjeras que operan en la Argentina encuentran en la pandemia a la gota que rebalsó el vaso, no al motivo, para analizar llevarse sus operaciones a otra parte. Así lo cree Andrés Borenstein, economista asociado de Econviews y docente de la Unversidad Torcuato Di Tella. Para el analista, el Gobierno de Alberto Fernández es todavía nuevo y tiene la posibilidad de mejorar un panorama económico que la herencia y la crisis sanitaria global vuelven sombrío, pero hasta el momento no ha dado señales en ese sentido. “Hay un trabajo en lo macro, el sector privado invierte si la economía va a crecer, y otro institucional, en el que señales como las de Vicentin, Edesur o Latam no son buenas”, dijo.

El ex economista jefe para Argentina de BTG Pactual y economista para Sudamérica en la Embajada Británica con base en Buenos Aires, además de ex periodista, hoy se convirtió también en en autor y voz del podcast semanal “La Economía en Tres Minutos”, en el que ofrece puntos de vista propios respecto de la suerte de la economía local. En una entrevista virtual con Infobae, dijo que la economía va a rebotar el año próximo porque va a comparar con el derrumbe de este año, pero que si se pretende transformar a ese rebote en una vuelta al crecimiento hacen falta, además de mejoras en la estrategia macro, cambios estructurales e institucionales.

Estamos previendo una caída del 12,8% de la actividad este año, que te deja un arrastre muy fuerte para el año que viene que puede dar un rebote del 7% u 8% pero porque compara con un año de peluqerías cerradas, restaurantes cerrados, todo cerrado

— ¿Qué tan duro va a ser el golpe de la pandemia para la Argentina?

— Perspectivas de corto plazo nosotros estamos viendo que la economía va a estar cayendo este año entre 12% y 13%, 12,8% es el número. Ese número tiene implícita cierta recuperación en junio y un julio más o menos estable respecto de junio, puede ser que con un crecimiento ínfimo. Y después tiene implícita una recuperación, no te digo robusta, pero sí razonable a partir de agosto, en el 2% mensual, una cosa por el estilo. Obviamente es contingente a que no nos vuelvan a meter a todos adentro, de que no haya rebrote, de que estemos cerca del pico y que todo empiece de a poco a normalizarse. ¿Puede ser una caída del 15%? Hoy todo indica que no. Puede haber un rebrote y nos volvemos a encerrar todos que nos lleve a eso. Sino si la cosa fuera mejor de lo previsto 11%, pero 12,8% es el escenario base dentro de esos márgenes.

Bueno, si nuestros números son los correctos eso te deja un arrastre grande para 2021. Entonces, sin mucho, vamos a ver un crecimiento en 2021 del 7 u 8%, que no es una recuperación porque si caemos 12% y recuperamos 7% te imaginarás el resultado. Contablemente, por el efecto arrastre, te va a dar un 2021 que es cíclico porque vas a estar comparando contra peluquerías cerradas, contra restaurantes cerrados, contra todo parado. Pero no mucho más.

—¿Hoy la principal variable que miran es sanitaria para esa previsión?

Si, seguro. De corto plazo, seguro. Es lo que le pasa a todo el mundo, a nadie le va a ir bien. Claro que Argentina tiene sus particularidades si vamos a plazos más largos.

En una entrevista vía Zoom, Borenstein hizo hincapié en el marco institucional y clima de negocios: «Para un gerente de una multinacional, explicar que no puede girar dividendos, es difícil»

—¿Y cuáles son esas particularidades de la Argentina?

— Las que sabemos y vivimos, muchas circularon estos últimos días. Fueron 24 años de los últimos 40 en recesión, o sea el 40% del tiempo. Ya son 13 años de inflación en doble dígito y ahora dobles dígitos más altos. Estancamiento, inflación que no se parece en nada a la de los 80 pero tampoco a los 90 y, el tercer factor, un clima de negocios complicado que yo dividiría en dos partes. Por un lado el tema macroeconómico y, del otro, una cuestión más estructural, que no se verificó la moderación que se esperaba del gobierno de Alberto Fernández. En esto quiero ser muy justo, es un Gobierno que recién empieza. Tiene tiempo. Pero las señales de Vicentin, las señales sobre Edesur que no salió del Gobierno pero tampoco fue frenado, o lo que vimos del bloqueo a Mercado Libre son todas señales que no son amigables.

— El Gobierno no tiene a la Fed para salir al rescate. ¿Hay mucho que pueda hacer con los pocos recursos disponibles?

— Si, seguro que es difícil. Pero la pregunta es cómo generar confianza. Desde lo macro, Argentina que viene de 9 defaults -muchos de ellos en los últimos años- debería dar una señal de que va hacia el equilibrio fiscal. No en 2021 porque eso sería demasiado optimista, pero si en 2022 y yo creo que el acuerdo con el Fondo es una oportunidad de mostrar un plan en ese sentido, y de que el plan sea realista. Porque lo que se necesita no es sólo que lo crea Wall Street, sino que lo crean los argentinos. Tienen que convencer de que es posible quedarse en pesos y que no va a haber una confiscación, entre comillas, porque una sorpresa inflacionaria o devaluatoria causan una pérdida. Eso es dar una señal que dice, muchachos, vamos hacia allá. Vamos a buscar el cero, en los años buenos vamos a tener superávit, en los años malos vamos a usar ese superávit para financiar gastos, eso sería para mí lo lógico.

Si miramos el tipo de cambio real en términos históricos parecería estar okey. Pero es una trampa, porque los fundamentos de la economía no están okey. La Argentina tiene un problema estructural, yo creo que no hace falta ir a valores es 2002, pero sí que necesita un tipo de cambio más depreciado para tratar de generar esa recuperación de la economía

—¿Creés que otro acuerdo con el FMI puede ayudar?

— El FMI da credibilidad, porque una cosa es que yo diga en una conferencia de prensa lo que voy a hacer, pero al hacerlo con el FMI tengo que mostrar el instrumental. Los economistas del Fondo pifian tanto como yo, pero al menos te dan una auditoría y un camino para llegar. Es eso lo que te suma. Después, hay que pensar un plan monetario y estar predispuesto, estructuralmente, a tener una tasa por encima de la inflación. Porque el argentino con una tasa cero no te va a demandar peso

— ¿El desequilibrio monetario hoy te hace pensar en una posibilidad de hiperinflación?

— No, no es algo imposible pero si algo que vemos muy improbable hoy. La de hoy es una inflación de dos dígitos, no de tres. La de los 80 era una economía mucho más indexada. Para ver una híper tendríamos que ver una brutal caída de la demanda de la demanda de pesos. Para eso, tendría que haber un evento que hiciera caer mucho la confianza, del tipo político. El Banco Central, por otro lado, esteriliza mucho de lo que emite, lo que puede traer otros problemas monetarios como la necesidad de subir la tasa pero en principio no una híper.

— Y el otro miedo tradicional, ¿sí o sí vamos a una suba del dólar oficial?

— Si vos mirás el tipo de cambio real en términos históricos parecería estar okey. Pero es una trampa, porque los fundamentos de la economía no están okey. La Argentina tiene un problema estructural, yo creo que no hace falta ir a valores es 2002, pero sí que necesitás un tipo de cambio más depreciado para tratar de generar esa recuperación de la economía. Además el mercado está hoy ahí, a esos precios está comprando y vendiendo dólares. El Banco Central tiene todo el derecho de elegir el timing, yo no sé si va a ser un salto discreto como el de enero de 2014 en el que el dólar subió 20% y un sólo día en el que subió 10%. No sabemos si ese va a ser el escenario o un cambio en la regla de subas diarias del dólar.

— Tu hincapié está mucho en el clima de negocios, ¿qué rol creés que tiene como variable para el crecimiento?

— Hoy tenés pocos factores de crecimiento. De nuevo, te llega por dos lados, lo macroeconómico y lo estructural. La macro es más fácil. Cuando hay buenas perspectivas para la economía el sector privado se sube al caballo e invierte. En lo estructural, lo institucional, es otra cosa. La Argentina es un país difícil. Tenés muchos problemas de regulación, tenés muchos problemas de cepo, tenés muchos problemas históricos de rotura de contratos, de maltrato hacia las empresas, temas judiciales, etcétera. Con todo esto, para muchas empresas si el negocio no es rentable…

A muchas multinacionales les pasa esto de que la Argentina es el 1% de la facturación y el 10% de los dolores de cabeza

A muchas multinacionales les pasa esto de que la Argentina es el 1% de la facturación y el 10% de los dolores de cabeza. Para el que es gerente de una multinacional explicarle a una casa matriz que no puede importar o que no puede pagar dividendos, es difícil. Pero por el gerente dice, mirá, la estoy juntando con pala en Argentina, algo voy a hacer con las ganancias: reinvierto en propiedades, hago contado con liquidación, u otra cosa. Pero no. En la Argentina no la están juntando con pala y no es por la pandemia. Si vos te ponés a pensar desde 2014 al 2020 tuviste sólo dos años de crecimiento, el 2015 y el 2017. El 2015 en parte porque el mercado le ponía precio al cambio. Y el 2017 que tampoco fue súper bueno, la economía creció 2 y pico. La pandemia quizás es la gota que rebalsó el vaso, pero la empresa que decidió irse no es por la pandemia. Hoy necesitás incentivos y alguna desregulación.

— ¿Qué clase de incentivos?

— El problema es que la Argentina tiene un gasto público similar a un país europeo, no los que más gastan como Francia, pero si como muchos países de Europa. Y la mitad del PBI per cápita, con lo que necesitás muchos impuestos. Y con muchos impuestos desincentivás la inversión. Querés incentivar inversiones, tenés que bajar impuestos, pero para bajarlos tenés que hacerlo por el lado del gasto, algo que es dificilísimo. Porque sino somo muy vivos los economistas, decimos hay que bajar el gasto, pero no es fácil hacerlo. Y no es fácil porque se trata de sacar un ñoqui de acá y otro de allá. Eso aporta a la justicia, suma credibilidad, pero a nivel macroeconómico no hace la diferencia. El 45% del presupuesto del Estado son jubilaciones y son muy difíciles de bajar. Ningún político en su sano juicio quiere bajar las jubilaciones, sabe que eso es impopular, entonces es difícil, y por otro lado el gasto fiscal más productivo que hay es la obra pública que, si mirás, subió en el 2017, Cayó en los tres años siguientes. Quizás cambiar la forma, bajar subsidios, lo que implica subir tarifas. Por ahí si hubiese estado en los zapatos del Gobierno yo también las hubiera congelado durante la pandemia, pero el problema no es la pandemia.

— ¿Y en cuanto a desregulaciones?

— Eso no es más que señales. Cosas como la Ley de Teletrabajo, la Ley de Alquileres, no son señales que sumen, mal que tampoco sean cosas que no tienen gran incidencia tampoco negativa.

Fuente: Infobae

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