MARÍA DURÁN,
Señor Núñez Feijóo, en ocasiones veo mociones de censura innecesarias. A veces, de tanto atender a tertulias del duopolio y leer opinión en los medios subvencionados, empiezo a creerme el discurso del centro centrado que repite que cualquier intento de frenar a Sánchez es un balón de oxígeno para él. Luego pienso un rato y me doy cuenta de que el balón de oxígeno se lo damos cada día que pasa sin que intentemos, por todos los medios, echarlo de La Moncloa.
Ya sé que usted, como la mayoría de cargos del Partido Popular, tiene la sensación de que los votantes de Vox le pertenecen. Que sus escaños le corresponden gratis siempre que los demande y allí donde haga falta. De que esos electores díscolos deben estar incluso un poco castigados, hasta que entren en razón y vuelvan a su sitio. Y que incluso se puede traicionar a los socios si hace falta, como a Juan García-Gallardo en su lucha provida en Castilla y León. Pero en esta ocasión somos millones de españoles los que necesitamos que no nos deje tirados otra vez.
Me doy cuenta de que escribir este texto es de ser, a mi edad, un poco ilusa. Yo, que a los 16 años, tres días después del 11M, me afilié a su partido, conservo algo de aquella adolescente que vio comprometida la Democracia y ya nunca ha podido bajar la guardia ante los enemigos de España. Porque le aseguro, señor Núñez Feijóo, que desde entonces poco me he movido. Son ustedes, populares, los que 12 años después de la victoria de Mariano Rajoy ya no serían reconocibles ni para la madre que los parió. Sí sé lo que es sentirse traicionada por un partido, no confiar demasiado en los líderes a los que votaste, e incluso pensar en convertirte en abstencionista con convencimiento.
Leo en los periódicos que ha hablado usted con el posible candidato a la moción de Vox, Ramón Tamames, y que le ha dicho que si fuera su padre no le dejaría presentarse. Afortunadamente no lo es. Y afortunadamente aún hay personas con un sentido de la responsabilidad con nuestro país que muchos añoramos hoy en nuestra clase política. Por si fuera poco, ayer mismo Pedro Sánchez se mostró muy ofendido porque el partido de Santiago Abascal vaya a proponer como presidente a una persona de izquierdas. ¿No le hace reflexionar ni un poquito el descontento del responsable de la infamia estatal y judicial que vivimos? ¿No es capaz de hacer un movimiento que dé esperanza a sus votantes actuales y a los que lo fuimos?
Puede usted creer que la de Vox es otra moción instrumental. Bien, ¿y qué? Con que se produzca en nuestro Parlamento un solo momento para el recuerdo como el de Abascal leyendo a los filoterroristas de Bildu los nombres de todos los asesinados por ETA, ¿no habrá merecido la pena? ¿No valemos España y los españoles que el principal partido de la oposición haga por una vez eso, oposición?
Ayuso es mucha Ayuso, pero no lo es todo en política. Si quiere usted gobernar, tiene que dejar de esperar a heredar a Sánchez. Él no le dejará conseguirlo tan fácilmente. Ha reventado las instituciones y tomado por asalto el poder judicial para algo más que presidir la Unión Europea seis meses y marcharse a contar nubes con Zapatero el resto de su vida. Y además, si no hace usted nada por convertirse en parte de la solución, ¿no será que es parte del problema?