ANÍBAL J. LATUFF,
La Seguridad Social es el factor más necesario para el desarrollo sostenible de los países. Si se observa, el paralelismo entre Seguridad Social y desarrollo, es realmente impresionante. También es significativo, cómo países que tienen un buen sistema de Seguridad Social, pasan por grandes cambios políticos, sin alterar su gobernabilidad. España, por ejemplo, pasó de una larga y cruel tiranía, a un régimen monagés y luego a una democracia, con grandes cambios en el sistema político, sin que su gobernabilidad se viera afectada.
Los países nórdicos también son un ejemplo de estabilidad y desarrollo, gozan de un sistema de Seguridad Social, donde la familia que pierde un miembro o que recibe un nacimiento, así como el que pierde su salud, son atendidos por el Estado mediante la Seguridad Social.
Cuando los ciudadanos de un país saben que desde que nacen hasta morir, tendrán una cobertura de sus gastos de salud, son poco probables que promuevan alzamientos o convulsiones políticas.
En Venezuela, en la década de los 40, durante el gobierno de Isaías Medina Angarita, se desarrolló un sistema de Seguridad Social avanzado, que fue creciendo rápidamente y de forma muy exitosa, pues al principio no habían pensionados y la poca gente que cotizaba, no demandaba la contraprestación. La medicina que proveía el Ministerio de Salud y Bienestar Social, era de calidad en los hospitales públicos, donde los mismos profesores que ejercían privadamente, prestaban sus servicios gratuítos.
Así funcionó hasta los años 50, cuando la medicina comenzó a utilizar procedimientos costosos (radiografías con resonancia magnética, robótica y laboratorios sofisticados de alto costo). También comenzó un seguro de los servicios públicos de salud y en encarecimiento de la medicina privada. Comenzó a revertirse la pirámide de aumento de los pensionados y de la prestación de los servicios. Llegó a la inverosímil situación de que el Seguro Social, tenía menos de la mitad de la población cotizando y los servicios médicos se le prestaban a una creciente población no asegurada, llegando al extremo de que la prestación de algún servicio, cubría más del 70% de la población ( anteojos: 75%; procedimientos radiológicos: 68%, diálisis renal 83%, tratamiento de enfermedades serias como cáncer, transplantes, leucemia, hemofilia, etc.)
La no adecuación de las cotizaciones, en un país con inflación de dos dígitos, fue fatal para los fondos de Salud. La administración de un sistema de Seguridad Social debe ser tripartita: empleados, empleadores y gobierno y su éxito será que sea universal y solidaria, o sea, que todo el mundo cotice y quien perciba mayor salario, pague proporcionalmente más, para que todos reciban la misma calidad de servicio.
En Venezuela hoy, el manejo de la Seguridad Social, es a través de una colcha de retazos que incluye: caridad, filantropía y autofinanciamiento.