El número de hoy fue 190. Récord histórico del golpeado peso argentino que, para su lanzamiento, equivalía a un dólar allá por 1991. Pero para imaginar lo que se viene, nada mejor que recordar el pasado.
La moneda nacional que había nacido más “fuerte” que el dólar en 1985 (con 0,85 australes comprabas un verde) murió con una convertibilidad 10000 a 1 seis años después. Si alguien piensa que el número “diez mil” es absolutamente descabellado, que espere sentado lo que está por venir. Mientras tanto, por las dudas, que no tenga más pesos encima de los que vaya a gastar en la semana.
La historia del austral
A solo dos años del lanzamiento del signo monetario de Raúl Alfonsín, las presiones devaluatorias empezaron a hacer estragos. Ya no alcanzaba un austral en 1987 para comprar un dólar. En enero de ese año necesitábamos 1,60. En agosto 3,08 y en diciembre 5,10.
Con un Estado que, como hoy, juega a ser empresario y una economía que le daba la espalda al mundo, para diciembre de 1988 ya se necesitaban 16 australes para adquirir un dólar. A pesar de que los incrementos hace rato venían superando el 100 %, todavía, como ahora, no habíamos visto nada.
El “padre de la democracia” se tuvo que ir de manera anticipada sin plan económico ni espaldas políticas para aplicar uno y en los dos primeros años de Carlos Menem se vivió el sinceramiento del colapso. A mediados de 1990 el dólar cotizaba 5 000 y entre enero y febrero del 91 el tipo de cambio fue de 1870 a 5750.
Luego de la estabilidad alrededor de los diez mil australes (febrero-diciembre de 1991) llegó la ley de la convertibilidad con el actual peso ya agonizante. Pero como nunca se corrigieron los desajustes fiscales, la crisis de deuda de 2001 terminó con la paridad con el dólar y durante las últimas dos décadas volvimos a recurrir a la maquinita de imprimir billetes.
Sin chances de revertir la situación
Por estas horas, el Gobierno nacional anuncia reuniones de emergencia y programas que no tienen ninguna relación con la problemática de fondo. Parece que desconocieran por completo que el drama, no es la subida del dólar, sino la depreciación del peso.
En la jornada de ayer vimos con indignación los operativos de gendarmería con ametralladoras y chalecos antibalas en los comercios clandestinos que compran y venden dólares a precio de mercado.
Para sentirnos un poquito más en sintonía con el chavismo bolivariano, el dirigente kirchnerista Luis D´Elía ya salió a pedir que se prohíba a los medios informar la cotización del blue y que se metan presos a los que transan libremente la divisa norteamericana.
Bonistas en alerta
Aunque el Gobierno pretende mostrar tranquilidad, lo cierto es que en exterior ya se percibe la voladura en mil pedazos de la economía argentina.
Dos de los principales grupos de acreedores en Estados Unidos ya pusieron el grito en el cielo por el inminente colapso. Mediante un comunicado, el grupo Ad Hoc, que nuclea varios de los fondos más importantes de Wall Street, advirtió sobre el derrumbe de los bonos que canjearon en agosto de este año.
También pusieron en duda la posibilidad real de pago del país, si no se presenta a la brevedad un plan económico que pueda revertir la situación.
“El dólar no tiene techo porque el peso no tiene piso”
Esta semana viralizó en las redes sociales una entrevista televisiva a Javier Milei, donde el economista liberal aseguró que no hay ningún “techo” para la divisa estadounidense.
El precandidato a diputado aseguró que los especialistas que asesoran a Alberto Fernández son unos “burros” y que las reservas reales con las que cuenta el país ya son negativas.
Fuente: PanamPost