El Comité Noruego del Nobel otorgó esta mañana el Premio Nobel de la Paz al Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por “sus esfuerzos en la lucha contra el hambre, su contribución para mejorar las condiciones de paz en las zonas afectadas por los conflictos y por haber impulsado los esfuerzos para no convertir el hambre en un arma de guerra”.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU nació en 1961 y tiene su sede en Roma, Italia. En principio, fue creado como un proyecto experimental de tres años, por iniciativa del expresidente estadounidense Dwight Eisenhower. Sin embargo, distintos acontecimientos que tuvieron lugar en aquellos años (un terremoto en Irán, un tifón en Tailandia y crisis de refugiados en Argelia luego de lograr la independencia de Francia) dieron a entender la necesidad de existencia permanente de un programa que se ocupara de brindar asistencia alimentaria y combatir el hambre en el mundo.
Actualmente, el PMA, que se define como la organización humanitaria líder en la lucha contra el hambre, asiste a 86.7 millones de personas en 83 países todos los años, en un mundo donde una de cada diez personas no tiene suficiente alimento. Según datos oficiales, el programa cuenta con 5.600 camiones, 20 barcos y 92 aviones en movimiento, que entregan alimentos y distintos tipos de asistencia todos los días. Cada año, distribuyen alrededor de 15.000 millones de raciones con un costo estimado por ración de 31 centavos de dólar.
Los esfuerzos del PMA, que se financia en su totalidad con donaciones voluntarias, se focalizan en la “asistencia frente a emergencias, el alivio y la rehabilitación, la ayuda para el desarrollo y las operaciones especiales”. La mayor parte de su trabajo tiene lugar en países afectados por conflictos, donde las personas presentan tres veces más probabilidades de sufrir desnutrición que aquellas que viven en naciones donde no hay conflictos que amenacen su subsistencia.
En situaciones de emergencias, el programa suele arribar primero a la zona afectada para ofrecer asistencia alimentaria a las “víctimas de guerras, conflictos civiles, sequías, inundaciones, terremotos, huracanes, pérdidas de cosecha y desastres naturales”. Finalizada la emergencia, continúan ayudando a las comunidades a reconstruir sus vidas y los medios de vida que se vieron afectados. Además, trabajan para fortalecer la resiliencia y la resistencia de las personas y las comunidades afectadas por las crisis extendidas en el tiempo.
Las madres y los niños son actores de sumo cuidado para el PMA. Sus proyectos de desarrollo suelen enfocarse en combatir la desnutrición de ambos grupos desde las etapas más tempranas, con especial énfasis en los primeros 1.000 días, desde la concepción hasta el segundo cumpleaños del niño o niña, y posteriormente a través de comidas escolares. Cada año, el programa brinda alimentos escolares a más de 16 millones de niños en 60 países.
El PMA está administrado por una Junta Ejecutiva de 36 miembros y trabaja de manera estrecha con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), ambos también con sede en Roma. Además, se encuentra asociado con más de 1.000 ONG nacionales e internacionales para ofrecer asistencia alimentaria y acabar con el origen de las causas del hambre en el mundo.